Capitulo 9.5

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Capitulo nueve parte 2


En el momento que salí pude ver como la barrera de hielo estallaba en millones de micro-pedazos, simulando copos de nieve, esos sujetos la habían destrozado muy fácilmente.

—¡Aquí estoy! —solté después de un silbido.

Me lancé desde el segundo piso hacia la sala, esperando salir ileso, si yo me mantenía abajo, ellos no subirían, me buscaban a mí. Al caer al suelo rodeé unas cuantas veces y sentí un dolor horrible en mi tobillo, sabía que no fue una muy buena idea.

El sujeto de la espada se acercó a mí aprovechando que estaba en el suelo, se veía dispuesto a clavarme esa cosa en mi pecho.

Con mis dos manos al frente de mi rostro, lo lancé hasta el recibidor en una onda de nieve. ¡Genial! Ahora podía hacer nieve, pero no era el momento de celebrar. Los otros dos sujetos me miraban desafiantes, traté de levantarme pero al estar de pie el dolor en mi tobillo fue mayor.

Uno de los sujetos sacó un pequeño tubo delgado que pronto se convirtió en una lanza, era idéntica a la que usaron contra Samantha aquel día.

—No sabes la mala suerte que tienes... —reía el sujeto.

—Puras palabras.

No sabía por qué lo dije, mi boca lo había dejado salir sin previo aviso, lo cual fue un error porque su mirada se intensificó, él estaba dispuesto a atacarme y yo no podría esquivarlo a tiempo debido a mi tobillo.

El sujeto de la lanza comenzó a dirigirse rápidamente hacia mí, cerré fuertemente mis ojos y apreté mis puños preparándome para el impacto, pero en cambio escuché un ligero sonido que ya conocía.

Un rayo le había caído al de la lanza desde las escaleras.

—¡Le diste, Lummy! —felicitó Pane—. Nadie molesta a mi hermano.

—Tu... tu perro... —decía la señora Evans estando perpleja ante la acción del perro.

—No es un perro, mamá —le corrigió—. ¡Vamos!

—No es un perro... —repitió mi mamá en un susurro siguiendo a Pane entre los pasillos del segundo piso.

Ese tonto de Pane siempre era igual de imprudente, pero igual su imprudencia ya me había salvado dos veces, si todo salía bien lo llevaría a comprar nieves.

—¿Qué esperas? Ve por ese mocoso. —ordenó el hombre de la lanza recuperándose del rayo.

El tercer sujeto corrió escaleras arriba, siendo muy hábil a pesar del hielo.

Aproveché toda la confusión para refugiarme en la cocina, no me estaba escondiendo, sólo esperaba a que el dolor de mi tobillo bajara. Entonces recordé que cuando era niño y me caía mi mamá me ponía hielo, con eso pasaba el dolor. Enfrié la palma de mi mano con mis poderes y me agarré el tobillo creando una anestesia perfecta. El dolor desapareció casi por completo.

Me levanté poco a poco sin sentir nada de dolor esta vez, dos de los sujeto estaban buscándome, suponía que el tercer hombre debía estar arriba buscando a Pane... no, no era tiempo de preocuparme.

—¡Ahí está, en la cocina! —exclamó el más alto—. Usa la lanza inútil.

El hombre de la lanza se acercó unos pasos y desde el comedor lanzó la lanza directo a mi cabeza, esquivarla fue lo más sencillo del mundo, sólo me agaché. Ese tipo no tenía buen plan de ataque y al parecer su puntería era un asco.

—Eres un inútil —gritaba nuevamente el de la espada.

Me puse de pie rápidamente y entonces, sin pensarlo dos veces y usando toda mi concentración, lancé una aurora hacia el sujeto desarmado, que pronto se convirtió en un fuerte destello blanco con azul, continué en esa posición hasta que sentí que mis energías se agotaban.

El hombre quedó congelado en una gran capa de hielo, toda la casa se sentía mucho más fría con tan sólo la presencia de esa escultura humana.

Salí corriendo por la puerta hacia el lado derecho del patio, no sabía si funcionaría lo que estaba pensando pero valía la pena intentarlo. Cerré mis ojos y sin necesitar de mucha concentración, un gran pedazo de hielo crecía bajo mis pies elevándome hasta la ventana de mi habitación.

Mis poderes estaban siendo cada vez mejor, me empezaba a acostumbrar a ellos.

—Mamá... Pane... ¿Dónde están? —susurraba entrando por la ventana.

—¡¡No!!

Ese grito hizo que la desesperación me inundara, ese grito le pertenecía a la voz de mi madre.

—¡¿Mamá?! ¿Dónde estás?

—¡¡Pane corre!!

Volví a escuchar la voz de mi madre gritando histérica, me quedé quieto, imaginándome lo peor ¿y si ya era tarde?

Un sonoro grito de dolor llegó hasta mis oídos, seguido de un gruñido por parte de Lummy, eso me sacó del pequeño trance de hace unos momentos, algo le había pasado a Pane.

Salí corriendo de mi habitación para encontrar a mi familia. Corrí por todo el pasillo entrando a cada cuarto que se encontraba en mi camino, pero en ninguno de ellos estaban. Me detuve un momento a meditar dónde pudieran estar, hasta que el chillido de un perro me guió hasta la sala corriendo.

Al llegar miré a mi madre tirada en el suelo, debajo de la mesa, llorando junto a Pane, él la abrazaba en señal de protección. Estaban asustados.

—No te rindas Lummy... —susurró Pane entre su llanto.

El sujeto de la espada tenía a Lummy frente a él, le apretaba el cuello mientras que el perro solo hacía un gesto de sufrimiento.

—¡Déjalo en paz! —exclamé llamando su atención.

Él sujeto volteó su rostro con una sonrisa hacia mí.

—Tahiel... pensé que te habías escapado.

—¡Ahora! —gritó Pane.

Ante el grito de Pane, Lummy se envolvió en rayos obligando al sujeto a soltarlo, cuando cayó al suelo seguía con los rayos a su alrededor y se lanzó nuevamente contra el sujeto dándole justo en el estomago.

Los rayos se podían apreciar pasando por todo el cuerpo del sujeto, quien se retorcía ligeramente en el suelo, la electricidad corría por su cuerpo.

—Inmovilízalo Lummy.

Lummy realizó la misma acción en el sujeto que lo que me había hecho a mí en el bosque, unos delgados hilos de electricidad lo aprisionaban impidiendo su movimiento.-

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Esta segunda parte fue mu corta ¿verdad? jaja

Lo siento si fue un poco de entender, no me terminó de convencer muy bien esta parte, la editaré después si encuentro errores.

¡Gracias por leer!

Tahiel: HideAwayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora