Desperté con un dolor de cabeza insoportable. Mis ojos ardían como si hubiera pasado mucho tiempo frente a una pantalla de una computadora y cosas así, y... No estaba en mi casa.
Me levanté de lo que usé como cama en la noche, tomé los tacones y caminé con dificultad por la enorme habitación esquivando los cuerpos de la gente que aún dormía plácidamente en el piso. Fui al baño, y me encontré con un desastre en el espejo: Mi cabello estaba despeinado, enredado y seguramente un pájaro ya habitaba ahí. El maquillaje estaba esparcido por toda la cara, y tenía los labios hinchados.
Aseguré la puerta, tomé una ducha, me vestí de nuevo y salí a buscar a Alba o a algún ser caritativo que me explicara cómo demonios me devolvería a mi casa.
- ¿Dormiste bien, preciosa? - inquirió una voz familiar detrás de mí. - ¿Cómo estás?
- Hola. - me giré lentamente evitando marearme y me encontré a Kolman perfectamente vestido y peinado.
- ¿Estás bien? Te noto un poco pálida.
- Me duele la cabeza.
- ¿Quieres una aspirina? Acabo de ver una en la cocina.
- Te agradezco. - fui con él hasta la cocina y me senté en una silla donde una chica estaba dando EL espectáculo la noche anterior. - ¿Sabes donde está Alba?
- Ella se fue hace varias horas.
- ¿QUÉ? -masajeé mis sienes reprochándome por gritar innecesariamente, qué tonta.
- Aquí tienes. - sonrió y me entregó el vaso de agua. - Me pidió que te llevara a tu casa, así que no te preocupes.
- No te conozco siquiera.
- No te preocupes, después de lo de anoche... - abrí los ojos como platos sintiendo como mi rostro se enrojecía de vergüenza. - ... Supongo que aceptarás que te lleve a casa, y aceptarás también mi invitación a salir mañana.
- ¿Por qué te ves tan bien? ¿No tienes dolor de cabeza?
- No. - sonrió- ¿Quieres irte ya?
- Sí. - sonreí de vuelta y me levanté de la silla tambaleándome.
- ¿Tienes todo? ¿Tu bolsa, zapatos, maquillaje, celular?
- reí ante su preocupación y asentí- Yo no uso celular.