Capítulo II

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-- ¿Entonces...el fuerte y determinado temperamento de la joven Jane Eyre, a qué se debía? - pregunta la maestra Vanrell mientras las miradas angustiadas y curiosas de todos se esparcen alrededor del salón de Literatura.

-- Falta de...¿amor? - el alumnado se programa para reír al mismo tiempo y chocar sus puños en sentido de complicidad. Ruedo los ojos y me concentro en hacer garabatos sobre la libreta de apuntes. Líneas, circunferencias...triángulos.

-- La pregunta es: ¿Qué tenia Jane Eyre como concepción del mundo para que, durante toda la obra, se haya mostrado invicta y firme? - resopla. Si bien es cierto, la lectura siempre ha sido mi fuerte y mi pasión durante los últimos dieciocho años - mérito a mi madre. Pero este libro en particular, es de los que alguien como yo, no podría catalogar o debatir. Y lo que lo vuelve aún peor, es que la maestra Vanrell me está dirigiendo miradas esperanzadas a mí. Ahora. A mí.

¡Uf!

-- Era huérfana - Fredd irrumpe en el palpable silencio que se había apoderado del momento.

-- Exacto, señor Gibbs. Huérfana - Vanrell, castaña y de tez clara, pero no tanto como la mía, junta sus manos emocionada y aliviada. - Chicos, ésta obra la hemos leído hace dos meses. No es posible que no recuerden este maravilloso libro. Bien. Jane era huérfana. ¿Y el que lo sea influye mucho en su carácter y percepción de vista?

Todos asentimos.

-- Exacto. Influye mucho en su actitud, en su estado de animo, en su vida privada. En todo, chicos - toma entre sus manos el ejemplar y empieza a rodear el lugar a paso lento. Seguramente molida hasta los huesos de todos nosotros. Aunque, a decir verdad, nunca ningún maestro lo ha estado de mí. - Charlotte Bronte se inspiró mucho en su propio reflejo para crear esta obra, uno de los mejores clásicos de la literatura. Si bien Jane Eyre fue huérfana de padre y madre, Charlotte lo era de madre. Ambas se criaron bajo la tutela de una tía. Según la lectura, Jane nunca fue feliz bajo el cuidado de ésta tía, pero...¿qué hay de Charlotte? ¿No lo sería ella también? 

Respiro hondo en un intento por no pensar en ello y no darle más vueltas al asunto, lo cual, como cada cien veces, me resulta imposible. 

-- Si el libro está inspirado en la propia vida de Bronte, cabe la posibilidad de un cincuenta por ciento, que Charlotte tampoco lo fue. No en absoluto - Y allí estaba yo, sentada justo en el centro de la agrumada U en la que la maestra tanto había insistido. El ratoncillo de biblioteca intentado socializar, quizá...

Las miradas se disparan de inmediato hacia mí. Los nervios se apoderan de mi sistema y trago fuerte mientras retuerzo mis dedos sobre el cuaderno. Nunca se me ha dado bien el hablar en público, y hoy, particularmente, menos. Miro de soslayo a Fredd, quien posa su brazo alrededor de mis hombros, y le sonrío por debajo de los cabellos que me saltan a la frente porque he bajado la mirada y me he vuelto a hacer un huequito en mi asiento. Tonta, me regaño mentalmente. Supongo que sí, me reprende mi subconsciente. 

-- Pero entonces, todo parece esclarecerse con el señor Rochester - suspira y sus ojos se empañan de nostalgia. - Y entonces, por primera vez, Jane es iluminada bajo los apasionantes rayos del amor. 

-- Pero, ¿no era un triángulo amoroso? - interviene, por primera vez en el mes, la capitana de las huecas del sexto año. 

-- Lo es, para ambos - agrega Vanrell - porque para Jane, jamás hubo nadie lo suficientemente capáz de hacerla sentir más llena y feliz, que el propio Edward Rochester. Y eso que St. John Rivers era el hombre ideal en la época vitoriana. 

-- Una...masoquista. Como Elizabeth con Darcy - añade Collin, un chico de no más de catorce años que también forma parte del grupo, pero que usualmente asoma en los horarios ajustados.

STRONG - When it begins.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora