¿Tu Nombre Es...?

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Los prefectos entramos al salón para recibir a los nuevos. Al momento, la maestra nos recibió.
-Chicos, ellos son los alumnos de 4to semestre. Ellos serán sus tutores escolares hasta que lleguen a segundo semestre, ¿quedó claro?
-Sí, señorita Poliuvsky.
La maestra de literatura era rusa, y era de las mejores educadoras de la institución; por no decir la mejor.
-Muchachos...
Me dirigí al grupo de nuevos.
-Yo soy Germán, el perfecto principal de 4to semestre. Si necesitan algo; ayuda, orientación, soporte, o lo que sea. Me lo pueden pedir a mi. ¿Quedó claro?
Podía escuchar los murmuros y susurros de los nuevos. Ellos creían que era un juego. ¿La solución? Ser más severo.
-Dije, que... Si... Quedo... ¡¿Claro?!
-¡Sí, señor!
-Oigan, tranquilos. No soy militar.
Les dije sonriendo.
Después de mi presentación, la siguiente fue Frida. Una chica petulante, arrogante, presumida, maleducada, y muchas otras cosas más. La odiaba. Y ya que yo era mejor que ella, la "chica" buscaba la más mínima oportunidad para opacarme.
-¿Entendieron chicos?
Preguntó la maestra con un tono dulce y gentil.
-Ellos serán sus encargados, así que, ¡den una buena impresión!
-¡Sí, señorita Poliuvsky!
-S-sí... Se-señorita Poliuvsky...
Entre todas esas voces, me llamó la atención una voz particularmente suave y baja...
-Oye.
-¿S-sí, señor prefecto?
Hablaba con una voz débil, tímida, y temerosa... Su voz y piernas temblaban, sus manos sudaban, se respiración estaba agitada. Prácticamente, estaba sudando nerviosismo.
-Oye... Tranquilo... Sólo dime tu nombre y tu edad.
Le dije sonriendo con una mano dentro de mi bolsillo.
-M-mi... M-e... M-me.... Ll-llamo... Mi... Nombre es...
Mientras él tartamudeaba, los demás alumnos se reían y burlaban de él disimuladamente.
-Por favor. Guarden silencio. Deben tener respeto hacia sus superiores presentes.
Ludwig los calmó, con su aura de seriedad eterna e inquebrantable, como era costumbre.
-Muchas gracias Lu.
Él asintió con la cabeza.
-Por favor muchacho, prosigue.
-Me llamo... Ángel... Ángel...
-¿Ángel qué?
-Ángel Eduardo...
Su nombre me parecía curioso...
-¿Apellidos?
-Hiyama Nozaki.
Eso lo explicaba, tenía sangre japonesa.
-¿De dónde es tu mamá?
-Tokio...
-¿Y tu padre?
-Mi Señor padre es de la región de Shinjuku...
-¿Señor padre?
Al momento de mencionarlo, el pequeño chico se encogió de hombros y bajó la cabeza. Supuse que no quería hablar de él.
-Bienvenido al instituto.
Le dije mientras una gran sonrisa se proyectaba en mis labios.
-Mu-muchas gracias... Señor prefecto...
-Sólo llámame Germán.
Le sonreí.
-Recuerden que para la próxima semana, los prefectos elegirán a un aprendiz. Si quieren ser uno de los futuros prefectos de la escuela, les recomiendo mucho esfuerzo de su parte. ¿Sí?
Los alumnos hablaban entre sí...
-¿Qué pasará si nos volvemos aprendiz del prefecto?
Preguntó uno de los nuevos.
-Si se vuelven un aprendiz...
Le contestó Ludwig.
-... Pasarán tres de cada cinco días en la escuela junto con nosotros. Los prefectos somos, Germán, Frida, Alejandra, Sebastian y un servidor. Si ustedes logran un grado de conocimiento y disciplina aptos, serán asignados al cuidado de uno de nosotros.
Los jóvenes lo escucharon asombrados. Al parecer, la idea de ser prefecto sonaba increíble para ellos.
-Bueno, muchas gracias señores.
Asentí al gesto de la maestra y salimos del salón.
Mientras salía, notaba la mirada de aquel muchacho, viéndome fijamente... Era... Interesante...

Un Giro En Mi VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora