Asquerosa Impotencia

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Escuché la alarma, eran las 7:30.
-¡Mierda!
Salí de la cama, me puse el uniforme a como pude y salí corriendo a la escuela.
Entré al salón y vi como es que la profesora de literatura, la señorita Poliuvsky, estaba frente a los muchachos. Ellos me veían con extrañeza, algunos con odio, y algunos otros simplemente reían.
-Pro-profesora... ¿Puedo pasar?
-Adelante Germán. Pasa.
Me dijo con una sonrisa amable tan típica en ella. Le sonreí levemente en respuesta y entré, procurando no llamar mucho la atención, puesto que mi aspecto ya era suficientemente malo.
-Bien, muchachos, ¿en qué me había quedado?
-Dijo que tenía algo importante que decirnos.
Le contestó un alumno.
-Ah, cierto. Pues bien, así es. Tengo algo muy importante que decirles...
Nadie tenía idea de lo que era, pero no era nada bueno, pues el rostro de la profesora se había ensombrecido, había adquirido un aire de tristeza que absolutamente nadie, ninguno de nosotros había visto.
-Muchachos... yo... yo me iré de la escuela.
-¡¿Qué?!
-Así es, lo lamento... pero... ya no puedo seguir aquí.
-Pero profesora, ¿por qué?
-Verás Germán, como algunos de ustedes sabrán, yo tengo un hijo, y ese hijo está aquí, en este colegio.
-¿Qué ha hecho Spencer?
Dije furioso, apretando mis manos en puños al punto de romper el lápiz. Ella me miró con ligera sorpresa y continuó hablando.
-Pues, mi ex esposo ha pedido la patria potestad de nuestro hijo, y según la ley de mi país, todo los juicios de esa índole deben llevarse a cabo en Rusia. Eso, y además... mi madre cometió suicidio.
Absolutamente todo el salón guardó silencio. Nadie se atrevió a decir nada, puesto que pensábamos que cualquier comentario, el más mínimo ruido, haría llorar a la profesora.
Cuando vimos que su rostro comenzaba a tomar su forma normal de nuevo, decidí decir algo, claro, aún tratando de no ser demasiado rudo o imprudente.
-Señorita Poliuvsky...
-¿Qué sucede Germán?
-En nombre de todo el salón-... No, en nombre de toda la escuela, le deseo que tengas buena suerte.
Vi sus ojos mojarse un poco con lágrimas mientras una pequeña sonrisa se dibujaba en sus labios.
-Muchas gracias Germán, muchas gracias a todos...

Luego de aquella clase tan triste, salí rumbo al segundo piso hacia la biblioteca, buscando cualquier material que pudiese distraerme, incluso una estúpida revista de chismes. Al entrar a la biblioteca logro ver a Ludwig, recostado sobre una mesa. Parecía que estaba llorando, pues su pecho se contraía con fuerza. Me acerqué con sigilo, tratando de no provocarle una molestia innecesaria. "Demonios, todo mundo está triste últimamente", pensé.
-Colega... ¿Ludwig?
Puse mi mano sobre su hombro y al segundo él dejó de llorar. Limpió sus lágrimas con las mangas de su abrigo y me miró como si nada pasara.
-¿Pasa algo?
-A mí no me engañas. Tú estabas llorando, ¿por qué?
-No seas bobo, yo nunca lloro.
Lo miré con ligera molestia y suspiré, me senté a su lado y lo hice verme.
-Amigo, sólo dime por qué. No es tan difícil.
Guardó silencio un momento y me miró con sus ojos apagados y serios.
-... Me tengo que ir.
-¿Irte? ¿A dónde?
-Debo ir de regreso a mi país. Mis padres dicen que esta escuela no vale la pena y me quieren regresar a Austria con ellos.
Siendo honestos, me congelé en ese instante. Primero la profesora, ¿y luego Lu? Debía ser una broma de muy mal gusto.
-Me estás jodiendo, ¿verdad? No es posible que te vayas así como así...
-Yo también quisiera pensar en eso, pero lamentablemente es cierto. Quisiera permanecer aquí, con ustedes, pero... no depende de mí.
Estaba paralizado. Yo pensaba que el miedo y la felicidad eran las únicas emociones que podían causar una parálisis de esta forma, pero resulta que la tristeza también podía.
-Ludwig, camarada...
Dije para después darle un fuerte abrazo, mientras las lágrimas salían lentamente pero sin mi consentimiento de mis ojos. Él me abrazó en respuesta, reteniendo sus ganas de llorar.

Luego de esa despedida doble, me sentía agitado emocionalmente. No quería saber nada de nadie, y eso estaba bien para mí. Estando ya en casa sentía que algo me hacía falta, como si en todo el día una presencia estuviera ausente. Sentía que necesitaba estrujar a alguien entre mis brazos, para que su cautivador aroma me librara de toda esta tristeza.
-Ángel...
Dije en un susurro, como esperando su respuesta, como si él estuviera a mí lado para reconfortarme y decirme que todo estaría bien.

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Hasta aquí el capítulo. Lamento se les parece muy... Triste o soso o sin gracia alguna, pero era una parte necesaria y no tenía inspiración como para hacer un capítulo como los que me gustan. Pero... ¿Quieres romance? Les daré romance :3
El próximo capítulo se va a llamar "Por alto que esté el cielo en el mundo", y habrá suficiente miel como para matarlos de diabetes.
Espero les haya gustado. Nos leemos a la próxima ^^
-Sr. Austria

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⏰ Última actualización: May 15, 2016 ⏰

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