7. Cazando secretos
Los Ángeles, California
You make me feel de Cobra Starship sonaba en los rincones del precioso mercedes negro, con Alex tarareando el ritmo mientras comía de una bolsa de gomitas dulces, sus favoritas. Thea iba en el asiento del copiloto riendo a cualquier cosa que Alex hiciera, porque la verdad le estaba agarrando un nuevo cariño, no era tan intimidante como aparentaba.
- ¡I'm the baddest baby in the atmosphere! - cantó a todo pulmón la rubia, con la Hamilton uniéndose en el coro -. ¡YOU MAKE ME FEEL SO!
Eran esos pequeños momentos donde Alex vivía sin preocupaciones, dejándose llevar siquiera unos segundos, olvidando los problemas de su familia. Comenzaba a tratar a Thea como la hermana pequeña que nunca tuvo, y eso la ponía de cierta manera contenta. Tenía un instinto materno de protección y consentimiento irrevocable. Amaba mimar tanto a sus juguetes como a sus seres queridos, después de todo el dinero no era un inconveniente.
- ¿A dónde vamos? - Thea se recostó en el cómodo asiento de cuero, hablando calmadamente.
- Ya te dije, un evento muy especial - respondió ojeando a la Hamilton para luego centrar sus ojos en la carretera de la costa.
- No eres muy específica, puede que me lleves a un tráfico de personas y planees venderme a un comprador de Haití.
Alex se carcajeo, saboreando el azúcar sobrante en su dedo.
- No me gusta el tráfico de humanos. Mi familia se dedica mayormente al tráfico de armas y el lavado de dinero. Somos inversionistas, negociadores, encantamos con palabras adecuadas y nos dan dinero a cambio.
Thea la miró por un momento, escaneando de arriba abajo a la preciosa gánster.
- ¿Te gusta lo que ves, pequeña? - burló la rubia con una coqueta sonrisa.
La Hamilton se sonrojó aclarandose la garganta.
- Intentaba averiguar qué es lo que te mantiene en la cima a parte del dinero.
Ya habían llegado a su destino, el mercedes se detuvo frente unas puertas de acero y Alex bajó la ventanilla para hablar por el monitor.
- Alexandria Ambrosetti - Y con eso, el portón se abrió revelando un camino de grava que subía una colina. Thea veía la costa entera en la otra ventanilla, el sol estaba en su punto más alto con su calor abrasador y el mar envolvía las rocas con calma. En el horizonte se perdían puntos blancos de yates y botes en kilómetros y kilómetros de infinito mar azul.
En cuanto el camino de grava terminó, una gran casa vacacional las recibió, rebosante de modernización, elegancia y mucho dinero. Alex se colocó unas Ray Ban de montura negra con detalles dorados cuando el ballet parking le abrió la puerta, una mano estirada para ayudarla a salir.
- Bienvenida al Desayuno Blanco, ma'dame, permitame por favor las llaves de su auto - Algo que Alex amaba era la cortesía, por ello le dio una decente propina al chico de veinte años quien agradeció radiante. La ojiazul por su parte le agradeció al chico de dieciséis años que le ayudó a ella, quien se sonrojó ante la Hamilton.
Ambas mujeres subieron los escalones, cruzando las puertas principales de vidrio con un mayordomo guiandolas al patio trasero, pero Alex detuvo a Thea antes de salir al exterior.
- Respondiendo a tu curiosidad, lo que me mantiene en la cima es, como dije, las palabras. Una promesa, un suspiro, un gemido y nadie se resiste. Incluyéndote, ratita.
Thea vio a la rubia seguir al mayordomo una vez estando al aire libre, caminando por un sendero y rodeando una piscina hasta unas mesas de manteles blancos llenas de comida de variado sabor: frutas, almendras, cereales, baggels, omellets, crepes, waffles, panqueques y aderezo de todo tipo.
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Bad Girls © (Sin editar)
Novela JuvenilSon hermosas, como las rosas con sus pétalos de seda. Son poderosas, como las reinas gobernantes de siglos remotos. Son letales, como balas disparadas en la oscuridad. Son chicas malas, con las chaquetas de cuero salpicadas en sangre, el cigarrillo...