Lucy y las hojas que caen

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Lucy y las hojas que caen

La maestra nos pidió que hiciéramos algo original para representar el otoño, y mientras volvía a casa, pensaba en qué podía inventar. Papá dice que tengo una mente que trabaja como la suya... papá es un verdadero travieso.

De repente, una hoja me roza y se posa en mis manos. Tenía tantos colores: verde, marrón, naranja. Parecía una paleta de colores, como las de los pintores.

Llego a casa y mamá estaba ordenando la sala. Papá estaba sentado en el sillón, leyendo el periódico. Me mira y dice:
"Lucy, amor, ¡hoy te veo particularmente emocionada!"
"Yo, papá, en cambio, ¡te veo particularmente guapo!" respondo con ironía.
"Lucy," interviene mamá, "no exageres, como siempre... luego tu padre se lo cree de verdad."
"Papá, mamá, ya que hoy Karen está con la abuela y Dylan con la tía Karen, ¿pueden ayudarme con una tarea que nos han dado en la escuela?"
"Por supuesto, ¿qué tienes que hacer?" responde mamá.
"Tengo que hacer algo original para describir el otoño y ya vi la avenida llena de hojas de colores. Si me ayudan, ¡voy a intentar hacer un tipo de dibujo!"
"¿Lo ves, Pecas? Te lo dije, está emocionada hoy, la conozco. Vamos, te ayudamos mamá y yo."

Así que, tomados de la mano de mamá y papá, caminamos por la avenida arbolada junto al río. Me siento feliz como un hada, tomando sus manos mientras caminamos juntos. Observo el milagro de la naturaleza y pienso en cuántos colores tiene.

"¡Mira, Lucy!" dice mamá, "allá hay muchas, ¡ven!"
Se suelta de papá, llevándome con ella hacia un árbol que había perdido tantas hojas, todas hermosas. Miraba a mamá, que estaba radiante, parecía una niña, como yo. Extrañamente, papá se había quedado atrás.

"Mira, Lucy, esta tiene una forma extraña, parece un corazón, ¿no crees, amor?"
"Es verdad, mamá, ¡es preciosa!"
"¡Terry, mira!" exclama mamá, girándose hacia papá.

Él se acerca y tenía los ojos raros.
"Papá, ¿qué pasa? ¿Estás llorando?"
"No, amor, es solo la humedad del río, que me hace esto en los ojos."
"No digas tonterías, papá, te conozco, ¡es una mentira!"

Mamá le acaricia la mejilla y él le aprieta fuerte la mano.
"Amor, es solo que tuve un momento de tristeza pensando en algo del pasado. Pero ya pasó."
"No, ahora quiero saberlo, papá, ¡ya mismo!"
"Terry, sabes que tu hija te conoce casi mejor que yo."

"Amor mío, pensé en cuando dejé a mamá en la escuela. Ese día, muchas hojas caían frente a mí. Ese día caían junto con mis lágrimas. Hoy caen, pero reflejan sus sonrisas. ¿Entiendes lo que quiero decir, Lucy?"
"Claro, papá, lo entiendo, soy una niña inteligente. Pero verás que te haré sonreír."

Así que recogí todas las hojas más bonitas y volvimos a casa. Me encerré en mi habitación para crear lo que mi pequeña mente de niña había imaginado. Ni siquiera bajé a merendar. Escuchaba a mamá decir:
"Claro, amor, no se puede decir que Lucy no sea tu hija. Cuando decide hacer algo, aunque caiga un terremoto, lo hace, y ni siquiera come... ¡debe ser algo realmente hermoso!"
"Amor, Lucy es una niña que observa y crea, te lo he dicho muchas veces, ¡llegará lejos!"

Cuando terminé mi creación, bajé a mostrársela a mamá y papá.
"¡Aquí estoy, ahora les presento Lucy y la originalidad del otoño!"

Doy vuelta la hoja... había dibujado un árbol, con un collage de hojas de todos los tamaños y formas. En el centro, había puesto la que tenía forma de corazón y como fondo un hermoso cielo colorido.
"¡Es precioso, Lucy!" dice mamá.
"Levanten la hoja en forma de corazón y miren."

Papá la levanta y descubre una foto de ellos abrazados.
"Lucy," dice papá, "¡nos has puesto a nosotros!"
"Sí, papá, porque lo más original que puede tener el otoño con sus hojas que caen es haber tenido el privilegio de acunar tus pasos aquel día en que dejaste a mamá en la escuela. Esas hojas hoy, en cambio, han querido acunar tu felicidad, regalándonos esta hoja en forma de corazón. Y el corazón son ustedes.

Entre todas esas hojas caídas, reconocí la única que, en lugar de dejarse caer, intentó volar. Esta, papá, o sea, ustedes. ¡Esa es la originalidad del otoño... para su hija!"

Papá y mamá me miraron con los ojos llenos de emoción por mis palabras. Era pequeña, pero ya sabía distinguir el valor y la delicadeza de una hoja que cae.

Como el amor, ¿verdad? Nace, crece, se deja caer, pero luego vuelve, delicado y fuerte, en la primavera de la vida.

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