El primero en reaccionar fue Arisu que en un abrir y cerrar de ojos estaba sobre su hermano mayor gritando: ¡Una rata! Como toda una chica.—¿Disculpa? —La chica se veía ofendida, su nariz moviéndose como si algo le apestara—. Soy un ratón y soy Miceline, que falta de respeto es esa —bufó indignada, dándole la espalda al chico dejando ver, a su vez, la curiosa cola de ratón que se movía de lado a lado, fina y larga, de color negra, parecía más una puya elástica.
Miceline, era de baja estatura, con un físico delgado y delicado. Su piel era un poco oscura, podría decirse morena y su cabello rizado y de color negro con un solo mechón de color blanco que llamaba la atención entre toda su melena oscura. Ella tenía definidas curvas, en pocas palabras una buena figura. En su cabeza resaltaban dos redondas orejas de ratón del mismo negro intenso y solo en la oreja derecha había una mancha en la punta de color blanco. La chica vestía con un traje de encajes, hasta mitad de la rodilla de color azul oscuro, con los bordes negros y sin mangas, llevaba unas zapatillas azules y un collar en forma de estrella. Sus enormes ojos verde profundo el color más intenso y llamativo sobre toda su vestimenta y eran, a los ojos de ella, su mejor atributo.
—¡Mice! Pensé que no llegarías. —Se acercó la liebre, que en sus ojos se notaba la felicidad, pero intentaba esconderla bajo una máscara de indiferencia—. No te extrañaba —comentó de momento—, es más no hubieras llegado. —Se volteó escondiendo su vergüenza por haberse emocionado.
—Casi no llego, sabes lo que me pasó —comenzó a hablar la chica en tono fastidiado, ignorando las acciones del chico—, los hermanos de Riddy me persiguieron por el jardín, pensé que me comerían... —la chica paró su hablar para mirar a su alrededor—, no está Riddy... ¿Verdad? —Su voz sonaba algo nerviosa.
—Temo decirte, preciosa, que sí estoy presente. —Escuchó a su espalda la pequeña ratona y al instante palideció.
—¡Gato! —Se transformó en ratón otra vez y corrió a esconderse en una tetera que había en la mesa—. ¡Defiéndeme Syc! —se escuchó desde dentro de la tetera.
—¡Me las pagarás! —Psycho se levantó del suelo, un pañuelo en sus manos secándose el té regado—, ¡me las pagarás por tal desperdicio! —Se acercó al gato, quien sonreía ante la reacción tardía, y lo intentó agarrar, cogiendo solo el aire, ya que Riddle había desaparecido.
—Por favor siéntense e ignoren a esos dos. —Las reinas hablaron captando la atención de todos—. Espero que la comida sea de su agrado.
Los que peleaban dejaron de pelear y todos en silencio se sentaron a almorzar. Todos menos cuatro chicos, los cuatro invitados principales cabe destacar. Los hermanos miraban la extraña comida con clara desconfianza. Aunque los dos menores parecían estar por caer en la tentación. Miraban la comida con profunda curiosidad, llevaban alrededor de seis horas sin comer, contando sólo con el desayuno. El más pequeño, extendió su mano disimuladamente, queriendo coger un poco de la extraña galleta que decía "cómeme" adornado con un estampado blanco.
—Ni lo pienses—. Su mano paró a medio camino al escuchar la voz del mayor que se mantenía con los ojos cerrados, para no ver al Mad que tomaba una taza de té mientras charlaba con la liebre. Recién lo conocía y ya lo odiaba, ese Mad no traía nada bueno, lo sabía.
—¿Por qué no? —se quejó en voz baja—, todos están comiendo. Es una falta de respeto no hacerlo nosotros también. —Hizo un tierno puchero.
—Además tenemos hambre, yo y el hambre no hacemos buena pareja —añadió la voz de Arisu, que se unía al menor con una mirada desafiante.
—¿Por qué no comen? ¿Acaso la comida no es de su agrado? —se escuchó a sus espaldas una voz divertida. Malice se puso tenso de inmediato, ¿cómo no había sentido la presencia de esa persona? Se preguntó confundido—. Esas son deliciosas —añadió. Esa voz era cantarina y resonaba en los oídos de los chicos.
ESTÁS LEYENDO
Wonderland, Am I Right? (YAOI)
FanfictionTodos saben la historia del País de las Maravillas, ¿cierto? Pero... ¿Están seguros de que esa es la verdadera historia? Dicen que Alicia perseguía al conejo por curiosidad, ¿será eso verdad? Pues no, esta es la verdadera historia... El país de las...