Capítulo 4: ¿Sueño?

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Todo daba vueltas, la cabeza me dolía, quería vomitar. No lograba identificar el tiempo y espacio donde estaba, me encontraba totalmente desorientado. Abrí mis ojos con dificultad debido a lo pesado que sentía mis párpados. Lo primero que noté cuando me fui acostumbrando a la tenue luz que me permitía distinguir un poco en la oscuridad, fue que el suelo se movía, no, yo me movía y ¿estaba flotando?  ¿por qué carajo? ¿había muerto y ahora era un fantasma? Mientras examinaba el suelo en movimiento y trataba de asimilar al mismo tiempo en que posición me encontraba, aturdido pude distinguir algo largo manteniendo un movimiento oscilante frente a mis ojos.

Tardé en captar, pero finalmente comprendí que era ¿una cola?

Recobré mis cinco sentidos en ese momento. Abrí mis ojos de par en par. Despierto analicé mi entorno y descubrí que aún era de noche por lo que de seguro había recobrado la conciencia luego de que me propinaran el golpe; además, capté que la razón por la que me estaba moviendo sin hacer esfuerzo alguno, era porque me llevaban cual costal de papas. Me estaban cargando.

¿Pero por qué? ¿A dónde me llevaban? De seguro esa cola le pertenecía al bastardo que...

Divagué. 

Analicé con mayor detenimiento lo que sucedía en ese instante. Mi situación. Traté de conservar la calma, no quería sacar conclusiones apresuradas, no quería ilusionarme, pero no había mucho que pensar porque todo apuntaba a que efectivamente, luego de tantos años de arduo trabajo había encontrado finalmente a uno de ellos (o más bien me habían encontrado). 

Por fin lo había conseguido.

Me sentía tan afortunado, dichoso, feliz. Mi sangre hervía de la emoción, mi corazón latía con furia. Era increíble. La oleada de sentimientos que desbordaban mi pecho era indescriptible. Simplemente era como uno de mis mejores sueños. 

Había hallado a un reptiliano. 

Cada vez que su escamosa cola rozaba mis brazos, aun si la tela que los cubría evitaba un contacto directo, se sentía increíble, mi piel ardía de lo impresionante que se sentía. Su siseo retumbaba en mi oídos, era una melodía de ensueño, un suave y ligero sonido que me confirmaba que no se trataba de una persona cualquiera. 

No pude contener mi emoción a pesar de mis esfuerzos. Cuando me había dado cuenta ya era demasiado tarde. Le había agarrado la cola.

Demonios

Maldije mis estupidos reflejos. No me había podido contener y había terminado por arruinar el momento.

Dio un respingo y paró en seco  para tomarme de las piernas y aventarme de un solo tirón contra el suelo.

Al caer sentado en el suelo me quejé expresando abiertamente lo doloroso que había sido su trato.

Para mi pesar la oscuridad no dejaba ver mucho. Busqué mis lentes alrededor pero no los encontré, así que debí conformarme con la decepcionante visión borrosa  que me brindaban mis ojos en tan inapropiado momento. 

Lo recorrí con mi mirada logrando detallar a grandes rasgos sus características fenotípicas principales. Cosas como su estatura llamó mi atención pues mas aun desde el suelo se veía imponente. Su figura la identifiqué rapidamente como una masculina, pero solo eran suposiciones porque no podía distinguir más en la penumbra.

En medio de aquel silencio que se estableció entre nosotros, el viento frio agitó las hojas del suelo llegando hasta mí para acariciar mi rostro y deslizarse entre mis rojizos cabellos.

El silencio incomodo dio fin cuando oí una voz ronca y penetrante dirigirse hacia mí. Una que me heló la sangre.

-¿Qué crees que haces aq—

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