CAPITULO 18

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Mangel deshizo el abrazo enseguida, mientras que yo lo solté sin ánimos, desearía estar entre sus brazos comprensivos todo el tiempo que fuese posible, era una sensación tan cálida que era imposible que otras personas pudieran igualarlo.

Miré vagamente a Rubén que se encontraba de brazos cruzados, y los pies pegados al piso, junto a la puerta. Llegué a sorprenderme con sus expresiones tan frías, molestas... serias.

-Creo que Rubén está empeñado en seguir discutiendo, será mejor que me marche ya -Musité con la voz calma, desviando mis ojos a Mangel.

Solo sonrió desanimado y asintió con la cabeza. Besé su frente, me puse de pie y cuando me vi dispuesta a continuar, Rubén habló con el tono de voz alto.

- ¿Así que te vas? ¿Así como así? Me huele a cobardía -Moduló con exageración y al mismo tiempo hacía gestos con la nariz.

-No es cobardía, se llama ignorar -Musité con una irónica sonrisa y volví a dar unos cortos pasos.

-Claro, claro... es que ahora prefieres ir en busca de consuelo con el chico que está ¡Tan enamorado! De ti -Sonrió victorioso, como si se tratara de un juego, de una competencia por quien daba la mejor argumentación.

¡Eso había sido un golpe bajo! Y no para mí, para Mangel. Todo nuestro alrededor se tornó incómodo y me sentí mal por aquello. Me volteé para mirar a Mangel, no hacía más que mantener su rostro agachado y si no me equivocaba, su rostro podría ser el más nervioso y apagado que pude haber visto hasta el momento.

-Que estúpido eres -Susurré mirándolo directo a los ojos y apretando mis dientes, sus palabras habían sido la gota que derramó el vaso.

Había sido totalmente desconsiderado, si solo estuviese en los zapatos de Mangel sabría lo que se sentía estar enamorado de alguien que nunca será correspondido, yo lo entendía... pero últimamente estaba tan confundida con ése alguien.

Me miró cabizbajo, quizás si había entendido lo feo que había hecho, dicho.

Sin pensarlo dos veces, me acerqué, tomé su brazo apoyado en el umbral de la puerta y sin brusquedad lo retiré para irme a casa.

Apenas pasé por el living pude escuchar la risa de los adultos, no se irían hasta que se les hiciera tarde, igual que mi hermana y hermano. Era la mejor excusa para Daph y Jaxon... y mi hermano menor era lo que faltaba para que con Jannies fueran un real torbellino.

Al ingresar a mi apartamento, suspiré y analicé en cinco segundos la situación; Debía hacer como había dicho Mangel, mientras menos importancia pareciera darle al asunto, Rubén iría enloqueciendo de a poco y tarde o temprano, volvería con la disculpa más sincera y podría aceptarla sin mayor problema.

Caminé hacia la cocina, examiné el interior del refrigerador y tomé un vaso de leche, un poco de café, azúcar y todo perfecto.

-Ahora... ¿Vas a explicarme que hacías tan acarameladamente abrazada de mi mejor amigo? -Y nuevamente, ahí estaba su voz, detrás de mí y con la misma autorización de hace un rato.

- ¿Qué no vas a dejarme tranquila? -Expresé volteándome casi como si estuviéramos en cámara lenta o algo parecido, ya estaba cansada de debatir.

- ¿Y tu vas a quedarte sin hablarme por toda la vida? -Me enfrentó sin dejar de perseguirme con la mirada.

Prefería eso a que siguiera dañándome por siempre.

-Acaso ahora serás la pareja de Mangel -Y seguía, y seguía. Ya me había agotado.

- ¡¿Y que?! ¿Qué es lo que tanto te importa? ¿Cuál es el problema? Soy libre puedo hacer lo que se me de la gana, no tiene porque... -Hubiera seguido con mi gran discurso, si él no se me hubiese acercado en el momento menos esperado, si él no hubiese tomado mi rostro entre sus manos y si no hubiese acoplado sus dulces labios sobre los míos.

Volvía a llenarme de esa interminable sensación de bienestar, era exquisito sentir como sus labios guiaban a los míos en un delicioso compás.

En ese momento que se separó de mis labios, inhalé profundo, me había dejado sorprendida.

-Dime Rubén, dime que es lo que tanto te molesta -No importaba si se molestaba, solo quería que me digiera de una sola vez que era lo que sucedía dentro de su cabeza- y dímelo mirándome a los ojos.

-Porque simplemente siento algo asqueroso cada vez que te toca -Musitó con firmeza sobre mis labios, sin quitar sus bellos ojos de los míos.

Mi corazón estaba paralizado, más de repente comenzó a latir con tal intensidad que parecía querer escaparse.

Sonreí y llevé mis manos hasta el inicio de su cabellera para poder hundir mis dedos bajo esta.

-A eso que sientes se les hacen llamar celos -Musité mirando sus ojos.

-Ni lo creas -Sonrió.

Tomó de mi cintura y en un instante me elevó para dejarme sentada a la perfección sobre un mueble de la cocina.

Volvió a juntar sus labios con los míos, sin entregarme más que delicadeza y ternura. Se dedicó un buen tiempo a acariciar mis piernas y subir hasta el borde de mi blusa para hundir sus cálidas manos y hacerme estremecer al sentirlo tocar mi piel.

Adoraba recorrer su rostro con la yema de mis dedos, sus facciones tan bien marcadas en cada beso podían transmitirme una gran cantidad de felicidad, era un momento lleno de paz y de cariño, algo irremplazable.

Era increíble pensar que todas nuestras vidas habían sido la de dos mejores amigos, todo cambia cuando involucras "amor" aunque sea por actuación. Podía estar segura de que Rubén si me quería, que sí estaba celoso y que no podía remediar lo que tarde o temprano aceptaría... pero era demasiado testarudo y teniendo a Jannies al lado, le sería fácil excusarse.

Se alejó centímetros y abrió los ojos para dedicarme una tierna sonrisa. Jugó con la punta de su nariz, haciéndola chocar suavemente con la mía de lado a lado; no podía ser más dulce.

Besó mi frente y se separó un poco más para hablar con mayor comodidad, pero aún sin despegar sus manos de mi piel debajo de la blusa.

-Habrá una fiesta este fin de semana ¿Quieres venir? -Sonrió, había olvidado por completo el tema anterior y prefería que fuese así.

- ¿De quien es? -Acaricié sus brazos.

-De Amy y Chase, celebran un año de novios -Carcajeó y para mis oídos era música.

-Pero no estoy invitada... Sería desubicado llegar así... de la nada -Me encantaría ir con Rubén a una fiesta, hemos ido a muchas juntos, pero siempre terminaba con mi grupo de amigas, él solo se preocupaba de su chica.

-Podía invitar a quien quisiera y no estoy interesado mucho en Jannies, digo, es mi novia, pero está... histérica últimamente - ¿Escuché bien? ¡Me prefería a mí! Nada podía ser mejor.

-Entonces... seguro -Sonreí y besé sus labios de improviso, ya se me hacia natural.

Estoy Enamorada De Mi Mejor AmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora