2 ( 2ª parte)

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- No vamos a estudiar... Suéltate el cabello y siéntate aquí. - dijo observando detenidamente las ondas que caían de la coleta que tenía.

- Tengo examen el lunes.

- Yo también. Siéntate. - literalmente me obligó a sentarme en el borde de la cama y hábilmente soltó mi cola de caballo dejando que mi cabello cayera por mi espalda.

Alba optó por alisar el cabello completamente, y con la plancha hizo unas cuantas ondas en las puntas.

Ahora el maquillaje.

Odio todo lo relacionado con combinar pinturas en mi cara, simplemente lo detesto, además se escondería detrás de los lentes, porque claramente los iba a llevar.

- ¡OH POR DIOS! - gritó al ver él cambio en mí. - Lucero, ¡te ves.... Te ves... ! ¡DIOOS!

- ¿Tan mal estoy?

- ¿¡BROMEAS!? ¡ESTÁS PERFECTA! Mírate. - me acerqué al espejo esperando encontrarme con un payaso, o con una pinta de mujerzuela, pero no.

Detallé mi apariencia, y esa no podía ser yo. El cabello estaba tan... y el maquillaje... Mi rostro... Jamás había optado por llevar el cabello suelto, pero quizás podría considerar un poco la ide-... ¡NO, NO, NO! - me reproche.

- Muy bonito tu trabajo, pero dame algo con qué quitarme esto. - señale mi cara.

- No. Colócate el vestido y estos tacones.

- Yo no sé usar tacones.

- ¡DEJA DE SER TAN NEGATIVA! De igual manera estás loca si crees que vas a combinar el vestido con zapatos planos.

- No sé usar tacones.-repetí.

Alba puso los ojos en blanco y me pasó el vestido que dude en ponerme.

Verme completamente vestida, maquillada y peinada me dio algo de... ¿De qué?

No parecía yo... Desde el vestido TAN ceñido, hasta el peinado tan informal y el maquillaje excesivamente... Llamativo. Mi aspecto físico nunca fue una gran prioridad en mi vida, la ropa que usaba era quizás un poco más grande de la que debería usar y me peinaba igual todos los días. Salía a trotar en las madrugadas porque era la manera que tenía de transformar el estrés provocado por la escuela, en sudor y por ende, me deshacía completamente de él.

Alba tocó, casi tumbó la puerta ante mi repentina demora. Eché un vistazo a mi reflejo en el espejo de mi baño, y abrí la puerta encontrando los dichosos tacones negros en frente de mi cama.

- Esos no son unos simples tacones, son unos zancos. - susurre viendo los tacones de ¿12 cm? ¿15 cm? No lo sé. Pero sí sé que caeré con ellos. Intenté ponérmelos y dar unos cuantos pasos fallando, como lo imaginé.

- Te ves preciosa. - susurró mi madre sonriendo desde el marco de la puerta. ¿Qué carajo hacía mi madre en casa tan temprano?

- ¿Mamá?

- Jamás te habías maquillado, y tu cabello está... Bonito.

- Gracias.

- ¿Vas a ir a una fiesta?

- Eso creo.

- ¿Quién eres y qué has hecho con mi hija? - bromeó y yo reí sutilmente.

- ¿No crees que es ... Mucho? - me señalé de arriba a abajo.

- Para nada, Lucero. Estás hermosa.

- ¿Por qué llegaste tan temprano?

- Pedí la tarde libre para pasarla contigo, pero me alegra que vayas a salir.

- Perdón, no sabía que tú...

- No pasa nada, aprovecharé para descansar.

- ¡Hola, señora Dominique!

- Alba, ¿qué tal?

- Todo muy bien, ¿y usted?

- También... Si no les importa, estaré en mi habitación. ¿Espero a que regreses, Lucero?

- No será necesario que lo haga, -intervino Alba- Yo me aseguro de que su pequeña llegue sana y salva a casa.

- Muchas gracias, Alba. Por favor salúdame a tu madre.

- Así será, que descanse.

Mi madre se fue, y Alba me dio ciertos consejos al caminar, como no encorvar la espalda o doblar las rodillas... Funcionaron un poco, aunque me seguía sintiendo como un simio con zancos.

Se arregló en menos de la mitad del tiempo que tardó peinándome y maquillándome, y por fin partimos en su auto a la fiesta de Maia.

La casa estaba llena de gente, la música se escuchaba hasta el exterior y los ebrios ya rondaban por el jardín.
Alba estacionó el coche y nos adentramos en la multitud.

- ¡Alba! - grito una aguda voz. Tan aguda, que nadie más podía tenerla sino Maia. - Llegas tarde.

- Lo siento... El tráfico.

- ¿Quién es tu amiga?

- Soy Lucero. - dije con un tono más severo del que estaba buscando.

- ¿Lucero? ¿Lucero Hogaza? ¿La ño...? - calló repentinamente, mientras me moría por reírme a carcajadas al ver su cara de no puede ser ella; y no la culpo porque también pensé lo mismo, pero ella se lleva el premio a la peor cara de sorpresa.

- ¿La qué? - la obligue a continuar obligándome a mantenerme seria.

- Nada... Es sólo que me sorprende que estés aquí.

- Vino conmigo, ¿eso te molesta? - dijo Alba.

- Para nada. Bienvenida, Lucero. A lo mejor podamos llevarnos bien... - asentí por educación y vi a una muchacha acercándose a nosotras.

- Alba, el chico de allá -señaló a un muchacho que sonreía y nos veía fijamente desde el sofá en el que estaba sentado.- Lleva rato preguntando por ti. Te necesita urgente, bueno, eso es lo que dice.

- Gracias. Lucero, espérame aquí no tardo. - Caminó hacia el sospechoso hombre que nos veía, pero al llegar Alba a su lado, el tipo no apartaba la mirada de mí.

-

¡Holaaaaa!

Amigos...

Amigas...

Wattpad me odia, ah.

El capítulo de ayer salió más corto de lo normal, por un conflicto rarísimo, y se borra el resto y blah, blah, blah.

Así que les pido disculpas infinitas, jaja.

¿Qué les pareció el capítulo?
¿Quién creen que sea el hombre? Jaja.

Un beso, mis mejores deseos para terminar esta semana y todo mi cariño.

Amor Virtual [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora