Habitación 108.

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                                               Mire el descuidado negro en mis uñas, mis dedos entrelazados y las puntas de mi cabello enmarañado. Mis botas sucias y viejas desprendían una punzada de nostalgia y repulsión. Mi pantalón negro tenia dos roturas en el área de mis rodillas y tenia pinta de sucio y descuidado. No sabia cuanto tiempo había pasado desde entonces y me sentí estúpida por no tener una idea de lo que debía hacer. Una vez más la sala de espera se me hizo inmensa.

¿Llorar? No tenia las fuerzas necesarias. ¿Llamar a sus padres? Si, eso. 



Saque el celular de mi bolsillo trasero. ¿Que les voy a decir? ''Hey Liz, tu hijo acaba de tener un accidente y esta en coma''  No podía, no podía ni escribirlo, no podía aceptar eso, no quería.




Sentí como mi estomago se revolvió y la presión en mi pecho se volvió molestosa. Mis ojos ardían y mi labio temblaba ligeramente. No sabia de donde salían tantas lagrimas pero ahí van, una, dos, tres. Limpie las lagrimas de mis mejillas y presione mis labios para no sollozar.



—Cuenta hasta diez, amor —sentí sus labios pegados a mi cuello, todo su cuerpo estaba pegado al mio— Antes de que llegues al seis, todo se habrá solucionado —su voz caía lenta y suave por todo mi cuerpo, hasta que mentalmente llegue al seis y mi cuerpo pesaba, deje caer mi cabeza en su hombro y busque el diez en su mirada



Seis, presione el celular entre mi mano, siete, me deje caer en la silla, ocho, cerré mis ojos y solté el aire de mis pulmones, nueve, busque en mi memoria sus ojos buscando mi diez.


— ¡¿Donde esta?!

— Basta, Michael tranquilo.. —Se escucho un resoplo acompañado de un golpe seco. 

—Iré a preguntar por él en recepción, Dylan... trata de calmarlo —Escuche unos pasos alejarse y otra vez el gruñido de Michael.


Yo sabía quién eran ellos. Los conocía perfectamente. Sabía que Michael no sabría como controlarse sino golpeaba algo. Dylan estaría tan preocupado que estaría dolorosamente tranquilo. Sabía que Jack se haría cargo de todos mientras que buscaba la manera de hacerse cargo de lo que siente. Todos buscando una manera de controlar el dolor.


—Yo hable unos minutos antes con él, Dylan —Su voz se escuchaba distorsionada.


—Tranquilo, Michael... 


—Eso, yo le dije que estuviera tranquilo, Joder, que todo se iba a solucionar —Gruño con dolor. 


Pude observar como Dylan lo abrazaba y Michael se rompía. ¿Una amistad puede ser así de fuerte en la vida? Dylan solo apretaba su mandíbula, el no se podía permitir tambalear, no podía... Pero el amor y el cariño hacía otra persona hace que todos tus esquemas establecidos se derrumben en cuestión de segundos, de eso se trata el amor... de ser vulnerables.


Me levante con pesadez y camine lentamente hasta donde ellos estaban. Mis brazos pesaban, mis hombros decaían y mi mirada se cruzó con su mirada tintada de verde. No tardo mucho cuando mis ojos coincidieron también con los de Dylan. 


—Chicos, me han dicho que él esta en la habita... —Jack se interrumpió abruptamente al mirarme parada ahí, no sabía como describir su rostro... era una mezcla de colores— Irina... —murmuró.





Hace cuatro años

tres semanas y dos días. 



Miré la hoja en mis manos y con esta era la décima vez que lo hacía. No era tan complicado... Solo es, salir del auto, caminar hasta su puerta y tocar. Podía hacerlo. Solté el aire que no sabía que estaba conteniendo y abrí la puerta de mi auto, tome mi cartera y las llaves y salí. Bueno, ya salí y estoy caminando a su puerta, ya no hay marcha atrás. Toqué una, dos veces el timbre y espere pacientemente... Tal vez y si salga corriendo nadie se daría cuenta. Cuando iba a dar un paso la puerta se abrió y por todos los ángeles, tuve que darme la vuelta. Bueno, este no es él. 


No puedes dejarme » l.hDonde viven las historias. Descúbrelo ahora