Día 29- Él

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Él era perfecto, el grosor de sus labios, la redondez de su pupila, el largo de sus pestañas, la forma de su cabeza, el brillo de sus uñas y como estas encajaban en sus dedos, su olor, la manera que tenía a veces de arrastrar las palabras mientras hablaba, ese gesto de no entender nada un tanto patético que ponía cuando algo le extrañaba, la forma de colgar la mochila sobre su hombro, su torpeza, su seguridad un tanto cool y su tímida inseguridad, sus ojos, su media sonrisa y su sonrisa entera, el sonido constante de sus pasos desde lejos, el color de su pelo, esa peculiar manera de estar pálido o rojo, su indiferencia, su cara de preocupación, su enfado, su ingenio, esa habilidad que poseía de hacer ver fácil lo más complejo, la cicatriz de su codo que se hizo de pequeño en una caída, la roída pulsera de hilos que nunca se quitaba, su voz dirigiéndose a mí, sus ojos mirándome, él en mis sueños y aún es perfecto para mí, el color de sus labios, el rosado de su lengua, la anchura de su espalda, la caída de sus ojos, su forma de correr, como me miraba a veces, como sonaba mi nombre en su boca, la forma de decepcionarme sin saberlo, la manera de sin querer absorber mi vida, el cómo me lo quitó todo al marcharse, el no enterarse de todos lo que yo pensaba, era perfecta esa manera de ser él mismo, su nariz, la redondez del lóbulo de sus orejas, la oscuridad de sus ojos, su nombre, su casa, su habitación, los recuerdos que guardo, el desaparecer de mi vida y no volver, y la certeza de su no presencia, que jamas reaparecerá ante mis ojos. Aun así estoy segura de saltarme algo, ah sí, la forma que tenía de hacerme sentir especial.

Él era todo eso y más, aunque no estoy segura que lo supiera. Le amaba tanto, le amo tanto. Ha pasado tanto tiempo y tantas cosas. Siento a veces, que él no es el recuerdo que tengo. Siento que ya no le amo a él sino a la idea que guardó de él.

-K.

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