Capítulo 9: ¿Emboscada?

161 10 1
                                    



- ¿Entiendes? O les dices la verdad a ellos o te doy la paliza de tu vida.

- Creo que hiciste las cosas al revés –dijo mientras se ponía de pie y limpiaba la sangre de unos de sus labios al parecer roto.

- Te lo merecías. Eres un completo idiota, ¿lo sabías?

- Pues yo creo que aquí el idiota eres tú –señaló algo detrás de mí. Yo, ingenuamente miré hacia atrás creyendo que quizá alguien del pueblo se había atrevido a entrar a mi casa. Sin embargo, antes de que pudiera mirar de nuevo a Alfred para quejarme de su mala broma, recibí un fuerte golpe en la cara que me dejó en el suelo.

- ...tramposo -me quejé sobando mi adolorida mandíbula.

- Ya estamos a mano, supongo –sacudió su ropa antes de abrir la puerta y salir.

-¡Espero que te haya quedado claro mi mensaje! –exclamé antes de que aquel engreído sujeto cerrara la puerta. Por lo menos había podido descargar mi frustración en el culpable de mis desgracias. Era una pena que no hubiese querido aceptar hacer una confesión pública.

Me levanté y fui a tomar una ducha para tratar de relajarme. Debía calmarme y pensar. Pensar en un nuevo plan, había alguien más que merecía un par de golpes y además me debía una disculpa. Debía volver a aquel lugar, debía volver a la cueva en la que estuve todo el tiempo.

Una cueva...

Una...¿cueva?

¿No lo había llegado a pensar hasta ahora. Solo me había basado en suposiciones para concluir que en esos días había estado metido en esa cueva que habia encontrado ¿pero era así? Sin duda había sido muy tonto al reducir una civilización a solo un lugar. A pesar de no haber podido recorrer aquel lugar subterráneo, no podia asegurar que era pequeño pues de acuerdo a lo que Zarc me habia contado, debia ser inmeso. Además recordaba que había caído por un agujero, así que lo más probable era que aquel agujero me había conducido hasta algún lugar entre quien sabe cuántos túneles que se conectaban y daban lugar a algún tipo de ciudad subterránea. Si, esa conclusión era mucho más apropiada.

Seguro de aquella posibilidad, tan pronto salí del baño, me preparé y tomé la mochila que habia preparado para salir directo al bosque. Evidentemente prefería arriesgarme a quedarme de brazos cruzados.

No fui muy precavido, sin embargo a pesar de que salí cuando el sol aún estaba en la cima, fui cauteloso cuando crucé una de las tantas cintas que me recordaban el riesgo que corría al continuar con insistencía mi investigación. Una vez puse un pie en el suelo del bosque, empecé a caminar rápidamente hacia adentro para evitar ser atrapado. De hecho, aún estando adentro continuaba estando alerta a cualquier movimiento que me indicara que me habían descubierto, y eso me tenía con los nervios de punta. No solo debía evitar ser visto sino que además de eso debía seguir buscarndo algún otro rastro que me llevara a la cueva o a algún agujero porque si, de ser necesario me lanzaría voluntariamente.

No pasó mucho tiempo para cuando un sonido heló mi sangre. Eran voces bastantes graves y penetrantes que me obligaron a ocultarme detrás de un árbol. Mi corazón palpitaba con gran velocidad, mi manos temblaban. Creia que me habían descubierto, pero por suerte no habia sido así, de hecho aquellas voces no iban dirigidas a mi sino a alguien más. A alguien que llevaba la misma ropa que yo, el mismo corte de cabello, el mismo color, gafas.

¿Mis ojos me engañaban? Estaba viendo a alguien exactamente igual a mi. No era yo, no era un reflejo, ¿estaba soñando? Simplemente era algo que no podia ser procesado a la primera.

Limpié mis lentes rapidamente. Bajé la mirada, llevé una de mis manos hasta mi pecho asegurandome de que estaba despierto y completamente consciente. No estaba delirando. No tardé en volver mi mirada a aquel lugar con la misma expresión de sorpresa. Sin dudas era alguien más que lucia como yo, ¿Por qué? ¿de donde había salido? Lo más extraño e impactante de todo (y que no habia notado hasta ahora), era que aquel impostor estaba rodeado por reptilianos, pero a diferencia de Zarc, estos eran mucho más grandes, corpulentos y tenian la piel cubierta de cicatrices horribles. Aún si no se habian percatado de mi presencia, me sentía sumamente intimidado por la manera en que se movían y veían a quien parecia indefenso.

La situación lucia muy peligrosa, incluso para mí. Pude percatarme fácilmente de que aquel momento no era el adecuado para socializar. Ellos se veian diferentes. No podia poner en riesgo mi valiosa vida , asi que di un paso hacia atrás con la intención de huir de la manera más silenciosa y discreta posible, desgraciadamente mi pie quebró una demasiado crujiente ramita. Me hubiese parecido cómica esta situación por lo irónica y demasiado predecible que habia resultado ser, pero lamentablemente no era un lector más o un espectador, sino que era el protagonista de tan malaventurada escena.

Maldición.

Fue lo único que pasó por mi mente antes de ser el centro de atención de aquellas criaturas y el impostor. Al parecer la charla que habian estado manteniendo no habia sido suficiente para camuflar aquel tenue crujido. Era el colmo.

Antes de siquiera pensar en correr, vi que algo se acercó sumamente rápido. Una mancha verde.

No pude reaccionar.

Antes de caer al suelo por milésima vez, pude verlo algo escalofriante: La imagen del usurpador de identidad siendo reemplazada por la figura de un reptiliano conocido, como si de un disfraz se tratase.

¿Ya me estaba volviendo loco? seguramente, pero también las cosas empezaban a ser cada vez más complicadas.

ReptilianosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora