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Nadia hubiera seguido bailando como si nada si no fuera porque hacía ya casi media hora que no veía a Dhana. ¿Se habría enfadado por el comentario de los admiradores? Miró la hora en el móvil. Casi las dos de la madrugada. ¿Dónde estaba?
Decidió dar una vuelta entre la muchedumbre a ver si la veía. Las canciones seguían avanzando y cambiando, y la gente seguía bailando, cada vez había más.

Salió para ver si su amiga estaba fuera. ¡Qué diferencia! No había música, ni bochorno, ni...tampoco estaba Dhana.
Se acercó a un grupo de jóvenes que estaban sentados en el borde de la acera, hablando y riendo.

-¡Eh, vosotros!- los chicos dejaron de reír y la miraron interrogantes- ¿Habéis visto a una chica muy parecida a mí, con pantalones vaqueros rotos y una camisa blanca?

Los chicos se miraron entre sí y uno se levantó y respondió:

-Nosotros no soy español. Nosotros françaises.

-Okay, seguiré buscando, gracias chicos franceses- se encogió de hombros tras guiñarles un ojo.

-Tu parles français...?

-¿Qué...?- Nadia levantó una ceja.

El chico movió la cabeza y se volvió a sentar con sus compañeros.

-¡Qué cómodo!- rosmó Nadia- ¡Francés! ¡Ja! ¡Que aprendan ellos español si quieren!

-¡Nadia espera!

La chica se giró y vio a Aitor correr hacia ella.

-¡Otra vez tú!- se llevó las manos a la cabeza- ¡Vete a la mierd...!

-¡Ven!- y la agarró por el brazo antes de acabar de pronunciar la última palabra.

-¡No pienso bailar contigo!

-¿Y si te digo dónde está Dhana?

-¿Dhana?- contestó Nadia intentando no parecer sorprendida- Ya sé donde está...

-¿Entonces qué haces aquí fuera?- se sacó la chaqueta y se la puso a la chica en los hombros- Toma.

Nadia se la quitó inmediatamente y se la lanzó a la cara, dándole otra bofetada.

La gente que había cerca se quedó mirando atónita.

-Perdonadla, está un poco...

-¡¿Que me perdonen?!- gritó Nadia furiosa- ¡Vete al infierno Aitor!

La chica se marchó con paso pesado de nuevo al interior del local.
La gente volvió a lo suyo y Aitor se quedó allí de pie, con la chaqueta en la mano y la mejilla izquierda colorada, viendo como su corazón se iba con ella.

De pronto, Nadia se acordó de que Dhana había ido a pedir algo de beber, y se aproximó a la barra.

-¡Camarero!- gritó apoyándose en la barra con la barriga, como si fuese a saltar al interior.

Una camarera se aproximó.

-¿Qué va a ser?

-¿Podrías haber visto pasar por aquí a una chica morena, alta y de pelo castaño ondulado, con una camisa blanca y unos pantalones vaqueros rotos, hace aproximadamente media hora? Creo que pidió algo de beber.

La camarera hizo un gesto con la mano para que esperara y le fue a preguntar a su compañero. El joven miró a Nadia y luego le dijo algo a su compañera. Esta se acercó de nuevo a Nadia.

-Mi compañero cree que una chica así como la que describes pasó a pedir una botella de agua y un chico joven de más o menos vuestra edad se la pagó. Luego se fueron los dos por la puerta que sube a las escaleras.

-¿Escaleras arriba...?- Nadia parpadeó- ¿Dhana con un chico? ¿Solos...?

Miré a Heck.
A pesar de mostrar a simple vista la misma faceta de inimportancia habitual en él, pude percibir una casi invisible mueca sonriente en sus labios.
Alargué la mano, despacio. Agarré el pomo y con un poco de desconfianza, lo giré.
Cuando la puerta de azulejos se abrió, justo en ese momentos, Heck me tapó los ojos con las manos, detrás de mí.

-¡Eh!- me quejé divertida.

-La sorpresa viene luego- contestó él con tono burlón, pero alegre.

Tenía una voz fuerte, pero suave.

Me movió lentamente dos pasos hacia delante y luego oí como se cerraba la puerta a nuestras espaldas.

Justo en ese momento alguien entraba en el baño, por los pelos para descubrirnos.
Cuando Heck retiró las manos de mis ojos y por fin los pude abrir, me asombré de verlo sentado en el suelo, en lo que parecía media terraza abierta, sin barandilla. Pero aun me asombré más cuando al levantar la vista observé las miles de millones de estrellas que iluminaban la noche desde el cielo.
No me lo podía creer. ¿Por qué yo? ¿Por qué a mi?
Me estaba mirando, esperando una respuesta a una pregunta invisible.
Lo miré, pero no me salían las palabras. Me senté a su lado. Ya no tenía miedo. Volví a dirigir la vista al cielo, luego a él. También mirando a la noche, le brillaban los ojos. Parecía pensar.

-No estaba seguro,- dijo al fin, rompiendo el silencio- de que me fueras a hacer caso.

-Creo que no entiendo del todo- fruncí el ceño.

-La primera vez que te vi, -comenzó- me parecías una chica normal, como todas las demás, como esa amiga tuya de la que nunca te separas. Pero luego me fijé en ti de manera diferente. Tú eras diferente. Hablabas con todos y te llevabas con todos; no juzgabas a primera vista.- Tomó aire- Un día te vi andando por la calle, creo que no te fijaste en mi, pero yo vi algo en ti que me motivó para seguirte, para querer conocerte.

Si.
Si que me había fijado en él. Lo recordaba perfectamente como si fuese ayer.

-La gente juzga sin conocer- repitió moviendo la cabeza y volviendo a mirar hacia la oscuridad.

-No sé que decir...- sonreí. Tenía muchas cosas que decirle. Pero no era capaz. No por el momento.

-No digas nada, tu sonrisa y tus ojos hablan por ti.

Me sonrojé y le dediqué una amplia sonrisa.

¿Qué estaba pasando? ¿Me estaba enamorando de Heck?
No, ya me había enamorado tiempo atrás de otro chico y el destino había roto los lazos. Con dolor. No me podía hacer tantas ilusiones. Y menos con la primera impresión.

Nos quedamos allí sentados bastante tiempo, juntos pero aun lejanos, contemplando el maravilloso cuadro negro que se alzaba tranquilo y majestuoso ante nuestros ojos, ante toda la ciudad.

Nadia subía las escaleras deprisa, pero sin hacer el mínimo ruido, portando en su pecosa cara unos ojos y una sonrisa de pillería.
"¿Qué estará haciendo?", se preguntaba.
Llegó por fin al tope de la escalera. Cuando se disponía a entrar en el baño de chicas, el de la derecha, se detuvo en seco. Observó el monigote con pantalones. "¿Estaba aquí el baño de chicos....?, ¡qué raro, juraría que era el otro!"
Movió la cabeza y se dirigió a la otra puerta. Entró.
Un chaval que estaba orinando se la quedó mirando.

-¡¡Uy!!- salió inmediatamente, sonrojándose y dando un portazo sin quererlo.
Luego, aun enfrente de las puertas de los baños se quedó pensando, mirando a ambos monigotes. Y se echó a reír.
Justo cuando el chaval salía del baño, Nadia ya entraba en el otro, con el monigote de pantalones. El chico se quedó mirando a ambas puertas, luego se rascó la cabeza y bajó a pedir otra copa.

Nadia buscó en todos los baños a Dhana. No estaba. ¿Dónde estaba? ¿Se habría ido sin ella?
Cogió el móvil del bolsillo de atrás de sus pantalones de tela negros y marcó su número.

-Te está sonando el móvil- dijo Heck, mirando a mi bolsillo y luego a mi.

-Ya lo sé- dije entristecida- Será Nadia. Supongo que me estará buscando- eché un último vistazo a las estrellas y suspiré. Eran hermosas.- Será mejor que me vaya...

-Te acompaño- dijo regalándome una de sus muy escondidas sonrisas.

Salíamos ya de los baños, dispuestos a bajar las escaleras, cuando Nadia salió del otro baño, con prisa.
Y se paró en seco al vernos.

DestellosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora