Capitulo 11: Adiós.

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Capitulo dedicado a mi mejor amiga Kenia, gracias por tu apoyo y ayuda.

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Capitulo once

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Lummy utilizó una técnica de teletransportación, llevándonos a un Hotel cercano donde pasaríamos la noche Pane y yo. Lummy y Nathan se fueron sin decirnos a dónde.

Aquella noche en la que mi madre murió es de los recuerdos más dolorosos que tengo, es algo que nunca podré sacar de mi mente. Sus lágrimas, su rostro, el momento en que la vi desvanecerse frente a mí. Toda esa agonía me sometía haciendo que olvidará los detalles que en verdad debería recordar, su risa, el olor de su cabello, la calidez de sus abrazos, el amor que nos depositaba en cada palabra.

Todo era una mierda ya. En ese momento juré que me vengaría, no sabía de quién o cómo, pero lo haría.

Esa noche no dormí nada, Pane tampoco lo hizo. Escuchaba sus pequeños sollozos de vez en cuando pero no podía decirle nada, quería abrazarlo y llorar junto con él pero tampoco podía. Sentía que todo era culpa mía, pero eso no me merecía el tratar de consolarme. Merecía sentirme miserable.

Salimos del hotel cuando el sol anunció su llegada, se sentía un aire fresco mientras caminábamos a casa. Pane no había dicho ni una sola palabra desde la noche anterior, ya no lloraba pero se seguía viendo frágil y triste.

Avanzábamos en silencio, no se escuchaba nada más que el trino de los pájaros que volaban alrededor. Ya no estábamos lejos de casa, faltaba un poco para llegar, mis piernas comenzaron a temblar, tenía temor de llegar y ver la casa destrozada y el cuerpo sin vida de mi madre porque una parte de mí aun creía que sólo era un sueño.

Dimos vuelta en una esquina para entrar a nuestra calle y pudimos verlo. La casa estaba intacta, como si nada hubiera pasado, pero había dos autos de policía y una ambulancia.

—N-no podemos decirles la verdad, Pane...

—Ya lo sé —respondió con una voz ronca.

Caminamos a un paso más rápido hacia la casa, los policías nos interceptaron y pronto llegaron a nosotros con muchas preguntas. A partir de ese momento todo pasó demasiado rápido, se llevaron al pequeño Pane con una psicóloga especialista y los agentes comenzaron a hablar conmigo. Me dijeron que recibieron una llamada anónima de un vecino denunciando el homicidio. Explicaron que el arma había sido una pistola que encontraron junto al cadáver de mi mamá, y que no me preocupara, que incluso ya habían arrestado al culpable.

Negué internamente cuando me dejaron solo, sabía que todo eso era falso. Era totalmente diferente a los que había pasado en realidad. ¿Una pistola? ¿Un vecino anónimo? ¿Qué atraparon al culpable? Mentira, todo era mentira.

Tomé mi teléfono y comencé a marcar un número que me sabía de memoria.

—¿Hola?

—Soy yo Brid...

—¿Tahiel? ¿Estás bien?

—No... necesito un favor.

[...]

Al día siguiente se llevó a cabo un funeral para despedir a mi mamá como era debido, había tardado toda la noche en busca de una agencia funeraria digna de ella.

—Rebeca era una mujer fuerte, inteligente y perseverante —pronunciaba un hombre con voz profunda—. En la oficina siempre fue la más hábil, hacía su trabajo impecablemente sin dejar de ser amable con todos.

Tahiel: HideAwayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora