Prefacio

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Era una noche sin luna, el cielo era una manta de negro con un pequeño tono de morado oscuro. Ambos colores se mezclaban, un poco de luz y oscuridad. Una perfecta combinación hasta fundirse en un gris oscuro en el horizonte, desapareciendo a través de las sombras de los árboles. A pesar que no había luna para que su luz plateada fuera una guía a aquellos que caminaban de noche, las estrellas invadían el cielo como si supieran que era su momento para brillar

Titilaban, titilaban y titilaban sin ninguna preocupación de ser opacadas por la luna y su gran magnitud, por eso sabían que era su momento para brillar como diamantes. No obstante, el viento sopló para indicar una posible tormenta o la esencia de una llovizna.

Era una noche ordinaria, como cualquier otra.

—...Claro que no me quiere dejar ir. Apuesto que ella piensa que me llevaré a su pequeño.

Agarrando su teléfono con su hombro y mejilla, Hermione dejó de doblar su pantalón favorito para rodar sus ojos y suspiró.—Bueno, por supuesto que no te quiere dejar ir, Harry. Han sido tres meses desde la batalla final, todavía están cansados. Por otra parte ¿Qué vas hacer tú solo en Grimmauld Place? Estoy de acuerdo con ella.

Al otro lado de la línea, su mejor amigo bufó. —He tratado con el cansancio por años, Hermione. Estos tres meses de dormir hasta tarde y tomar el desayuno en la cama, han sido maravillosos para mi salud y energía. Ella no necesita preocuparse. Además, no necesito estar solo, puedes venir a vivir conmigo y con Ron también, claro.

Los labios de Hermione se curvaron en una pequeña sonrisa.— ¿Por qué quieres irte de la Madriguera, Harry? Has estado ahí desde que terminó la guerra ¿Por qué te quieres ir ahora? Pienso que lo único que lograrás es herir los sentimientos de la Sra. Weasley si te vas tan rápido. Sabes que ella quiere verte en casa

No obstante, se sintió extremadamente contenta a la perspectiva de vivir con sus mejores amigos, a la idea de paz y una vida normal. Pero ella no sería Hermione Granger si no supiera exactamente qué estaba pasando dentro de la mente de Harry Potter. Él pensó que la podía distraer de lo que realmente pasaba, pero su mente no podía esconderse de la de ella, curiosa y brillante.

Hubo una larga pausa al lado de la otra línea, Hermione no paró de doblar y organizar su ropa mientras duraba. Ella sabía que él le estaba dando vueltas  sus preguntas e intentaba dar con la respuesta correcta. Algo que fuera la verdad pero que no revelara mucho de lo que en realidad sentía.

Hermione se inclinó ligeramente, su hombro y mejilla derecha aún mantenían su teléfono pegado a la oreja y apiló varios sweaters, uno tras otro. Con el uso de la magia sin varita, hizo que la ropa se encogiera para tener más espacio para sus otras pertenencias en el baúl.

Volvió a su escritorio para buscar su estuche de plumas y tinteros, cuando escuchó un carraspear al otro lado de la línea. -Creo que necesito estar solo- Dijo Harry en un murmuro.

-Si necesitas estar solo ¿Por qué quiere que Ron y yo vivamos contigo?

Otra pausa. Colocó sus útiles escolares dentro del baúl para volver su colchón, sobre el cual se encontraban desparramados libros, ropa y otros objetos.

-Es diferente- Replicó.

-No, no lo es, Harry- Y habló con su característico tono de voz.-Quieres desesperadamente irte porque sientes que estorbas. Quieres irte porque no puedes manejar con la culpa de la perdida de Fred, a pesar del hecho que no podías hacer nada para evitarlo. Quieres irte porque no puedes mirar a la chica que amas a los ojos porque sientes que le arruinaste la vida. - Fue su turno de tomar una pausa mientras enrollaban unos calcetines, un par cayó al piso y los recogió. - ¿Sabes qué, Harry James Potter? Te estás portando como un niño tonto. Madura.

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