two.

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  El sonido del despertador hizo que Audrey abriese los ojos y los volviese a cerrar con su ceño fruncido al verse deslumbrada por la luz que entraba por su balcón. La noche anterior había dado mil vueltas por su cama antes de lograr conciliar el sueño, pues no podía imaginarse las numerosas posibilidades de que algo malo ocurriese en su primer día de clase. Algo que la hiciera sentirse humillada y avergonzada.

  Se sentó en el borde de la cama y bostezó al mismo tiempo que se desperazaba. Salió de la habitación y en el pasillo se encontró con Ashton, aunque éste ya estaba vestido con el uniforme para comenzar su último año de clase antes de la universidad.

-Buenos días, enana.- besó su mejilla y volvió a hablar.- Te espero abajo para desayunar.

-De acuerdo, no tardaré en prepararme.- su hermano asintió y desapareció por las escaleras. Audrey, en cambio, se dirigió hacia el cuarto de baño que compartían Ashton y ella, ya que sus padres tenían el suyo propio en su habitación, y abrió el grifo del lavabo. Juntó sus manos y las puso bajo el chorro de agua, haciendo que se formase un pequeño charco en ellas, para después, mojar su cara. Repitió la acción una vez más y se cepilló los dientes. Cuando terminó en el baño, volvió a su habitación y abrió la puerta del armario, observando el uniforme que tendría que llevar durante todo el curso.

  Lo sacó junto a la percha en la que su madre lo colocó días atrás y lo dejó en la cama. Nunca le habían gustado los uniformes, ya que su condición no le permitía verse segura y cómoda llevando uno. Se vistió, salió al pasillo y se fijó en el reflejo que le brindaba el espejo. Tampoco le quedaba tan mal, aunque todavía seguía pensando que sus piernas no estaban lo suficientemente ocultas tras esos calcetines largos.

-¡Es un colegio católico, por el amor de Dios!- se quejó, al mirar su falda por arriba de las rodillas.- Debería llegar hasta el suelo.- murmuró, molesta. Bajó las escaleras dirección a la cocina y se sentó frente a Ashton en la mesa.

-¿Cómo te sientes?- le preguntó el rizado antes de meter su cuchara llena de cereales en la boca.

-Igual o peor que mi primer día de clase en Londres.- admitió.- Creo que vomitaré en cualquier momento.

-Ya sabes que mamá y papá se fueron a trabajar temprano, pero me han dejado un mensaje para ti.

-¿Y?- insistió Audrey con su mirada.

-Que tengas un buen primer día, y que cuando creas sentirte mal, cuentes hasta diez cerrando los ojos y respirando lentamente tal y como te enseñó tu psicólogo en Londres.

-Suena tan fácil...

-No te vengas abajo. Sabes que me tendrás en cualquier momento si me necesitas.- la rubia comenzó a ponerse nerviosa, y sus manos, a sudar. Ashton intentó calmarla.- ¿Qué me dices si quedamos para almorzar?

-Sí, por favor.- el tono suplicante en la voz de su pequeña Audrey hizo que Ashton sonriera de lado mientras miraba el bol lleno, ahora, solo de leche.

-Será mejor que nos vayamos ya a la parada, o llegaremos tarde.- dijo su hermano mirando la hora en su teléfono.

  Salieron de su casa, no sin antes coger un bolígrafo por si tenían que anotar algo en el horario, y caminaron hasta la parada de autobús.

-Hola.- Audrey levantó la mirada del suelo y miró a la persona que había hablado. Una chica rubia con unas cejas bastante gruesas sonreía a los hermanos esperando una respuesta.

-Hola, me llamo Ashton.- le tendió su mano, la cual aquella chica aceptó.

-Yo Olivia, aunque todo el mundo me llama Liv.- sonrió. Desvió su mirada hacia Audrey sin borrar la sonrisa, preguntándole con la mirada su nombre.

social anxiety |l.h.|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora