CAPITULO III

117 27 85
                                    

HERMOSAMENTE INFERNAL

Admito que no he dejado de soñar el cuerpo de aquella mujer en el poste, pero en vez de verle su cara, veo la cara de Abigail. Sueño que voy corriendo detrás de ella en una avenida muy larga, es de noche y las farolas alumbran cada 2 metros, ella corre con un vestido blanco de seda, pero cuando estoy a punto de alcanzarla, aparece tirada a lado del poste con el vestido desgarrado y sangre por todas partes.

Despierto agitada y con mi corazón latiendo, unas gotas de sudor se resbalan por mi frente y trato de traerme al presente. Los días pasan más lento cada vez que amanezco con lágrimas en los ojos, siento que envejezco aún más, no he dormido bien por tantas pesadillas y trabajo que he tenido. Cuando por fin pude despabilar, alcanzo a escuchar unos murmullos detrás de mi puerta y decido acercarme para escuchar mejor.

—Te he dicho que no estoy seguro si debemos hacerlo.

Es que lo veo muy mal, no sé cómo podemos ayudarlo, es la única manera.

—¿Y qué pasará con Leila? Ella también sufre, aunque no lo demuestre.

—Supongo que tendrás que hablar con ella para que sepa lo que sucederá

Las voces de mis padres me ponen nerviosa, temo por Alex, temo por por ellos. Me separo de la puerta y rápidamente me coloco ropa para salir, justo cuando termino de ponerme unas botas escucho que alguien llama mi puerta.

—¿Puedo pasar? —Mi padre asoma su cabeza por un lado de la puerta y yo asiento invitándolo a entrar.

Su caminar es sin igual, seguro y firme, su cabello negro y una altura que roza el marco de la puerta la cual todos sorprende, yo recuerdo pedirle de pequeña que me alzara en sus hombros, pero él insistía que podía abrir un hoyo en el techo. Sus bromas y sus consejos jamás faltaron en mi vida y ahora es lo que más necesito.

—¿Qué pasa? —Pregunto cuando él se sienta en la cama junto a mí, me veía preocupado y un poco titubeante —¿Por qué tienes esa cara?

—Vamos a hablar de un tema que será difícil de afrontar y debemos estar juntos como familia —toma una de mis manos y toca mi diminuta y casi invisible cicatriz. —¿Recuerdas cuando hiciste un drama por haberte caído del árbol? —una sonrisa casi silenciosa sale de sus labios y yo lo acompaño de igual manera.

—No hice drama, sólo pensé que me quedaría sin mano.

—Pero no te pasó nada, sólo estabas arriba y un segundo después te vi tirada en el piso y con ojos de cachorrito porque te habías cortado.

—Fue culpa tuya por dejarme sola.

—No. Yo te dejé en donde estabas, que te hayas resbalado es diferente.

Ambos reímos y el movió la cabeza de un lado a otro.

—Ojalá ser capáz de protegerlos de todo —traga saliva y noto que no quiere desmoronarse, se siente triste y hasta culpable. —Debí protegerlos más.

—No es tu culpa, nosotros tenemos que aprender a cuidarnos —me mira y yo le sonrío de un lado. —No siempre estarán para poder curarnos las heridas.

—Lo sé. —Un suspiro largo y preocupante sale de entre sus labios, se nota un poco contrariado.

—¿Qué está pasando papá? —No quería sonar asustada, pero no puedo mentirle y mucho menos ocultarme ante él.

—Alex se encuentra muy mal, y tú mamá tiene una idea que honestamente no me parece la más adecuada.. —toma una pausa y se levanta, su tristeza inunda el ambiente y siento que me mareo. —Hay algo que no sabes acerca de tu mamá, algo que no está en mi lugar contarte. Pero tienes que saber, que todo lo hacemos por el bien de Alexander.

Historias ParalelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora