Un Corazon Roto

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Pasé la tarde completa jugando con el trozo de cristal cortado entre mis manos. Su fino tallado me recuerda a las facciones de la Chica Sin Nombre. No logro comprender su significado, pero siento en alguna parte de mi que se trata de algo valioso o importante. Me atrae a la vista, como si tuviera una especie de gancho a mis ojos. Como si despertara algún recuerdo latente en mi memoria que no puedo olvidar.

Respuestas. Eso es lo único que quiero. ¿Que pasó conmigo? Parece como si no pudiera hacer nada mas qué pensar en aquella cabellera negra y rizada. Incluso deje sonar el móvil cuando MK me llamó. Solo pensba en... ¡El callejón!

Casi olvidaba que tenía qué ir, seguro habría alguna pista que me condujera de nuevo a la Chica Sin Nombre. Metí mi nuevo móvil a mi chaqueta y salí corriendo.

Al llegar al callejón noté una mirada en los vellos de mi nuca, volteé y vi al otro lado de la calle una figura esbelta con gabardina y sombrero, mirándome. Le sostuve la mirada, intentando averiguar quien era, pero no distinguía ninguna facción resaltable de su rostro. Y como si fuera en una película, al pasar un autobús, desapareció.

Crucé la calle y supuse que había entrado al edificio detrás suyo. Así que llamé tres veces a la puerta de madera con mis manos, puesto que no habia timbre. Era muy dura y los nudillos me dolieron. No se escuchaba nada al otro lado y tampoco se veían luces encendidas a través de las ventanas. Toqué un poco mas fuerte, de nuevo tres veces y al tercer golpe la puerta se deslizó hacia adentro crujiendo un poco. No sabía que hacer, así que entré.

Busqué al tacto un apagador en la pared a mi derecha mientras mis ojos se acostumbraban a la penumbra. No encontré ninguno, pero con mis pupilas dilatadas podía ver un poco. Lo suficiente para descubrir que la bombilla está rota.

No parece que hubiera gente aquí desde hace mucho, pero no por lo viejo o lo polvoriento; sino por lo pulcro del lugar.

-¿Hay alguien? -pregunté al aire. No hubo respuesta, ni siquiera eco. Todo era total silencio, como si las paredes aislaran el ruido del exterior.

Aquí vivió gente con dinero, a juzgar por el mobiliario. Un sillón victoriano de color claro con contorno de madera fina y tallada se encontraba en la habitación de lado izquierdo, con una alfombra roja y grande debajo. En la pared había un cuadro de una mujer de facciones imponentes. Suz pómulos eran prominentes y su mirada inspiraba superioridad.

De lado derecho había una enorme mesa rectangular, tambien de madera tallada. Caoba, a juzgar por el olor. Lo recuerdo de una excursión por parte de la escuela a una fábrica procesadora de madera. MK fue con nosotros y nos explicó a Cristina y a mi que en la escuela militar aprendió un poco de carpintería. Estábamos muy emocionados porque al final del recorrido íbamos a tallar nuestro propio juguete de madera.

Frente a la puerta principal había otra puerta mas pequeña. El picaporte era dorado y estaba en el centro, no en el costado. Me acerqué para girar la perilla y esta hizo un crujido muy estridente al empujarla. Mientras estaba en el umbral entre una habitación y otra sentí un escalofrío de pies a cabeza.

Cuando entré, la sala parecía vacía. Pero yo sabía en algún lugar de mi mente que había algo. Es como si notara los fantasmas de objetos y enceres que habitaban anteriormente. Podia verlos superpuestos y translúcidos. Un sofá verde en la esquina y una cama del lado izquierdo. Un tocador y una cómoda a la derecha y una silla de latón al fondo.

Camino a través de las ilusiones de muebles y observó las pertenencias de su dueño. Un objeto sobre la cómoda llama mi atención. Me acerco y lo reconozco dentro de mi bolsillo.

Lo saco y lo comparo, los bordes, los tallados, el tamaño, color, todo es igual. Es el corazón de cristal. Los uno y emerge un brillo de él, de ambos. Como si se fundiera con su recuerdo. La luz es tan fuerte que me obligo a cerrar los ojos. Cuando los abro veo a una chica, llorando en su habitación. Me parece que la conozco de algún lado. La misma donde estaba hace unos segundos. Ahora es de día. Todos los objetos que vi dejaron de ser ilusiones y se materializaron.

Alguien llama a la puerta.

-Tara ¿Podemos hablar? -Dice una voz fuera de la habitación
-¿Que quieres? -Dice Tara entre sollozos.
-¿Puedo pasar? -Sus voces suenan raras, con eco, como si no fueran reales.
-Entra -La puerta se abre y la madre de Tara entra a abrazarla. Por la expresión de Tara eso parece consolarle. Deja de llorar y empiezan a hacerce cosquillas una a la otra. Parecen felices. Sentir el amor de madre a hijo y viceversa. Es algo que ya no siento.

En un parpadeo estoy de nuevo en la alcoba vacía. Ahora no me parece vacía solo físicamente, sino también emocionalmente. Faltan las risas y los llantos de la gente qué vivió aquí. Los lazos entre familia, el amor.

Osculum: El Beso PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora