Prólogo

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Ella no se lo esperaba. Ni ella ni nadie. Pero no lo pudo evitar. Lena Wong admiraba la gran masa de agua salada que se extendía a lo lejos rozando el horizonte, mientras intentaba recobrar el aliento. Disfrutó unos minutos de la fresca brisa marina procedente del mar Adriático que le acariciaba su pelo azabache y sus mejillas rojas del esfuerzo. Desde el acantilado que acababa de escalar distinguió a su hermana y a sus amigos de la banda Misfortune, a la que la gente se refería como Bad Luck, debido a su mala suerte. Parecían hormigas que jugaban al volley-playa, sí, algo digno de ver. Se inclinó levemente sobre el acantilado. A los demás escaladores aún les quedaba un buen tramo para llegar donde ella se encontraba. Pero a Lena no le dio tiempo a pensar en mucho más.

Unas manos fuertes procedentes de detrás le taparon la boca.

-¡¿Qué?!- intentó murmurar, aunque solo un inaudible gruñido se escapó de su boca.

Su cuerpo se tensó y empezó a lanzar puños y patadas a diestro y siniestro mientras intentaba gritar y soltarse de aquellos fuertes brazos. Sin embargo, ningún grito conseguía salir de su garganta, y daba lo mismo, ya que desde aquella altura nadie la iba a escuchar. ¿Era una broma? Lena comenzó a asustarse de verdad. La cabeza le daba vueltas llevándola directa a un mareo. Consiguió volverse, y aunque estaba desorientada, le atizó un buen golpe a aquel hombre en la nariz como último recurso. Fue entonces cuando se fijó en la persona que tenía delante. Imposible se dijo. Ahora además de desorientada, se sentía confundida y traicionada. Debía correr. Huir. Pero sus músculos estaban paralizados. Su cabeza no paraba de preguntarse el por qué. El hombre de aquella gorra morada que conocía tan bien aprovechó aquel momento de titubeo de Lena para así deshacerse de ella de una vez por todas.

-Llévate la fama contigo.

Fueron las últimas palabras que Lena escuchó antes de que la empujara al vacío del abismo. Fueron aquellas palabras tintadas de ira, las palabras más crueles que cualquiera podría dedicarle como último adiós. Y ella ni siquiera pudo responder.

Dicen que cuando mueres, tu vida pasa a cámara rápida por tus ojos. A Lena no le concedieron ni eso, solo podía ver la arena de la playa cada vez más cerca. Caía y caía. La vista se le enturbió. Solo caía. La cabeza le daba punzadas. Eterna caída. Los oídos le pitaban.  Su vida se deslizó a la inconsciencia antes de encontrarse con el suelo. Un grito. Un corazón que no late. Un adiós.

***Holaaaaaa. Bueno, pues en primer lugar me presento. Me llamo Angxe y siempre he querido escribir algo en Wattpad, pero supongo que hasta ahora no me he atrevido. Espero que esta historia os enganche y os guste muchísimo. ¡Por favor comentad lo que pensáis y votad si os gusta!

En segundo lugar, muchas gracias a todas y a todos los que le dais una oportunidad a "Perdida". Espero sorprenderos.

Besos, Angxe.

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