"El primer año".

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Un día de escuela, bueno de secundaria. Empezaba mi nueva vida, ahora llevaría mi uniforme nuevo, vestía camisa azul, falda a pliegues azul oscuro y mis zapatillas negras estilo mocasino. Llegué a mi nuevo colegio, que realmente nunca fue lo que había esperado, mire alrededor, curiosa por el ambiente al que me tendría que acostumbrar y al que sería mi estancia por mucho tiempo.

Partí en fila, explorando la casa de estudio junto a mi madre, que me acompañaba en este día (por suerte), llegué al patio, o lo que sería la cancha y allí, entre mucha gente, busque la fila en la que debía ubicarme rápidamente, puesto a que ya estaba a punto de empezar un ritual o algo así para dar la bienvenida a los nuevos. Vaya, "los nuevos", yo era una una de ellas.

-Hola, disculpa, ¿es esta la fila del primer año sección "A"? -dije queriendo ser amable.

-Sí, aquí es -respondió la chica, que parecía agitada o quizá emocionada por ver de nuevo a sus compañeros de años pasados.

-Gracias -dije y le ofrecí una sonrisa, que me devolvió ampliamente.

Más tarde, unos pocos minutos después realmente, pasamos a lo que sería nuestra aula por el resto del año y tomamos asiento. Recuerdo que la materia que vimos aquel día por primera vez fue castellano y literatura, y aquel día se nos asignó una actividad en pareja y justo fui asignada junto a la chica de la fila.

-Me llamo Vanessa -dijo presentándose.
-Yo soy Rosse, ¡mucho gusto! -dije contenta de hacer mi primera amiga en ese lugar.

Al momento nos pusimos a la obra mi compañera y yo. Pasamos al frente a exponer nuestro trabajo.

-¡Excelente! -dijo nuestra profesora -Tienen un 20.

Vanessa y yo nos miramos contentas por nuestro trabajo y de haber sacado máxima calificación.

Pronto reparé en las personas que deduje serían mis amigas y en otras con las que tendría que lidiar.

Pronto pasó el día y así llegué a
casa. Un poco sudada y cansada, por el maratón que acababa de tener, puesto qué camine de mi Colegio a casa y aunque no era tan lejos, tampoco era lo suficientemente cerca como para no cansarme.

Llegué y mi abuela me recibió.

-Bendición -dije, tumbandome en el mueble y dejando mi bolso a un lado.

-Dios te bendiga - respondió mi abuela - ¿cómo te fue?

-Bien -respondí, y sin mas me fui a mi cuarto.

Cuarto que cabía destacar compartía con mi hermana... y con mi mamá, si, ¡éramos tres personas en un mismo cuarto! Y que además era lo suficiente grande cómo para una manada de... no, no era tan grande. Nunca llegué a medir el cuarto, pero por suposición creo que debía tener un 3x5 de espacio o algo así, no estoy muy segura.

Ah, lo olvidaba, mi hermana venía conmigo ya que estudiabamos en la misma escuela . Una pequeña de 8 años, todos afirmaban que nos parecíamos, aunque yo nunca lo creí así; ella tenía más contextura qué yo, mi cabello era lacio y castaño claro, el de ella rizo y oscuro, era morena y yo de piel clara, y así otros rasgos físicos un tanto difícil de describir.

Así pasó la semana, conocí a mi salón y tenía una vida normal de estudiante, supongo.

Pocos días después llegan dos compañeras nuevas a nuestro salón, una que de buenas a primeras me cayó ¡fatal!, y otra que sin saberlo se convirtió en mi mejor amiga.

-Hola -me acerqué en receso a la otra chica, una de las nuevas en cuanto reparé en que tenía uno de los teléfonos que empezaban a ponerse a la moda, si, lo sé, admito que fue muy interesado de mi parte.

Never stop dreaming.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora