SINOPSIS

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Desperté en una noche fría y oscura, me encontraba a la mitad del bosque, mis oídos tapados me dolían, mi corazón palpitaba a mil por hora, mi cuerpo envuelto en mi delgado vestido, sin saber cómo había llegado ahí y al abrir los ojos vi el azul oscuro del cielo. La luna brillaba con tanta intensidad que mis ojos ardían ante su belleza, su luz astral me envolvía en sus brazos y le rendí tributo soltando un par de lágrimas. El sonido del viento entre los frondosos árboles me provocaba escalofríos, me acariciaban mis extremidades desnudas.

Traté de incorporar mi cuerpo para observar a mi alrededor, seguro habían pasado horas desde que llegué aquí puesto que mis piernas me temblaban y mis labios estaban secos. Me remojé los labios y sentí un sabor bastante familiar, era salado metálico, una sustancia acuosa olor a azufre, describir su sabor me es complicado puesto que sabe mejor que aquel vino que tomaba todos los días, sabe a algo que te llena de una profunda satisfacción y te deja aún más sedienta. Me percaté que aquella sustancia se encontraba esparcida en toda mi prenda, un color carmesí oscuro resaltaba en la tela blanca.

Sentía mi cabeza dar vueltas, mis pulmones ardían tratando de absorber oxígeno, una guerra se estaba resolviendo dentro de mí donde dioses y demonios peleaban para tomarme. Para que mi alma se desvaneciera entre mis manos y me convierta en un fénix celeste que renacía entre las cenizas de mi antiguo yo.

Mis sentidos se agudizan al escuchar los pájaros revolotear hacia el cielo, mire las copas de los árboles y luego hacia el musgo en el piso, mis pies desnudos llenos de tierra estaban pálidos por la humedad de aquel paisaje.

Al principio pensaba que eventualmente me sentiría de mejor manera, ya que me percataba de los cambios emocionales de mi persona, sentía mi espíritu libre y mi autoestima superaba niveles estratosféricos, pero jamás me había cruzado en la mente las consecuencias de las decisiones que había tomado. Hasta hoy.

No solo me perdí a mi misma. También a lo que más me importaba.

Pero el tiempo y los recuerdos se desvanecen, todo lo que alguna vez viví, ya no existe. 

La pequeña y diminuta línea entre lo socialmente aceptable y lo que mi instinto me encamina, poco a poco se desvanece frente a mí. Y tengo miedo de dejarme llevar.

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