𝐀𝐍𝐈𝐌𝐀 │𝐑𝐚𝐧 𝐇𝐚𝐢𝐭𝐚𝐧𝐢

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La pelinegra apenas cortó la llamada y giró sobre sus talones para volver adentro, cuando se topó con Ran, de pie frente a ella. No parecía precisamente feliz: el ceño fruncido, la mirada clavada en ella con intensidad, la mandíbula tensa y los brazos cruzados sobre el pecho.

Hae-Won arqueó una ceja, evaluando la situación, y acortó la distancia entre ellos hasta quedar casi pegados, pecho contra pecho.

Hae-Won:¿Por qué esa cara, Ran? —pregunta, con una sonrisa burlona—.

Ran:—se acerca más a la menor, bajando sus manos a las caderas ajenas— ¿Quién es "esposito"? —susurró, con la voz peligrosamente baja, casi un gruñido, aprieta su agarre, inclinándose ligeramente a la altura de la pelinegra— ¿Uhm?

Hae-Won:—desvía la mirada con nervios— Kang Dokyung, ¿a quién más iba a llamar? Salí para hablar con él, ¿algún problema con eso?

Ran:—suspiró con irritación, tomando el rostro de la más baja con una de sus manos, sus dedos rozando delicadamente su mandíbula y su mejilla— Sí, hay uno —susurró, acercándose aún más, sus labios rozando los de ella, su aliento mezclándose—.

Hae-Won:—pasa saliva, sus ojos fijos en los labios del bicolor— ¿Cuál?

Ran:Que no me gusta compartir.

Hae-Won:—chasquea la lengua, niega con la cabeza, evitando mirar al mayor— Kang Dokyung es mi mejor amigo.

Ran:—dejó un suave beso en los labios entreabiertos de la menor, un roce apenas perceptible— ¿Y eso a mí qué? —susurró contra su boca, casi en un gruñido posesivo—.

Hae-Won se puso de puntillas, dispuesta a juntar sus labios con los del bicolor nuevamente, esta vez buscando algo más profundo, pero, para su pésima suerte, alguien salió de la mansión. Su hermano mayor, Ryu Hyesung, se quedó viéndolos con el ceño fruncido. En su mano había un pendrive, el mismo que la pelinegra había mencionado antes a su mejor amigo.

La más joven, aún con el rostro rojo, se lanzó hacía su hermano tratando de quitarle la memoria. El castaño, al darse cuenta, entró corriendo abrazando el dispositivo contra su pecho, dejando al bicolor solo, con una evidente expresión de irritación que se formó en su rostro.

Hyesung:¡Hae-ryong, deténla! —grita el castaño, yendo a esconderse detrás del heterocromático—.

Hae-Won:Dámelo, Sung, si me lo das no te haré nada.

Hae-ryong:—se mueve, cubriendo al más bajo para evitar que la menor lo jale— Oye, muñeca, un poco extremo de tu parte amenazar a tu hermano que perdió la memoria, ¿no crees?

Hae-Won:Tú cállate y deja de moverte.

Hyesung:Sigue cubriéndome, Ryong.

Ran:—entra con una expresión de irritación al haberse visto interrumpido, viendo la escena con una ceja alzada— ¿Qué hay en el pendrive que no quieres que nadie lo vea, Hae-Won?

Hae-Won se quedó inmóvil, como si una descarga eléctrica la hubiera atravesado. Sus ojos grandes se clavaron en los de Ran, sorprendida por la forma en que su nombre había salido de sus labios, grave y con una autoridad que nunca le había escuchado. No era dolor, sino una extraña punzada que le revolvió el estómago. Un rubor intenso le subió por el cuello hasta las mejillas, encendiéndole el rostro.

Hyesung y Hae-ryong la miraban raro, como si fuera otra. Pero ella solo sentía los ojos de Ran, que parecían verle el alma.

De pronto, Wakasa apareció sin hacer ruido. Le sacó el pendrive a Hyesung, que intentó defenderse, pero no pudo. Sin decir nada, lo enchufó a la tele. La pantalla se prendió, haciendo que Hae-Won saliera de su estado de embeleso. Rápidamente se puso frente al bicolor con una sonrisa nerviosa.