Capítulo I: El retorno

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KyuHyun llevaba toda la tarde trabajando en aquél aburrido bar de la menuda esquina en la calle Dangok número 12. Sus escasas energías se habían evaporado totalmente y sólo le faltaba terminar de limpiar el establecimiento y salir pitando de ahí.

El dolor de cabeza seguía permanente y sus movimientos eran más lentos que de costumbre. Había tenido la semana más horrible del mundo y entre proyectos de la universidad y el trabajo a tiempo parcial, los días le habían comido el tiempo y apenas sentía que los había vivido.

Ding, ding

La campana de la entrada sonó y Kyuhyun dio media con suma lentitud.

—El bar está cerrado...

Y la mano que sujetaba el trapo pareció perder la vida de repente.

—Hola... KyuHyun...


***


El leve goteo de un grifo medio abandonado irrumpía en el pesado silencio del bar, mientras la Luna irradiaba su luz por los grandes ventanales.

Se encontraban sentados en una de esas sillas antiguas que ya escaseaban, tal vez, debido a las impertinentes termitas que se comían la madera.

El humeante café desprendía un exquisito olor que a KyuHyun no le dejaba de recordar a su madre, siempre adicta a la cafeína de la bebida.

La taza llegó al plato y chasquearon de forma algo dispar, derramando algunas gotas.

—Supongo que en algún momento te decidirás a contarme el porqué de tu visita—dijo KyuHyun con calma, reposando sus manos cruzadas sobre la mesa.

SiWon se relamió los labios, saboreando el café.

—Ya sabes a qué he venido.

Se recolocó la americana y cambió su pose con gesto afectado. Kyuhyun inspiró con profundidad.

—Ya sabes que no...

—Te necesitamos—le cortó Siwon rápidamente—. Esta vez es algo grande, KyuHyun.

Se quedó pensativo, con sus dedos posados sobre la barbilla con cierta elegancia.

—No. Yo ya lo dejé muy claro cuando abandoné el trabajo: no pienso volver.

El silencio les volvió a abrumar a ambos por unos segundos, hasta que SiWon decidió insistir un poco más.

—Ha vuelto.

—¿Quién ha vuelto?—preguntó, con su característica sonrisa torcida naciendo en sus labios.

—YeSung.

Y la media sonrisa se evaporó con sublime rapidez, apareciendo a cambio, una fina línea apretada. Tragó saliva y cerró los puños. Yesung había vuelto y eso sólo significaba una cosa: estaba en peligro.

—¿Cómo sabéis...?—Trató de decir.

—Hemos encontrado de nuevo marcas esparcidas por toda la ciudad. Además creemos que no viene sólo.—Sacó unas fotos que se encontraban en uno de los bolsillos de la americana y las esparció sobre la mesa—. Todos estos lugares fueron marcados ayer por la noche entre las 10pm y la 1am. Es imposible que lo haya hecho solo.

—Así que viene acompañado, ¿no?—murmuró KyuHyun, que prácticamente se había lanzado sobre las imágenes con una soltura típica de quien ha trabajado durante mucho tiempo en un oficio.

Las examinó durante un rato percatándose de que las marcas eran exactamente iguales a como las recordaba, excepto un pequeño detalle. Un pequeño y liviano detalle que...

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