Capítulo 12: Revelación

152 9 9
                                    


Lo primero que vi al despertar fue el techo de mi casa. Acto seguido, al querer investigar más, me senté y no dudé en levantarme también. Los recuerdos de lo sucedido estaban tan frescos que aun sentía dolor al tragar saliva. ¿Qué había pasado con exactitud? ¿Dónde estaba el inspector? Bueno, más bien...reptiliano. No sabía ni que pensar, ¿un reptiliano había tomado su forma o desde el principio había sido así? No, aquello era demasiado improbable...o quizá no, a lo mejor solo me daba algo de escalofríos imaginar que fuese algo común entre aquellos seres el aparentar ser criaturas que no son.

Lo peor de todo es que ni siquiera había vuelto al bosque para evitarme ese mismo problema y aun así resultaba que hasta me habían seguido... ¿En qué me había metido?

Entré al baño para verme al espejo y apreciar que no era producto de mi imaginación el dolor que me aquejaba. Mi cabeza dolía un poco también. Tratando de ignorar por ahora aquel pormenor, algo nervioso por la probable presencia de mi agresor me animé a bajar las escaleras para encontrar como mínimo el cuerpo del reptiliano que vi antes en suelo. Por "suerte" no fue así. Si tan solo no me hubiese desmayado justo en ese momento y hubiese podido resistir más, hasta hubiera logrado ver a quien me ayudó. Esa persona debía ser alguien como mínimo más fuerte que yo y que además conociera a los reptilianos también, ¿no? Porque siendo así solo había un candidato, Zarc, pero eso era muy improbable. Tal vez solo había sido alguien del pueblo que había querido ayudarme, eso era más factible...lo único malo sería que habría descubierto aquellos seres también. Pensándolo mejor eso no sería malo, de hecho seria excelente ya que así tendría un confidente para compartir mis experiencias.

Un ruido en la cocina atrajo de repente mi atención provocando que me precipitara hasta el origen para asesorarme de quien era, ¿el probable valiente que me ayudó? O ¿el reptiliano? Para mi sorpresa fue lo primero, pero con la persona menos deseada.

-Alfred... ¿Qué haces aquí?

-Me preparaba un café...-dijo sin mirarme mientras terminaba de hacer lo que había dicho. Ahora se encontraba bebiendo de la bebida caliente mientras yo lo veía desconcertado.

-¿Te crees gracioso? ¡Nunca dije que podías entrar a mi casa! Agh, ya dame eso, es mío para empezar –sin decir algo más me acerqué para tomar la taza, aunque solo conseguí quemarme debido a que un poco del contenido caliente se había derramado sobre mis manos a causa del movimiento brusco que causé al querer arrebatarle la taza.

-Sí que eres tonto...-negó mientras una odiosa sonrisa se dibujaba en su rostro. ¿Pueden creerlo? ¡Se burlaba de mí! Y en mí jodida casa.

-Sal ahora –ordené mirándolo firmemente. Él solo siguió bebiendo en silencio. Sabía cómo hacerme enojar. Si no fuera porque recapitulé los acontecimientos anteriores para explicar su actual presencia en mi cocina, de seguro lo hubiese sacado a patadas. Al ver mi impulso de golpearlo siendo reprimido ante la duda, me limité a bufar y a cruzarme de brazos- Así que tú le ganaste –dije con un tono incrédulo bastante marcado en mi voz, se me hacía imposible considerando que su complexión física era igual a la mía, a menos que el cabello negro y color de piel le diera algún tipo de poder...no es cierto, solo bromeo.

-Sí, le gané. Por algo estas vivo ahora, ¿no?

-Ah...ciertamente, es solo que... ¿Cómo? –ante la pregunta solo suspiró dejando la taza, al parecer vacía, a un lado. Su largo silencio solo me ponía ansioso ¿Qué explicación tendría? Quizá había traído algún arma consigo que no noté.

-Reid...más importante que decirte el "como", quisiera darte una advertencia que espero esta vez escuches con atención y acates –inhaló profundamente antes de continuar. En esta ocasión, en lugar de estar a la defensiva con sus palabras, solo me dediqué a escuchar con interés...aunque este comportamiento al parecer le incomodó, bueno, hasta yo lo estaría si él hiciera lo mismo. Sin más pausas, continuó- ...es prudente que no vuelvas al bosque, también que digas públicamente que ya no tienes interés por los reptilianos e inmediatamente marches a otro lugar.

Ante su rostro serio no supe cómo reaccionar. ¿Me estaba tomando del pelo? ¿Había escuchado sobre mi afición y por eso bromeaba?

-Jaja...Alfred, ¿tanto te asustó pelear con ese reptiliano?

-No estoy jugando, hablo en serio ¿Por qué nunca me escuchas? ¿Por qué siempre actúas por tu cuenta sin ver las consecuencias? –me respondió con molestia caminando hacia mí para señalarme con su dedo índice. Si se atrevía a tocarme téngalo por seguro que le partiría la cara. ¿Qué se creía diciéndome esas cosas? – De no ser por mí ya estarías muerto –agregó aquella oración a su repertorio que me dejó en un breve estado de shock. Por un momento sentí que su mirada y forma de hablar me eran muy familiares.

-Ja, ¿perdón? Estas siendo jodidamente arrogante –dije al recuperarme rápidamente- es la primera vez que haces algo por mí así que no me estés hablando de esa manera, además –le sonreí burlonamente- según veo ahora, al parecer ya estamos a mano, ¿o no recuerdas lo de la multa?

-...te he salvado la vida más de una vez, de hecho la multa fue hecha solo para evitar alguna tragedia además de tu posible muerte o desaparición –se aproximó aún más provocando que yo le empujara para apartarlo. Sin duda ese sujeto estaba loco.

-¿Hablas en serio? No me hagas reír, ¿Desde cuando quieres mi bienestar? ¡No seas raro! Ni siquiera tú te crees eso que dices...

-Tienes razón –empezó logrando causar cierto impacto en mi con esa respuesta. Sé que tenía razón, pero que él lo aceptara tan tranquilamente me alarmaba- soy raro, pero lo eres más tú al creer que podrás conocernos sin llegar a pagar las consecuencias –pasó una de sus manos por su rostro causando que al apartar esta, sus ojos se tornaran de un color amarillo intenso. Sentí mi aliento helarse por ese instante- ... ¿No me reconoces aún Reid? Soy Zarc, el reptiliano.


ReptilianosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora