CAPÍTULO 12

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Tome un lindo collar, tenía un dije de un colibrí plateado, bastante bonito, los detalles estaban perfectamente tallados, en donde estaban los ojos había una piedrita de un tono azul. El regalo perfecto para Anaid.

Sólo me faltaba el de Sebastián, ya que él me estaba acompañando a hacer las compras para navidad, tal vez vendría después yo sola o invitaría a Mason.

Camine a la caja y pague con la tarjeta que nuestro padre nos dio, para que no lo molestemos. Salí de la tienda y camine con Sebastián a mi lado.

En estos dos días que han pasado, emos estado yendo con los chicos, Zack, Jo, Mike y Mason. Era tan cómodo estar con ellos, no habían nunca, NUNCA silencios incómodos, y Zack no perdía ninguna oportunidad en hacer una broma o burlarse de Jo o Mike.

Por otra parte, mi madre estaba más distante de lo normal, lo digo enserio, según Sebastián, lo que ella le dijo es que no pasaba nada, sólo que esta tratando de acostumbrarse. Lo cual era mentira, Sebastián decía que había "problemas en el paraíso".

-¿Qué traes?- Sebastián preguntó al ver que estaba callada.

-Un pantalón, las bolsas con los obsequios, mI blusa, cabello, mis Vans....- volteo y lo miro sonriendo y el esta con una cara de "habló enserio". -Nada, sólo estaba pensando..- contesté con simpleza.

Él soltó una risita y se mordió el labio para no reír más fuerte y yo lo mire ofendida...

-Si pienso, torpe. Que TU no pienses, no quiere decir que los demás no lo hagan- me defendí molesta.

-Tenía que intentarlo....- dijo escondiéndose de hombros.

-¿Qué le compraste a mamá?- pregunté.

-Unos pendientes, ¡Muy lindos!- lo último lo dijo con un tono de voz chillona y pestañeo varias veces y peinó su cabello como si estuviera largo. Me hizo sonreír- ¿Y tú?- me preguntó.

-Un vestido. Espero que le guste. Ya sabes que es algo.... especial- me encogí de hombros.

-Le va a encantar- me apoyo, ya que sabe como es mamá. -¿y qué le regalarás a papá? Yo una caja de puros-

-Mmm.. un reloj de muñeca- contesté.

-¿Y a Anaid?- preguntamos los dos al uníson. Y reímos.

-Tu primero- dijo él.

-No, tu primero si no, no te digo- me crucé se brazos.

-Entonces yo tampoco- me imitó.

Guardamos silencio por un momento. Y yo quería saber y no soporte.

-Un collar-

-Necesito que me ayudes-

Hablamos al mismo tiempo.

-¿No le has comprado nada?- pregunté sorprendida. Y él negó. -Bien, ella traerá muchos vestidos, así que... unos zapatos no vendrán mal-

-¿Qué? ¿zapatos? ¿Acaso me vez con cara de que tengo ganas? ¿o con gusto para esas cosas?- dijo disgustado.

Alce una ceja (bueno, intente alzar una ceja, lo más seguro que sólo logre una mueca). -Tienes que acompañarme y dar el gusto bueno-

-¿Tengo de otra?- preguntó. Y yo negué.

-¡Bien!- gritó molesto.

Caminamos por todo el centro comercial, buscando los zapatos ideales. Ya que, o a mi no me gustaba o a él le parecían exagerados. Estábamos a punto de rendirnos, pero Sebastián pego un gritito que nunca había escuchado de su parte, ni cuando las cucarachas volavan. Y eran perfectos, a los dos nos gustaron. Obviamente Sebastián me amenazó en no decir de su Don de gustos por zapatos para chicas, o más bien que tiene buenos gustos.

¡Pudiste haberlo dicho!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora