Un recuerdo especialmente doloroso adornó mis dulces sueños.
16 de abril. En mi habitación.
"Eres mía" susurró él.
La acampada con Dani no había salido tal y como yo me había imaginado. Aquellas dos malditas palabras lo habían echado todo a perder. En el momento en que salieron de su boca orgullosa, algo en mí estalló diciéndome que no era suya y que nunca lo sería. Le grité varias cosas sin pensarlas ("Te equivocas. No quiero ser tuya. Quiero ser mía. Siempre mía. Y a ratos, compartirme contigo, siendo libre".) Debería haber pensado otras palabras, fui demasiado tajante soltando algo así. Pero no me dio tiempo a decidir. Lo dije y punto. Y aunque me incomodara aceptarlo eran la pura verdad.
"Basta, Rebecca. No son la verdad, solo son estupideces de niña chica". Me convencí.
Todavía no me lo podía creer. ¿Por qué había reaccionado tan bruscamente cuando Dani me había dicho algo que todos los adolescentes se decían entre sí y que a millones de chicas les hubiera encantado escuchar? Tenía claro que algo andaba mal dentro de mí. Estaba enamorada de él, eso seguro, pero en el fondo de mi corazón sentía que ni él era mío, ni yo suya. Esa situación podía cambiar, es más, debía cambiar.
"Venga Becca, no puede ser tan difícil". Pensé.
Me situé delante del espejo de mi habitación, respiré hondo y:
-Soy...- joder.
-Vamos a ver- y ahora me ponía a hablar sola, genial- Rebecca dilo ya.
Mentalicé las palabras que tenía que pronunciar.
-Soy su...- ya casi está.
-No soy suya- ¡dicho! ¡Toma ya karma!
Espera. ¿Qué acababa de hacer? No. No. No. No.
El reflejo del espejo se había vuelto pálido, alguna que otra lágrima caía de vez en cuando dándole un aspecto aún más triste. No podía mirarme más, sabiendo que estaba viviendo una mentira. Mi puño se estrelló contra el cristal del espejo, dejando miles de grietas iguales que las que se habían abierto en mí. Me dolía más el corazón que el puño.
Aparté la mirada.
¿Qué es lo que me pasaba? Ni yo misma podía entenderlo. O aceptarlo.
...
Me desperté con un susto y un dolor punzante en la mano derecha. ¿Es que ahora todas las noches iban a ser así? Aparté las visiones del sueño/recuerdo de mi mente.
Ese día lo vería de nuevo y no me había preparado.
Se me pasó por la cabeza saltarme el instituto, pero no quería ser cobarde; nada de huir, afrontaría los problemas como una adulta. No por él, sino por mí.
En el fondo estaba muerta de miedo.
Pero tampoco fue para tanto, el día prosiguió sin muchos imprevistos. Estuve con Megan y Traian casi todo el rato y en las clases apenas lo vi, ya que se sentaba en la última fila (gracias a dios que desde el segundo trimestre no nos sentábamos juntos).
-Becca, ¿estás bien?- me preguntó Traian durante matemáticas- pareces tensa.
-Estoy bien, creo- le contesté yo. ¡Pues claro que estaba tensa!, en cualquier momento podía pasar algo. Algo malo.
Matemáticas se me hizo eterna, pero en la última clase conseguí relajarme un poco. Dejé de contar los segundos en voz baja y presté atención a la clase. Más o menos.
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Perdida
RomanceEsta no es una historia de amor cualquiera. En ella te perderás, pero también te encontrarás, y cuando lo hagas, todo habrá acabado. Atrévete a perderte. Atrévete a vivir. Todos los derechos reservados. Prohibida la copia o adaptación. Besos, Angxe.