XIII

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Él (o Jay):

Todo el plan se estaba llendo al desagüe, al drenaje o como mierda se llame. No soportaba la ley del hielo que Amanda me estaba haciendo. Mis días eran horribles sin su luminosa existencia en mi apagada vida. Era hora de decir «Adiós Orgullo». Ella valía la pena. Ella no era brokengirl. Ella lo vale, Jay. Deja de ser tan cabezota. Se supone que Amanda me ayudaría. Que juntos cobraríamos venganza contra la zorra mayor de Halsey. Más conocida como brokengirl. Yo fingiría no haberla superado. Correría a sus brazos para decirle que volvieramos a ser los de antes. Y justo en ese preciso instante, Amanda aparecería con una inmensa caja. Correriamos hasta el auto y presionariamos el botón. Serpentinas y lentejuelas saldrían de la caja sin parar, lo que nadie sabía es que estaban mezcladas con un tinte que no salía de la ropa ni piel. Luego leería la nota que dejaría -casualmente- en el piso y nunca más se volvería a meter en nuestras vidas... ¡Aleluya!

Después iríamos a la playa a celebrar. Ya sería de noche. Caminariamos por la playa. Ella me empujaría, caeríamos sonriendo, con muchas emociones mezcladas. Se quedaría en mi casa, yo me haría al dormido, ella cerraría los ojos, la abrazaría y ella también a mi. Despertaría en la madrugada, y le tomaría millones de fotos. Y muchisimas más cosas increiblemente cursis.

¿Se preguntan porqué?

Porqué Amanda ahora que me haz roto el corazón, no me molestaría que lo hicieras otras mil veces más.

I'm a mess.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora