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– Mi dulce y preciosa niña, me alegra mucho escucharte ¿Cómo estás?
– ¡Nana! Te extraño mucho, a ti y al abuelo
– Oh, Suni nosotros también te extrañamos, a ti y a tu hermano ¿Cómo esta él?
– Bien, está descansando en el dormitorio, hace unos días llegamos de Estados Unidos, fuimos a grabar un programa, lo verán ¿Verdad?
– Por supuesto, quiero ver a mis guapos nietos ¿Y tú porque no vas a descansar? Anda, no te preocupes por tu abuela, no quiero más sustos como la última vez
– Lo hare después, te lo prometo, pero quería hablar contigo un poco, les traje algo del viaje, hay algo para ti, el abuelo, Gyu oppa, mamá y papá
– Gracias cielo, que considerada eres
– Los chicos y yo tendremos unos días de descanso, así que junto a Tae iremos a visitarlos a la granja
– ¡Oh! Esas si son buenas noticias, nos podremos ver todos, tus padres y tu hermano también vendrán unos días
Me sentía completamente feliz, no veía a mi familia desde hacía un tiempo y los extrañaba mucho, y es que llamar a mi abuela hacía que mis energías se recargaran al cien por ciento, pero el saber que la iba a poder ver llenaba mucho mi corazón.
Por muchas razones que no entendía bien de niña y ahora sí, los abuelos nos tuvieron que criar a los tres, mientras que nuestros padres trabajaban duramente pero cuando Tae y yo nos mudamos a Seúl, mi hermano JeonGyu se fue a vivir con mis papás, y los abuelos constantemente nos decían que les hacíamos falta, pero no habíamos tenido la oportunidad de estar todos juntos como antes.
Nos habían dado la noticia de que descansaríamos unos cuantos días apenas llegamos a Corea y sin duda junto a mi hermano decidimos que iríamos a visitar a los abuelos, nos sentíamos más felices que nunca, y aunque extrañaría a los chicos, estaba feliz de poder ver a mis abuelos.
Nos habíamos despedido de los chicos hacia un par de horas, algunos de ellos también irían a visitar a sus familias, mientras que nosotros ya íbamos directamente a la finca de los abuelos, teníamos un largo viaje pero gracias a la emoción no sentí que tardara tanto el viaje hasta la finca.
Me sentía emocionada al ver los paisajes que hacía mucho no veía, y mil recuerdos llegaban a mi cabeza, como cuando un día llegando de comprar cosas para la casa creía que me había perdido cuando solamente estaba a dos casas de la de los abuelos y me la había pasado llorando por horas hasta que la abuela me dio un trozo de sandia.
Tae estaba igual de feliz que yo, y es que los dos realmente amábamos estar en la finca con los abuelos, ayudarlos a cuidar de las plantaciones y todo el ambiente tan tranquilo que, a diferencia de las ajetreadas calles de Seúl, era bastante hermoso, no recordábamos lo mucho que nos encantaba estar aquí.
