Capitulo 1

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No podía creer lo que estaba escuchando.-Ella no... no puede ser, se-se e-están equivocando- logré decir, sin parar de temblar. –Mamá por favor, no puede ser que Caroline este muerta, ellos se equivocan- gruñí a los policías que estaban frente a la puerta, uno era alto, flaco, pelo rubio, ojos marrones y se le notaban las ojeras, tendría unos 27 años, mientras el otro era todo lo contrario, bajo, regordete, calvo y andaría por los 40 años. Mi madre se agarraba la cabeza y lloraba, sin decir una palabra yo no sabía qué hacer me estaban diciendo que mi mejor amiga y sus padres tuvieron un accidente mientras volvían de sus vacaciones. Solo puedo pensar en Sarah, Carl y mi amiga Caroline, no pueden haberse ido, hace tres horas hable con ella por teléfono estaba muy entusiasmada porque Kevin él chico más lindo del instituto, el capitán del equipo de hockey, él que ella estaba enamorada desde kínder la había llamado. Por eso le suplico a sus padres para volver antes.
-Lamentamos su pérdida señora- empezó a hablar el policía calvo, mientras se volvía a poner el sombrero.

-Usted era el número de emergencia de Sarah Smith ¿sabía eso?

- oh si, éramos amigas, igual que nuestras hijas, yo puedo avisarle a su familia, yo... gracias por avisarnos.- mi madre respondía al policía sin dejar de llorar, esta es la segunda vez que la veo así de mal, la primera fue cuando falleció la abuela, al igual que ahora vinieron dos policías a notificarnos, yo tenía doce años, estábamos solas en casa, por suerte ahora está mi padre. Me había quedado esa noche en casa de Caroline, me abrazo hasta que deje de llorar, comimos hasta no dar más, su madre había hecho un postre de frutilla y chocolate. Nuestro favorito. Y ahora ella no está.

Yo, no la tengo para que me abrase y me diga que todo va a estar bien.

Cuando se fueron los policías, nos quedamos en silencio, mamá le contó a mi padre lo que había surgido mientras él se bañaba y yo me quede en el sillón, tratando de despertarme de esa pesadilla, porque esto...esto no puede ser cierto. Mi padre me preparo un té de manzanilla y me dijo que sería bueno que me acueste un rato –Mañana va a ser un día largo amor- Asentí mientras lavaba la taza.

Subí a mi cuarto, me acosté, miré durante horas la pared que estaba llena de fotos de Caroline y mías, luego simplemente me dormí.

La mañana siguiente me despertó el sonido de mi celular, por un momento pensé que ayer solo fue una pesadilla, pero cuando lo abrí noté que tenia 32 llamadas perdidas y unos cuantos mensajes, leí uno por uno y todos hablaban de Caroline, algunos querían saber si era cierto y otros me daban el pésame. Gente que no conocía de pronto me escribía. Pero el mensaje que mas me llamo la atención fue el que decía:

Caroline era una gran chica, solo quiero que sepas que podes contar conmigo para lo que sea. Kevin

Él era el chico por el que ella volvió de ese maldito viaje antes, él era el culpable de esto, si él no la hubiera llamado ella seguiría con vida, estaría acá conmigo. Trate de sacar toda esa rabia que se apodero de mí, yo sabía que no era cierto, yo sabía que lo estaba culpando injustamente, pero no podía, necesitaba sentir enojo, necesitaba enojarme con alguien por lo que le había ocurrido a mi amiga, no podía dejarlo pasar, yo la quería y ahora no está y él es el culpable, tiene que serlo!

-Cariño ¿estás bien?- mi madre estaba en el marco de la puerta mirándome con los ojos tristes.

- si mamá, solo revisaba mis mensajes y hmm... son muchos.

-ah si, el teléfono de casa no para de sonar tampoco, sus familiares vienen al funeral y algunos se quedan acá, ¿no te molesta? Es solo por hoy- me miraba como esperando mi típica reacción, cuando me entero que alguien no querido viene a casa, pero no era sobre mí, esto era sobre Caroline y su familia y yo haría todo lo posible para que tuvieran una buena despedida.

-No mama, supongo que está bien- conteste mientras buscaba el vestido negro que utilicé en el funeral de la abuela. Espero que aun me quede. Y así fue ese maldito vestido me quedo.

Llegaron los familiares de Caroline, se aprontaron y nos dirigimos al cementerio en silencio. Todos de negro.

Me sorprendí al ver la mitad del instituto allí, hasta el grupo de las "OSE" fueron. No las soportábamos mucho y siempre hacíamos bromas privadas sobre sus pelos o como iban vestidas, las llamábamos "OSE" porque Katty la principal del grupo tenía unas orejas enormes que cubría con su pelo, lo entienden "Orejas Súper Estiradas".

Pero aún así creo que es bonito que hayan venido, eso demostraba que aunque sea en el fondo tenían corazón, quien lo diría...

También había ido Kevin, no sé porque cuando lo vi se me revolvió el estomago, no podía quitarme de la cabeza que él tenía la culpa, algo en mi sabía que no era así, pero igual le demande unas miradas de "qué demonios haces aquí" y "no quiero volver a verte".

Al finalizar el funeral, yo seguía sin llorar, es extraño yo que lloró hasta cuando piso una hormiga, en el peor día de mi vida no puedo llorar, me enoje conmigo misma, no puedo creer que no esté llorando ¿qué clase de amiga soy?

Al siguiente día, me desperté con pocas ganas. Era el primer día de instituto y por más que les rogué a mis padres para no ir, me obligaron, alegando que tenía que seguir adelante y que el primer día del último año de instituto era importante. Era la peor excusa que podrían darme, importante ¿para qué o qué?, si lo único que vamos a hacer es hablar de un montón de estupideces, todos saben que el primer día de clases nunca se hace nada.

Pero aún así me vestí con lo primero que encontré que eran unos jeans gastados, una remera de los Rolling Stone, mis zapatillas converse y baje a desayunar.

Mientras esperaba en la parada de ómnibus, me puse a pensar que este sería nuestro último año, teníamos grandes planes para este año y ahora no tengo fuerza para llevarlos a cabo, no sin ella.

-¿Sube o no?- el chofer me miraba con las cejas en forma de arco.

-emm... si perdón- dije mientras subía torpemente.

Me dirigí a un asiento en el fondo, podía sentir cada mirada de todos los que estaban allí y no disimulaban simplemente paraban de hablar, me miraban y habrían la boca. No era un secreto que mi amiga había muerto hace dos días, pero aún así no comprendí porque me miraban tanto, ¿estarán esperando que llore, que grite o actúe como una loca?
Sentí un dolor punzante en el pecho, una angustia enorme, pero aún así ni una lágrima corrió por mi mejilla.

Fue un largo viaje hasta el instituto y eso que mi casa solo quedaba a nueve calles.

Después de ti...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora