Un nuevo despertar

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Me acabo de despertar. Me duele todo y lo que no me duele, no lo siento. Aún no quiero abrir los ojos. Se que estoy tumbado sobre un suelo de cemento. Sólido y frío cemento. Levanté la cabeza y noté como unas pequeñas piedras se me caían de la mejilla que estaba enganchada al suelo. Abrí los ojos suavemente y estaba solo. No divisé a nadie desde allí. Me levanté y pude ver todo con más claridad.

Había despertado en un lugar con casas destrozadas. Los hierros que sujetaban las paredes sobresalían de las mismas. La gran mayoría no tenía techo. Dentro de ellas estaba todo lleno de escombros. Con suerte, algunas casas conservaban desgastados marcos, donde hay alguna pintura, que de algún lado, se habían roto. Solo encontré esas casas en la primera calle. En otras calles encontré casas que tenían dos pisos, pero también en ruinas. Charcuterías con los cristales rotos, pero todo lo demás dentro de esos locales se conservaban bien.

Anduve alrededor de tres cuartos de hora, guiándome por la posición del sol. Aquel sitio no parecía acabarse, encontré de todo tipo de locales y calles. Hubo un momento que el viento arrastraba un papel y ví que había algo escrito, me pudo la curiosidad y cogí el papel. En el estaba escrito "Tu eres el primero y tendrás que aguantar a la primera oleada."

Tras leer el mensaje y levantar la vista del papel ví a mi madre con un agujero donde le dispararon.

--No eres real, no existes.-Le dije fríamente-
--Si que existo, hijo mío. Soy tan real como tu mismo.
--No eres real, no existes. Mi madre está muerta, le ví morir delante de mis ojos.
--Deja que te consuela hijo mio.
--¡No eres mi madre!-Grité cuando empezaron a caerme las primeras lágrimas a la vez que me mordía el labio inferior.
--Vale, tu lo has querido.

En ese momento, unos tentáculos negros y viscosos salieron de la herida y los mismos se comieron todo el cuerpo. Cuando finalizó se agrandaba y se encogía como si fuera un corazón palpitando. Se convirtió en un minotauro de tres metros y medio de alto. Negro, con las pupilas de color rojo, un anillo en la nariz y en las orejas, tenía una maza de piedra.

--¡Tú!-Rugió-¡Debes ser aniquilado!
--Te equivocas de persona, amigo.-Dije vacilante-Aún tengo muchos años de vida.

Escupió humo negro y espeso de la nariz y se dirigió hacia mi. Sabía que no podía huir en ese momento, me armé de valor y esperé allí quieto al bicho con una piedra en la mano. Me intentó aplastar con su maza, pero me hice a un lado y aproveché para subir por su brazo. Me coloqué en sus nuca, pero él estúpidamente, intentaba coger con las manos. Se hartó y se cayó de espaldas, pero antes de tocar el suelo, me agarré a un cuerno suyo y le tiré mi piedra por la boca. Cuando noté que empezaba a ahogarse, salté encima de su garganta, para matarlo definitivamente.

Cuando murió, me vino un pensamiento. "He matado a un ser, cosa que me convierte en un... asesino, como los asesinos que mataron a mis padres." Pero otro pensamiento me vino a la cabeza. "He matado por sobrevivir, nada más y esto nunca volverá a pasar."

Doce del mediodía, el sol estaba en su punto más alto y más caluroso. Aún no había encontrado señales de agua en toda la mañana. Fuentes oxidadas y secas, un suelo que me sería muy capullo, pues la mezcla de calor y humedad... ¡Eso es! No puede haber humedad sin que haya agua, pero mi pregunta es ¿donde está esa agua que me estaba produciendo tanta humedad?

Lo que sabía era que tenía que pensar como encontrar ese lago, río, mar. Lo que fuera que estuviera provocando esa brutal y azotadora humedad lo antes posible. Fue cuando ví a un edificio que era tan alto como un coloso. Fui lo más rápido que mis largas, cansadas y pesadas piernas me permitieron.

Al llegar a allí descubrí que no tenía ascensor y como todo lo que había en esa ciudad, estaba medio destruido. Cosa que hizo que subir por las escaleras fuera más emocionante. Al llegar a un punto que creí que era suficientemente alto, paré de subir. Cuando ví toda la ciudad desde las alturas me quedé asombrado. Un río bordeaba la ciudad por ambos lados hasta desencadenar en un mar y la parte del delta era todo tierra que podríamos utilizar para sembrar.

Visualice todas las calles antes de ir hasta al río. A pesar que el edificio tenía un sistema de poleas en la azotea, no quise utilizarlo. Mejor en otro momento. Desde aquella torre, hasta el punto más cercano al río, me imaginé que andando tranquilamente hasta allí, serían quince minutos. Así fue, quince minutos andando en ese ardiente sol. Pero al llegar a la rivera del río, escuché a alguien, insultando a todo aquello que se encontraba por delante. ¿Se podría tratar de otra persona? ¿O era otro espejismo? Fuera, lo que fuera, me tenía que arriesgar.

Le seguí la voz, llegó un momento que le dejé de oír. Empecé a chillar como un loco para que el me pudiera oír. Tras estar perdiendo el tiempo otros diez calcinadores minutos le encontré y entendí por que no me oía. Estaba disfrutando de un baño desnudo en el río. Me añadí a el en ese baño.

Debería de tener un año más que yo. Tenía el pelo rizado y rubio, ojos de un color marrón rojizo. Era regordete, con los mofletes y los ojos hinchados. Había estado llorando.

--¡Vete de aquí hijo de puta!-Me grito al verme mientras cogía un palo.-¡Sé que eres otro puto espejismo que va intentar matarme!
--Amigo, intenta estar más tranquilo ¿si fuera un espejismo crees intentaría matarte mientras me ducho contigo en pelotas?
--Cierto es.-Aún no bajó la guardia-¿Como me puedes garantizar que no eres un espejismo?
--¿Acaso ver que tengo un rabo entre las piernas, no abalanzarse sobre ti e intentar razonar contigo, no es una muestra de que no soy un espejismo?
--Soy Alberto, me puedes llamar Alber.-Soltó el palo y me ofreció la mano.-
--Yo soy Jon, encantado.

Le cogí la mano y me tiró al río. Ambos nos reímos y jugamos en el río como si fuéramos niños. Niños con pelo y desnudos. Le pregunté sutilmente como fue su espejismo. Me explico que vio a su difunto hermano pequeño al final de una calle y le paso lo mismo que con mi espejismo, pero este se convirtió en un cíclope de cinco metros. Con su palo le atravesó un pie y desapareció al estar muerto. Tuvo el también curiosidad por saber como fue el mio.

Cuando acabamos de bañarnos y beber un poco de agua de río, nos alejamos de la ciudad para investigar. Mientras más hablábamos, más me recordaba a mi amigo Adam.

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