CAPITULO VI

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COMO UN ÁNGEL

Ha pasado una semana desde mi cena con Johan, desde ese instante mis ansias de estar cerca de él han incrementado, sentir aunque sea un poco su tacto se ha vuelto completamente vital para mí, percibir su aroma a menta y puro me es un elixir de supervivencia, mis venas arden por la satisfacción que es tenerlo a pocos centímetros de mí.

Honestamente, no sé cuándo, ni cómo pasó, pero su presencia a pasado a no ser desapercibida para mí. Incluso, siento una conexión con él como jamás había tenido con alguien más, podría decirse que daría mi vida por la de él.

Johan viene a recogerme diariamente para llevarme al trabajo, después me acompaña a casa, sin mencionar que tiene tan buen sazón, puesto que se ha ofrecido a traerme de desayunar todos los días. La verdad, me sorprende su caballerosidad y voluntad de hacerme sentir aunque sea un poco mejor. Pero desde que apareció en mi vida, los días pasan volando y mis ganas de seguir viviendo incrementan.

Apago el monitor delante de mí y Alán me despierta de mis pensamientos.

-De nuevo te irás con el psicópata. -Él no ha dejado de llamarlo así desde que se enteró que mis cambios de humor fueron a causa de su presencia.
-Sí, vendrá por mí, cenará conmigo.
-Sabes, no soy tonto. -Al levantarme de la silla y ponerme mi abrigo lo observo curiosa tras esa acusación propia. -Sé que te gusta, y para serte sincero, no me agrada. Pero acepté la derrota.-Toma una pausa y mira directamente a mi alma. -Tras haber sido tu paño de lágrimas desde hace más de cinco años, dejaré de luchar por ti. Te mereces ser feliz con alguien que tú realmente desees.

Recoge su portafolio y tras decir eso, se retira lentamente de la oficina. No sé de dónde provienen esas palabras, pero no es lo importante ahora mismo, cuando resuelva las desapariciones podré reconciliarme con él.

Puntualmente me encuentro con Johan en el estacionamiento recargado en su bello auto y su conocido abrigo negro. Una sonrisa reluciente se hace presente en mis facciones y lo abrazo cuando me acerco a él. Tomo una respiración profunda para inhalar aquel aroma que me enloquece.

-Estás de buen humor.
-Siempre lo estoy, y más cuando apareciste en mi vida.

Viajamos juntos por un tiempo indeterminado, puesto que yo estaba perdida en lo que él me platicaba el tiempo pasó volando; prestaba poca atención a lo que decía porque yo me enfocaba nada más en observar sus facciones perfectas.

-¿Entonces? ¿Qué piensas sobre eso?
-¿Sobre qué? -Despierto de mis fantasías y me quedo con una mirada incrédula. Johan se ríe por lo bajo y sonríe de lado.
-Que traigo los expedientes de las víctimas, te los dejaré por el fin de semana porque el supervisor sospechará si hacen inventario y no encuentran el papeleo.

Lo había olvidado, estaba tan enfocada en aprovechar cada momento con él, que pedirle los documentos se convirtió en tema secundario.

-Sí, me parece perfecto. Puedo hacer notas rápidamente o sacarle copias fotoestaticas en la biblioteca.
-Está bien, cualquier otra cosa que requieras, no dudes en contactarme.

Eran aproximadamente las cinco de la tarde y el sol estaba en su punto, Johan nos condujo a un pequeño prado, parecía un parque pero se encontraba totalmente abandonado. En el camino comentó que había preparado la cena él mismo y que le gustaría pasar unos minutos conmigo mientras vemos el sol ocultarse en el horizonte.

Tras estacionar el auto, descendemos de él, tomando nuestros abrigos y la canasta de comida. Hacía frío, el tiempo estaba nublado pero no lo suficiente para prohibirnos ver los hermosos colores de atardecer; naranja, amarillo y rojo danzando en sintonía mientras se acerca la noche.

Johan toma de mi mano y siento una corriente eléctrica en mi cuerpo, me acerca a una banca en medio del prado y ambos tomamos asiento, procedió a sacar el contenido de la canasta, una botella de champagne, uvas y lo que parece ser la comida que él preparó.

-Te había comentado que cocino, no soy el mejor en la cocina, pero me defiendo perfectamente.
-Lo sé, a mí me agrada bastante la comida que preparas, ¿aprendiste a cocinar por tu mamá?
-No, mi mamá murió cuando tenía 10 años.

Trago saliva y lo miro con detenimiento, sus facciones no cambian a pesar de haber comentado esa tragedia, reparo sobre lo poco que conozco de él. Su voz es tranquila y me cuenta sobre él, como si no tuviera importancia.

-Aprendí a cocinar cuando fui a Italia de internado. Estudié medicina forense allá por una beca que gané, viví los 4 años de carrera y luego me mudé para acá.
-Sabes Italiano.
-Sí, era requisito para entrar.
-¿Ya sabías italiano desde ese entonces? -Pregunto sorprendida, no es normal que las personas aprendan italiano en vez de otros idiomas, yo tuve que aprender francés en mi carrera pero prácticamente casi no lo hablo.
-Mi padre era italiano, desde que nací me enseñaron a hablar dos idiomas.

Me mira seriamente, señal de que debo dejar de preguntar y seguir comiendo. Nos quedamos callados hasta que el sol se oculta y terminamos de comer. Hasta ahora sé muy poco de él, pero creo que es lo de menos, lo único que quiero es tenerlo cerca y compartir mi vida con él.

Observo a Johan con su perfil definido, es verdad que no noté su otra nacionalidad, tiene la nariz respingada y finita como un europeo, y sus manos, suaves y grandes, las cuales toman la botella de champagne y muy de cerca examina su etiqueta. Acaricia la botella como si fuera un trofeo, lo más preciado que existe. Una gotas de agua con hielo se resbalan en sus dedos y yo me quedo viendo cada uno de ellos, tan finos y perfectos para ser de un médico forense. Toma el protector de metal del corcho y con sus dos dedos desenrosca el alambre, pero esto provoca que se lastime y un fino hilo rojo sale de su dedo índice. Me quedo quieta y una sensación en mis brazos aparece. Es la picazón.

Johan toma una servilleta y antes de que se limpie tomo su muñeca, lo cual hace que se sobresalte y me voltee a ver, sus ojos brillaban a la luz de la Luna y pude notar su color real, son de un color café profundo con pequeños tonos rojizos.

-Espera, vas a infectarte. -Digo mientras observo su dedo y la sangre chorrear de él, trago saliva y me olvido de todo lo demás.
-No te preocupes por mí. -Él se acerca a mí, y coloca una mano sobre mi pierna. -¿Quieres probar?

Aquello podría haberlo negado inmediatamente, pero ahora mismo, no deseo eso. Mi corazón palpita y mis sentidos se agudizan. Puedo oler su sangre, su respiración es suave pero pausada, en mi mano puedo sentir el calor incrementar y dejo de percibir el frío del exterior.

Poco a poco, lentamente, me acerca su dedo a los labios y con un suave toque, deposita una porción de sangre, a lo que inmediatamente paso la punta de mi lengua sobre ellos, saboreando aquel líquido carmesí. El sabor no era algo de lo cual me haya sorprendido, de hecho me pareció muy familiar y delicioso.

Miro directamente a los ojos de Johan y puedo ver su excitación en sus pupilas. Sin despegar mis ojos de él, tomo nuevamente su muñeca y acerco su dedo a mis labios, chupando y saboreando el exquisito licor proveniente de su interior. Sus pupilas se dilatan y deja salir un pequeño suspiro de sus labios. Mientras tanto, yo succionaba tanto que me mareaba, tragaba aquel fluido del cual sentía jamás dejar de consumir.

Él separó su dedo de mi boca y precipitadamente me toma de la cintura y me coloca en sus piernas, tomo su nuca y su cabellera negra mientras él me besa con pasión y deseo. La sensación fierrosa de la sangre se combina con su sabor a menta, lo cual lo convierte en el sabor más rico y delicioso que he probado.

Nuestras respiraciones agitadas de la ansiedad de poder tomarnos mutuamente, se unen en una sincronía, él toca mi cuerpo como si de eso dependiera su vida, mientras yo acaricio su pecho y cuello durante nuestro eterno beso. Muerdo su labio inferior con tanta fuerza que él se separa y examina con un dedo aquella parte lastimada, y una pequeña mancha de sangre aparece en su dedo y él me mira, con mi lengua delineo lentamente su labio, limpiando todo rastro de líquido carmesí. Nos separamos, pero no tanto para evitar nuestro aliento combinarse, él toca mi mejilla y observa cada una de mis facciones.

-Eres perfecta. Eres como un ángel, hermoso y delicado.

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⏰ Última actualización: Oct 30, 2020 ⏰

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