Capitulo 28

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Harry me lo había advertido, "nada estúpido" me había dicho y yo, iba con un letrero de 'Estúpida' pintado en la frente. Seguro Harry me mataría, pero aquello era lo mejor, yo merecía morir como mínimo ó con menos dramatismo, irme de la vida de Demi.

La hora de partida había llegado, yo tenía que irme en cuanto tuviera la oportunidad, tomar el primer avión a California o cualquier otro medio que me ofreciera alejarme de aquí.

La cabeza comenzó a punzar de dolor y con el estómago revuelto aun, me levanté de la cama y visualicé rápidamente el baño, a donde corrí y en el que devolví lo último que había tocado mi estómago. Luego de que quedé vacía, lavé mi cara y me dejé caer sobre el azulejo blanco del piso, sintiendo su frío contacto con mi piel y allí, hecha un ovillo de hilo en el suelo, perdí la conciencia de nuevo.

Al abrir los ojos, el dolor de cabeza taladró con intensidad mi cráneo, haciéndome cerrarlos de nuevo. Traté de abrirlos otra vez, poco a poco, y la luz clara del día me los encandiló a tal grado que el dolor agudizó. Tenía un recuerdo vano del día anterior y entre más me esforzaba en ordenar el desorden en mi cabeza, más me dolía.

El bar, el espejo, Nick, su Hybrid, el beso... ¡Demib! Tan pronto como le encontré sentido a esas palabras, el recuerdo llegó a mi mente. Me levanté sobresaltada y visualicé después de unos segundos una habitación. No era mía, de eso estaba segura; había una guitarra negra y el decorado del cuarto era en color azul de diferentes tonos. Esta era la habitación de un hombre y el único que me venía a la mente era Nick.

La cama estaba desecha pero yo estaba segura de que anoche me había derrumbado sobre el piso del baño y no sobre la cama. Lamentablemente, nada había sido una pesadilla nada más, como yo lo hubiese deseado, todo era real, y aquellos labios rosados, rellenos, suaves y ahora con sabor a menta y chocolate, habían sido míos anoche, por un minuto.

Traté de buscar un reloj y encontré uno pequeño sobre el escritorio, eran las doce treinta y cinco del medio día y la cabeza no me dejaba de doler. Fui al baño, medio mareada aun, y lavé mi cara. Traté de acomodarme los cabellos soltando mi pelo completamente. Luego de que me vi con un aspecto mejor, decidí que tenía que salir corriendo de esta casa. Esperaba y cruzaba los dedos porque Nick no estuviera, así, saldría sin que él se diera cuenta y... me iría.

Tomé mi morral que se encontraba en una silla cercana y me lo crucé sobre el pecho. Me armé de valor y giré la perilla de la puerta, abriéndola. Salí con la mirada baja y al instante de que me encontré fuera de la habitación, la levanté, encandilada horrorosamente por la clara luz del medio día.

Nicholas me miraba, sentado en una de las sillas que tenía cerca de la mesa. Allí otra espina a mi corazón. Ambos nos miramos por un largo rato, como si nos comunicáramos con los ojos. Aquello pudo haberse interpretado como un 'Te odio' doloroso y afrentoso ó como el 'Te amo' más honesto de la historia.

Tan sólo respirar me dolía, así que bajé la mirada y me dirigí a la que parecía la puerta de salida. Apresuré mis pasos pero parecía como si mis pies no se abrieran tanto en cada paso.

-Espera, _______-su voz tan hermosa me hizo detenerme aunque la razón me gritaba despavorida que saliera corriendo ya.

Me quedé de espaldas a él, a tan sólo un par de pasos de la puerta, pero sin moverme.

-¿Recuerdas... lo que... lo de...?-se notaba que le costaba trabajo hablar y cada una de sus palabras se convertían en estacas en mi corazón.

-Si no recordara no estuviera huyendo-farfullé e intenté llegar hasta la puerta otra vez.

-¡No, _______, espera!-inconcientemente su voz me hizo detenerme de nuevo, con mi mano sobre la perilla. Sentía los ojos inundados de lágrimas, a punto de salir-. Necesito hacerte una pregunta.

-Hoy no estamos jugando a las diez preguntas, Nick-musité, con la voz temblorosa.

-Sólo una-musitó. Me quedé en silencio, esperando que la hiciera, pero no me giré.

Oí que se levantó de la silla y caminó hasta colocarse detrás de mí.

-¿Por qué me besaste?-inquirió y las lágrimas cayeron decididas empapando mis mejillas.

Me giré y verle tan cerca hizo que mi fuero interno se tambaleara.

-Por que estaba borracha, y en ese estado una comete estupideces de todo tipo-farfullé, hablando torpemente.

-Pero, ¿por qué lloras?-quiso acercarse y sus manos se elevaron para limpiarme las lágrimas, pero me corrí hacía atrás-. Dicen que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad-musitó-. ¿Me amas?

Las lágrimas me llenaron los ojos.

-¿Amarte? ¿Qué no tienes corazón y no piensas en...?

-Claro que tengo corazón, ¡ése es el problema!-aulló y la cabeza se quejó del dolor.

Le miré tras las lágrimas que nublaban mis pupilas y luego mi vista se posó rápida en el sofá del fondo, en donde había una cobija y una almohada sin acomodar. Volví a mirarle cuando una de mis lágrimas corrió veloz por mi mejilla.

Me di la media vuelta, decidida a terminar la conversación pero antes de que pudiera moverme, Nick me sujetó del antebrazo, como aquella vez en la tienda de vestidos.

El Manual de lo Prohibido (Nick Jonas y tu) (ADAPTADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora