Investigación

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Al alejarnos de la ciudad encontramos un bosque. No parecía que estuviéramos en el mismo mundo. En aquel bosque rebosaba la vida. El olor de la resina de los arboles, el verde de los frutos y el susurrar de las hojas cuando soplaba el viento, los salvajes y pequeños animales corriendo. Todo parecía sacado de un cuento de niños pequeños, donde la princesa se casaba con un príncipe y vivían felices para siempre.

Vimos todo tipo de animales con diversos tamaños y colores vivos en sus cabellos. Llegamos a ver conejos pelirrojos de un metro de alto, hasta crías de ciervos mamando de su madre. Nos quitamos las camisetas y las ligamos para hacer una bolsa para recoger las frutas que encontrábamos.

Al llegar a un risco de zarzas donde habían moras tan grandes como una mano ¡y que dulces estaban! Le dije de sembrar las frutas en la desembocadura del río y aceptó sin pensárselo dos veces. Cuando nos íbamos a ir encontramos a tres crías de caballo. Quisimos adoptar a esas crías y a la próxima persona que encontráramos, regalárselo. No tardamos mucho en encontrar a la siguiente persona. Encontramos a una chica estirada con las ropas rotas, solamente le tapaban las tetas y la vagina.

--No me creo esto, dame tu palo Alber.
--¿Ves a una chica casi desnuda y pretendes matarla?
--No quiero matarla, quiero protegerme y es más ¿que te asegura de que no sea un espejismo?
--Tienes razón, toma el palo.

Me acerqué a ella agachado, levantando el palo por encima de mi hombro. Ella se giró hacía mi y pude ver bien su cara y a esa persona ya le había visto antes. Era Paula. Al ver que era ella tiré el palo al suelo y me puse de rodillas al lado de ella.

--Hey-Le agite suavemente el cuerpo-despierta "cari", soy yo.

Se despertó de un bote y abrió de par en par sus ojos.

--¿¡Quien eres?! ¿¡Que has hecho con mis ropas?!
--Paula, soy yo, Jon.
--¿¡Como sabes mi nombre?!
--Mi pregunta es, ¿como no recuerdas el mio?
--Yo a usted no le conozco de nada. Me acabó de despertar en medio de un bosque y no recuerdo nada de como he llegado a aquí.
--Estate tranquila, yo a tí no te he hecho nada malo.
--¿Como me puedo fiar de ti? ¿Como puedo saber que no me has arrancado mis prendas y me has violado?
--¿Ves trozos de tus prendas por algún lado? ¿Me ves desnudo y empapado de sudor como señal de que te he violado? --Tienes razón. Perdón por mi hostilidad.
--Es comprensible tu hostilidad, no te preocupes.
--¿Has dicho que te llamabas Jon verdad?
--Si
--Vale y tu amigo de allí detrás.
--Se llama Alber.
--¿Como es que vais sin camiseta los dos?
--¿Quieres que te cuente todo mientras vamos andando?

Aceptó, mientras fuimos andando descubrí que tanto ella como Alber recordaban pocas cosas del pasado. Eso me hizo recordar la conversación que escuche en aquel coche, sobre que nos iban a borrar la memoria. ¿Porque yo recuerdo todo? ¿Que ha pasado? Sea la razón que sea, tengo que disimularlo hasta que encuentre otro como yo. Si no encuentro otro, tendré que seguirles el rollo a todos.

Lo que ponía en aquel papel me estaba atormentando. "Tú eres el primero y tu tendrás que aguantar a la primera oleada." ¿A qué se refiere con lo de "la primera oleada"? ¿Significa eso que vendrán más espejismos más fuertes, en más cantidad y más perturbadores? Tendremos que estar preparados.

--Jon-Me dijo Alber aplaudiendo delante de mi cara-despierta tío, parece que estés dormido.
--Verdad, ¿puedo preguntaros de que conversabais?
--De la ley de la relatividad no te jode. Estaba explicando lo que sabemos por ahora de este sitio. Mira, ya se ve desde aquí la ciudad ¿que os parece si vamos corriendo hasta la ciudad?
--Como se nota que tu no llevas toda la mercancía.-Le dije secamente-
--Como quiera usted, señor gruñón.
--Tranquiliza esos humos, tenemos que cooperar y eso será imposible si nos hacemos la puñeta entre nosotros.

Tras esa aportación se calló y menos mal que fue así, estaba a punto de romperle la nariz.

Nos vimos en la ciudad, solos y sin nada que hacer. Eran las seis de la tarde y nos pusimos a pensar que podríamos hacer. Finalmente, cuando noté que del centro de la ciudad al río era un largo camino y sugerí de hacer canales de agua por toda la ciudad. Pero no vimos manera de hacerlo, necesitábamos bambú para hacer que eso funcionara. Era lo único que nos faltaba.

Agobiados de pensar y estar quietos, fuimos a preparar armas para la próxima oleada. Vimos un supermercado en la recolecta de objetos para las armas. Gracias a nuestra imaginación, también diseñamos prototipos de trampas. Estuvimos hasta las diez de la noche en el centro de la ciudad. Donde había una plaza cuadrada de sesenta metros de ancho por veinte de largo y en el centro una fuente enorme.

Rodeamos la plaza con las trampas que habíamos hecho. Nos pusimos los tres apretujados en el suelo, rodeados de nuestras armas. Yo me puse en el medio de los tres, Alber a mi derecha y Paula a mi izquierda. Nos deseamos las buenas noches entre nosotros. Paula se durmió rápido, en cambio, yo y Alber no podíamos dormir.

--Hey Jon-Me dijo Alber-¿aprovechamos ahora que está dormida para follarla?
--Alber, dime que no lo estás pensando enserio.
--Pues eres tonto si no quieres violarla.
--No soy tonto, sencillamente soy humano.
--¿Acaso no te habrás enamorado de ella?
--No, pero si simplemente es una niña.
--Con esas tetas no puede ser tan niña.
--¿Quieres empezar con mal pié con ella?
--Con tal de violarla, me da igual.
--¿Que pasa chicos?-Le hemos despertado-
--Alber quería aprovechar para violar tu cuerpo, ahora que estabas dormida. Yo me oponía a su idea.
--Mira, Alber, piensa por un segundo que estamos rodeados de armas ¡y tu me pretendías violar! Ahora todos a dormir.

Se escucha un crujido muy fuerte desde donde estaba Alber.

--Alber, ese tipo de pedos te los aguantas.-Le bromeo a Alber-
--Yo no he sido.
--Alber, ya te has reído bastante ¿no crees?
--Enserio, yo no he sido.
--¡¿Quien ha sido?!-Exclamó Paula mientras nos miramos con los ojos abiertos-

Al mirar hacía Alber lo descubrimos, unas patas de cabra ponían de pie un tronco con la piel negra y arrancada en algunos trozos del tronco. En esos trozos dejaba al descubierto sus costillas y sus pulmones, que eran una llama. Su cara era deforme, un ojo estaba más abajo que el otro y ese mismo ojo era muy saltón. La nariz en forma de arco y una boca de w. Uno de sus brazos era la hoja de una espada.

--¡Paula, sal corriendo y ves a cubrirte donde sea con la crías! Alber y yo nos ocupamos.
--¿Por que ella no lucha?
--Porque es la que lleva más carne al descubierto.

Sin ni una palabra más, Paula corrió hasta detrás de la fuente. Yo me armé con palo con una punta dividida en cuatro, mientras Alber sujetaba una vara de metal.

Aquel monstruo debía de medir cuatro metros de alto. Intentó cortarme por la mitad con su brazo-espada. Esquivé ágilmente el movimiento y aprovechando que tenía todo el peso del cuerpo en esa hoja, le dí una patada. Se escuchó como un millón de papeles de burbujas explotaran a la vez cuando cayó. Nos subimos al horrendo ser y cuando levantaba la cabeza, Alber se la bajaba golpeándole con la vara.

El bicho se levantó y sus costillas se habían roto, dejando ver el fuego de su interior. Nunca mejor dicho. Nos caímos de esa bestia y nos intento lanzar su fuego, como si se tratara de un dragón.

Nos apartamos de la trayectoria tanto como pudimos. Al finalizar la llamarada estaba exhausto. Aprovechamos su estado para atravesar su deforme ojo con la vara de Alber. La esfera explotó al atravesarla. El monstruo se retorció del dolor hasta morir. Al desaparecer miré a Paula, estaba temblando.

--¿Que era eso?-Preguntó con la voz temblorosa-
--Es el bicho el cual nos estábamos preparando toda la tarde. Tienes suerte, esta vez se ha transformado en bestia y ya está. Lo que me sorprende es que no haya tocado ninguna trampa.
--No le demos más vueltas a la cabeza.-Pidió Alber-¿que más da lo que fuera eso? Ahora debemos dormir y recuperar fuerzas.

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