La seriedad de los días

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Grisáceo está el salón,

el cristal empaña la vista,

una rata color rosa

lanza el primer queso y

desata una plaga.


Una nube me mira,

llora y el concreto le da un sorbo

a su tristeza.


Escuchamos a la experiencia

con tildes en su rostro

y nos mantenemos prosódicos

hasta la edad predeterminada

y correspondiente.


El gentío opina

dejando una neurona en casa,

trayendo consigo un altavoz.


Los escucho a todos,

¡cuánto amo el silencio!

Quiero gritarles en la cara,

llamarlos estúpidos

y marcharme rimbombante.


Llego a casa,

susurro un réquiem y muero lentamente

esperando una nueva jornada.

Cuando se desnuda el interiorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora