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Nueve meses desde la ultima vez que te vi, nueve meses llevando la vida más malditamente miserable de todas.

Estoy cansado, recostado en una banca de algún parque, hace un par de días que se acabo el dinero que me quedaba y no he tenido otra opción más que robar. Estoy pensando en pedirle ayuda a alguien pero me siento tan mal tan miserable y no me gusta que la gente sienta lastima por mi, pero no puedo seguir hospedado en un maldito hotel de mierda que se encuentra lejos de la ciudad, ni puedo seguir robando.

Pero entonces lo hice, le llame a Arango y cuando fue a recogerme al hotel, lo primero que hizo fue lanzarme una de esas miradas con algo de lastima en ella.

En fin llegamos a la ciudad comimos comida rápida y me compro un poco de ropa ya que la que tenía la había dejado con Mario pero me negaba rotundamente a volver pisar ese lugar o a volver a verlo y con el poco dinero que tenía no me había podido comprar mas que dos pares de pantalones y una camisa y claro en una tienda de segunda mano. Después de todo pasamos a comprar un café para Arango, el entro a aquella cafetería y yo camine de nuevo hasta la entrada dispuesto a salir para esperar afuera, sin embargo, mi mirada chocó con la de Mario, involuntariamente me perdí en su mirada y cuando reaccione me di cuenta que el estaba con una chica y seguía mirándome con una sonrisa arrogante en el rostro.

-Hey, que tal!- hizo un ademán con su mano. -¿Me recuerdas?- dijo él con una sonrisa arrogante y burlona.

-Claro- sonreí -¿Como iba a olvidar a la persona que hizo mierda mi corazón?- respondí sarcástico.

Mario se quedo ahí perplejo, sin poder articular palabra alguna. Lo había dejado sin palabras lo que me sorprendió bastante ya que Mario no es una persona que puedas dejar callado fácilmente o que pierda en alguna discusión. Me di la media vuelta y trate de alejarme lo mas posible de ahí.

-Villalobos- gritó Arango corriendo hacia mi con un café en ambas manos  -Te estaba buscando- dijo con poco aliento.

-Ah- fue lo único que pude decir en ese momento, estaba devastado, cansado y confundido.

-Te pasa algo?- apoyo una de sus manos en mi hombro

-Solo- suspire -solo quiero ir a casa-

-Esta bien, pero no vas a querer tu café?- agito ligeramente el envase que contenía aquella bebida, con una media sonrisa en el rostro.

-Sabes que no tomo café cargado- le devolví la sonrisa y baje un poco la mirada.

-Por eso es que pedí descafeinado, princesa.- estiró su brazo para que yo tomara la bebida

-Esta bien- tome el café y caminamos hasta donde estaba el auto de Sebastian.

-Ah por cierto- Sebastian decidió romper aquel silencio que la verdad no era para nada incomodo sino más bien tranquilo -Cuando salí de la cafetería vi a Mario y- hizo una pausa y volteo a verme -Y me dijo que podríamos salir los tres a no se, charlar un rato y pasar el tiempo ya sabes como solíamos hacerlo antes-

-Ah, si?- respondí con poco interés mientras tenía la mirada fija en mi movil sin hacer nada mas que abrir las aplicaciones y cerrarlas, solo quería evadir las palabras de Arango que aunque no quisiera me dolían.

never mine; mariostiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora