El dolor de cabeza después de dormir tan sólo tres horas fue lo primero que sentí al despertar. Me había pasado toda la noche en el Milky Bloop bebiendo, riendo, y bailando.
Lo siguiente que vi al despertar fue la cara de Sam pegada a la almohada, él con los ojos cerrados.
Sam estaba en mi cama.
-¡Sam! -Comencé a sacudirle para que se despertase.
Se espabiló rápidamente, y me miró desorientado.
-¿Qué?
-Sam, ¡¿qué hemos hecho?! ¡¿Qué pasó anoche?!
Permaneció unos segundos en silencio, tratando de recordar lo ocurrido.
-Te acompañé a casa, nos liamos y acabamos agotados en la cama.
-¿De verdad que no pasó nada malo?
-No. -Dijo, riéndose.
-Pues vístete y vete.
-Vale. -Volvió a reírse.
Cuando Sam se fue empecé a recordar cosas. Básicamente lo que él decía. ¿Cómo habíamos acabado así, después de cinco años sin vernos?
Menuda bienvenida al pueblo. Estaba agotada.
Me vestí y bajé al salón. Ni tenía hambre, así que no desayuné. En lugar de eso me tiré al sofá. Estaba en Maidstone. Daba alegría admitirlo. Adiós a Anne, adiós a Harry, y adiós a la OS. Adiós. Realmente, estaba diciendo adiós. Así que lo grité a los cuatro vientos.
-¡Adiós, OS, maldita OS, adiós para siempre!
Me sorprende que ningún vecino llamase asustado al timbre preguntando que me ocurría. Grité mucho.
Tras ver que el periódico seguía en su sitio, fui a mi cuarto. Cuando lo abrí, me inundó una bocanada de aire procedente del exterior. La corriente había entrado por la puerta abierta de la terraza, la cual cerré.
En las paredes estaban las fotos que tenía con mis amigos, antes de los trece, que eran bastantes ya que me encantaba la fotografía por aquel entonces. Clavadas con viejas chinchetas oxidadas, decoraban la pared blanca junto a mi cama, aún desecha. Tampoco pensaba hacerla. Sobre la mesa de estudio descansaba un cuaderno de apuntes en el cuál había anotado mi día a día desde que murió mi padre y continúe viviendo sola en casa. Lo abrí por la mitad del cuaderno, y comencé a leer:
"Hoy cumplo quince años. Me han mandado montones de felicitaciones al móvil, pero no he respondido a ninguna. No quiero que sepan que estoy en casa. A la hora del desayuno casi me cargo el tazón de la leche porque sin darme cuenta lo he calentado a mayor temperatura de la habitual.
A veces trato de usar lo que papá solía llamar don, pero tiene mucha fuerza, y casi siempre acabo rompiendo algo. El otro día rompí una fotografía enmarcada que estaba encima de la cama de mi padre. Y sigo siempre su advertencia: Nunca le digas a nadie lo que tienes, nunca.
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Sin Final ©
ActionBella nació con un don; un don terriblemente poderoso y destructivo. Y claro, el poder atrae. Una organización de secuestradores (OS) irá tras ella con el objetivo de hacerse con la energía de sus poderes, pero Bella no estará sola. Anne y Harry, m...