Tengo una queja,
porque vocifera la ética sin esta
y la moral sentada con los oídos hinchados
oye una bazofia en la boca de un profesional de la nada,
un cazador de la mentira, con un título de acuario
en un mar de barbaridades que se ahoga en su nado.
No lo callaron con nada,
y miraba su reloj cuando la poesía no tiene tiempo.
Anoten en su diario la data de muerte de un verso,
escrito por este señor,
que no sabe cuánta vida tiene la poesía.
Aquí estamos los desconocidos,
que esperamos la luz divina, un bolígrafo nuevo
y un lector inagotable. Ese amigo caprichoso
que puede odiarme como lo odio
y quererme como no supo,
porque la poesía es sentimiento.
Al otro se le quedó su poesía en el retrete
y cambió un hemisferio del cerebro
por uno de los que no recibe sol,
ahí mismo donde recibe la satisfacción
de generar la vulgar instancia
para que venga la elegancia a consagrar el falo
y la violación.
¿Y a eso le llaman "cultura"?
a mí me daría vergüenza,
son solo una influenza
de un calvo de mazapán.
Infló el pecho y gritó que era crítico,
tomó una taza de cítrico y nada le costó arrugar,
¿De cuándo un organillero
se cree tan mítico como el monarca díptico
de tan aclamado bar?
Pero tranquilo,
que cuando me haga el tiempo
les devuelvo la sierra dentada con la que han de escalar,
porque yo seré el impedimento
y conocerán el invierno
cuando quieran regurgitar
la mierda que nos incitan a comer
y que no les ha de durar.
Malditos del Ministerio del Empoderamiento
aquí está mi carta de renuncia
porque mi alma no es
ni pertenecerá a este horrible lugar.
