Raras sensaciones antes de huir

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Hice reunir a los encargados de cada grupo, aunque la noche anterior estuviera fuera divertida para todos, pero ese día no sería tan divertido, no creo que hubieran risas. El objetivo que tenía en reunir fue en organizar los miembros de lucha por equipo que explorarían. Los grupos con menos gente dispondrían de más gente luchadora y con más armas, pero estarían más lejos del centro del oeste. Contra más gente y más cerca del centro del radio, habían menos defensores, era un táctica arriesgada, pero inteligente. Contra más edificios más probabilidades de encontrar armas, yo me pondré en el grupo de menos gente, pero más defensa. De camino hacía el oeste, hablé con Humberto de cómo se había echo crecer la polla, tenía seria curiosidad de ello:

--Hola Humberto, he ganado la apuesta que me hiciste, he ganado el juicio, ahora dime como has hecho crecer tu pene. --He hecho tratos con los que hicieron nuestro encierro aquí.
--Explícame como has llegado a hablar con ellos.
--Antes de llegar a mi antiguo paisaje recordaba todo lo que fui antes de llegar aquí, de hecho, sigo acordándome de mi casa en Cáceres, como amo esa ciudad, vivía cerca de la Iglesia San Francisco Javier, calle Don Álvaro. Hacía poco que había celebrado mi en el restaurante "La Cacharrería". Cierto que era caro, dentro del presupuesto de mis padres, pero me dijeron que ese sería un cumpleaños especial. Y por lo que puedo recordar, fue especial porqué es el ultimo que he celebrado, y celebraré. Tres noches más tarde de mi cumpleaños, fui secuestrado y vi morir a mis padres delante mio, un disparo frío y sin compasión en el corazón. Aunque no lo creas, les odio tanto como a ti a ellos, pero cuando tu estabas desaparecido en las montañas, un ser enmascarado y trajeado completamente de negro me puso la mano en la entrepierna y mientras la mano estaba ahí puesta seguía creciendo y al acabar me dijo. "Un regalo de nuestra parte, los que os ayudamos a estar mejor, si quieres conservarlo, haz que muera Jon Famet en un juicio."
--Gracias por tu sinceridad, ¿sigues teniendo tu pene? --Sí, no me han hecho nada.

Poco después de explicarme eso, ya habíamos llegado a el oeste. Fuimos distribuyendo los grupos de personas. Era un día soleado, con alguna nube pero soleado. Había escasez de armas, pero munición encontramos en cantidades industriales. Vimos pasar varias veces cosas pequeñas correteando, casi no daba tiempo a ver que era.

Ya es mediodía y el sol es intenso y penetrante, pero algo lo está eclipsando. Miramos al cielo y aquello que estaba tapando él sol me estaba intentado disparar, empecé a correr, mientras los demás disparaban al cuerpo que me intentaba matar. Comenzó a perseguirme rápidamente, volaba en dirección a mi, pero me giré otra vez hacia aquello. Estoy harto de huir, si fui capaz de defenderme en el juicio, ahora también soy capaz. Desenfundé mi pistola, la cual encontramos en la primera expedición a esta zona y disparé contra ese ser. Ahora lo podía ver con claridad, era una especie de masa grumosa de color negro, increíblemente no le vi ningún arma. Mis balas atravesaban su cuerpo, no había manera de matarlo. Desesperado por defender mi vida, apreté el botón de mi frente para transformarme en animal. Notaba como mi cuerpo se hacía más peludo y una cola crecía en mi culo. Cuando acabó la mutación, pude notar que me había transformado en mono.

Escalé los edificios de mi alrededor, a pesar que se me hizo difícil pues aquel ser me disparaba para que me cayera. Cuando llegué a lo alto de el edificio, salté para destrozar a ese ser. En el aire vi como me iba a disparar, esquivé la bala y me agarré de lo que sería la cabeza del monstruo. Con mis dientes afilados y mis garras, estripé cada trozo de lo que fuera eso, hasta que no quedó nada.

En el momento que se desvaneció el monstruo, tuve miedo, en ningún momento pensé en los cinco pisos de altura hasta el suelo. En el descenso pensaba en que iba a hacer, no se me ocurría nada y el suelo se acercaba rápido como un rayo. Cuando estuve a menos de dos palmos de estrellarme, una fina capa de color amarillo cubrió mi cuerpo, acompañando suavemente hasta el duro hormigón.

En el momento que el capullo amarillento tocó el suelo se desvaneció y yo era otra vez un humano. Mi nariz sangraba y me sentía mareado. No quería preguntarme que había sido eso, ni que pasaba con mi nariz.

Decidimos volver otra vez a la ciudad. No fuimos los únicos grupos en encontrarnos espejismos, además, ya teníamos mucha munición y no estábamos para desperdiciarla. Aún no era mediodía así que decidimos hacer tiempo dándonos un baño en el mar. Yo estuve hablando con Paula.

--Paula, ya estamos cerca de salir de aquí al fin.
--Tengo miedo Jon.
--¿De qué tienes miedo?--Puse su cabeza en uno de mis hombros.
--De morir, te he visto cerca de la muerte demasiadas veces y no quiero arriesgar por algo que te mate de verdad.
--No pienses en las cosas malas que pueden pasar. Piensa en la buenas, se optimista.
--Te quiero demasiado como para perderte.
--No creo que seas la única que no quiera perder a un ser querido. Andrea teme eso, y estoy seguro que no somos las únicas parejas de novios en esta ciudad. Ahora quiero jugar contigo un rato en el agua.

Estuvimos en largo rato jugando y cuando nadie nos veía, robábamos besos el uno al otro. Estoy cerca de salir de este infierno, casi no lo puedo creer. Estoy cerca de todos los amigos que dejé en Barcelona y de descubrir quienes fueron los bastardos que asaltaron mi casa y mataron a mis padres.

Llegó la hora de comer, pero casi nadie quería comer. Todos estaban impacientes por presionar la palanca. Hasta incluso los que no estuvieron a favor de hacerlo se mordían las uñas.

Alber me llamo a mi y a Paula para que fuéramos a bajar la palanca. El mundo se empezó a ralentizar y escuchaba todo. Mis propios pasos, mi respiración, el avance de las piedras junto el empujón del suave viento. Llegamos a la fuente y vi aquella palanca de hierro. Miré a Alber, luego a Paula, pusimos nuestras manos en la palanca y formulamos la frase.

--Quien despierta en la ciudad, es fiel a la ciudad.

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