Cap. 2 Heridas y Confusiones.

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Los siguientes días no se diferenciaron al primero, la habitación seguía blanca , tan blanca que empezaba a odiarla, las personas no dejaban de venir tampoco, una tras otra como si fuese alguna clase de atracción, un mero modo de entretenimiento; era agotador, sonreír a todos, permanecer recto, relajado, no parecer ni siquiera un poco cansado; el maestre no me quitaba los ojos de encima y aquel sentimiento de desconfianza no me abandonaba, incluso me sentía en un estado constante se vigía, como si en cualquier momento el rostro débil y cansado de aquel anciano no fuese más que una máscara de cual podría emerger de pronto alguna clase de bestia..." eso hiere mis sentimientos joven príncipe, seré anciano pero aún puedo dar pelea " un escalofrío me recorrió, se me olvidaba que puede entrar en mi mente, esto es lo que más me saca de quicio, no se supone que al menos en sus pensamientos la gente puede tener un poco de intimidad... Odiaba que lo hiciera... Me hacía sentir completamente vulnerable.

Los días siguientes fueron igual, lo único que aliviaba mi agonía era la visita de mis hermanos, eran sumamente traviesos, les encantaba jugar a las escondidas y hoy no era diferente.

- Vamos, vamos, vamos...- Lia que era como se llamaba la pequeña, era muy cariñosa, siempre que podía me daba abrazos, casi como si temieran que desapareciera de nuevo, Siriel también tenía lo suyo y aunque el no me abrazaba notaba en sus ojos que lo mismo quería, siempre que podía y disimuladamente le daba abrazos y palmadas, ya sea en su cabeza o en su espalda, siempre se sonrojaba y me contestaba, pero notaba su sonrisa, eso era suficiente.

Justo en ese momento Lia trataba de convencerme de jugar a las escondidas, no tenía mucho que hacer atrapado aquí dentro, me asustaba un poco el imaginar la expresión del maestre si me veía fuera de mi cama, aunque ver la mirada de mis hermanos era suficiente para evadir tal pensamiento. Me hice un poco del rogar no quería que vieran que me podían convencer tan fácilmente, no dure mucho debo admitir.

- De acuerdo tu ganas, juguemos- la sonrisa que me dio me lleno de nostalgia, cuantos recuerdos no había detrás de ella, me hacían preguntarme que tan mal se la estaban pasando ellos, cuantas tardes de juegos, cuantas travesuras y cuantos regaños habré olvidado, eso me hacía querer formar tantos recuerdos como me fuera posible,se que eso no recuperaría los que perdí pero lo intentaba- pero esta vez tu cuentas - me hizo una mueca bastante graciosa pero acepto, Siriel y yo salimos del cuarto, sonreímos cómplices antes de separarnos.

Baje un par de pisos, sabía que no podía quedarme escondido en un solo lugar, su capacidad de rastrear era muy buena, claro que si usas la magia era muy fácil encontrarme, era horrible que me tocará ser yo quien los buscase, podía estar toda la tarde en ello o hasta que se apiadaran de mi. Más que un juego era un entrenamiento, me ayudaban a recordar como usar mi magia, prefería práctica el ocultar mi esencia que lo de rastrear, no se me daba muy bien y era cazado bastante rápido.

Llegue fuera del recinto antes de percatarme, no era mi intención el salir, de alguna manera había terminado frente a un enorme árbol, tenía unas preciosas flores blancas con detalles rojos, enormes flores, tan enormes que no cabían en tus manos, un poco más de seis pétalos rodeaban un precioso cetro turquesa que hipnotizaba. Me acerque al árbol, era casi como si me llamase, estire mi mano, mi palma rozó la corteza, me pareció extraño, era una textura suave, no como si tocará seda o algodón, pero no era la textura de una corteza, no sabría explicarlo, era...como tocar la mano de esa persona a quien amas, como el roce de unos labios, suave.

- El árbol perdido - aquel sonido me espanto, resonó en mi interior como un eco, como si ya hubiese escuchado aquello

- El árbol perdido... - Una risa, de donde... Gire en busca de su portador pero me maree, esas palabras..

- Esta perdido - otra vez... Es como si ya lo hubiese vivido, un mismo escenario en algún punto de mi pasado. - este árbol se aparece frente a ellos, a quienes se han perdido o perdieron algo importante, es un guía, un espíritu que une a quienes los necesita para ayudarse mutuamente... Yo te necesito...Elliot

- Quien... Esas palabras... Ya ya las había oído... - Mi cabeza dolía, demasiado, lleve ambas manos a ella, el dolor no cesaba.

- Hace tres años... Después de una pelea este árbol nos encontró...estábamos perdidos igual que ahora - De donde venía, esa voz - apúrate a recuperar tu poder, hasta entonces podrás verme, estaré esperando ansioso - hace tres años... Me conoce...

- Alto... Quien... Como...- gire de nuevo, y lo vi, una persona, un hombre justo detrás mio, me observaba fijamente, cambio su expresión cuando se dio cuenta que podía verlo.

- Admirable - me sonrió, su sonrisa, un golpe en mi pecho me paraliza, esta sensación es nueva, quien es?- veo que aun logras pasar mi barrera, debí suponerlo - se acercó a mi, no logró verlo del todo bien, todo me da vueltas y el luce borroso - te hecho de menos Elliot.

- Como...- Me tambaleo y el me sostiene.

- Debes apúrate, por el momento no puedo protegerte como quisiera, recupera tu magia, tu fuerza

- Yo no puedo... Mi magia.. No se - Mantenerme de pie ya es todo un logro en este momento.

- No se ha ido, no se que hiciste o como, pero no creo que la hayas perdido, la prueba está en que me estas viendo cuando en teoría no deberías...

- Yo...- La consciencia me abandona ya casi no puedo.

- Has causado varias heridas con esto,estoy seguro que hubiéramos podido resolverlo de otra forma - parece frustrado seguro no más que yo, aunque sólo es una suposición ya que apenas logró ver - tu mente y tu cuerpo debe estar hecho un desastre, confundido, pero todo está aquí dentro- señala mi cabeza y mi pecho -y necesitas recordar, recuerda Elliot.

Tras decir aquello se aleja, yo caigo al perder lo que me soportaba, veo como aquel sujeto se marcha, quien era... Como sabía de mi, o mejor dicho que significado tenía todo esto, él árbol desapareció con el, no tarde en ser envuelto por la oscuridad.

Cuando abrí mis ojos nuevamente, estaba en mi cama, no sabía si lo que había sido aquello, quizá... un sueño, no, no lo fue, era demasiado real, tan real como para que mi pecho doliese.

Aquella tarde me la pase rodando en mi cama, mis hermanos no aparecieron, tampoco el maestre o Elizabeth, mas que aburrido estaba cansado, cuando pensaba que así sería el resto del día el maestre entro.

- En hora buena joven príncipe, hoy regresará a su hogar... - No si fueron sus palabras o el hecho de que iba a regresar pero un sentimiento se coló en mi interior, espeso, abrumador, helandome la sangre, si alguna vez alguien ha tenido que recibir suero sabe del frío que se siente cuando recorre tus venas, así lo sentía yo, era miedo y lo sentía vivo dentro mi, sea cual fuere la razón tenía que cuidarme, algo en mi interior me decía que lo que sucedió hoy con aquel hombre y el que ahora regresará tan pronto no era una conciencia tenía que apresurarme.




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