Capitulo 12

1K 93 6
                                    

ESTAMOS A POCOS CAPÍTULOS DEL FINAL DE ESTA HERMOSA HISTORIA♥


Capitulo 12


Las dos semanas siguientes transcurrieron en una mezcla de dolor e irritación para Hyuk. Hae parecía estar en cualquier parte a la que fuera, pegándose a él básicamente como si fuera su sombra.
El hombre siempre estaba unos pocos pasos tras él en la oficina, y cuando almorzaba con clientes y compañeros, con la mirada siempre examinando el gentío. Sabía que Hae le daba un informe semanal a Olivia con sus idas y venidas y si había visto a alguien sospechoso, y hasta ahora, por suerte, no había ocurrido nada. Afortunadamente, el presunto peligro se había acabado y podía retomar su vida, es decir, lo que recordaba de ella.
Durante esas dos semanas, Hyuk comió solo en la sala de estar y Hae, con Hannah en la cocina. No es que eso le molestara a Hyuk, tal y como no paraba de repetirse a sí mismo. Tenía al tipo tanto tiempo delante que agradecía el respiro y la oportunidad de estar solo.

‹‹Sí, tú sigue repitiéndote eso, bastardo. Como si no fueras tú el que al levantarse ayer la tenía dura como una piedra, y con visiones de cosas verdes y marrones danzando ante tus ojos››.

El viernes de la segunda semana, estaban a punto de parar delante de la casa, y Hae de repente empezó a reírse a carcajadas y a retorcerse de la risa en el asiento mientras el coche llegaba a la casa. Tras levantar la mirada del archivo que estaba hojeando, Hyuk miró a través de la ventana qué había atraído el interés de Hae y puso cara de confusión al ver el viejo Chevrolet que allí había.

—¿De quién es ese coche? —le preguntó Hyuk.

Hyuk agarró los papeles que tenía revoloteando entre las manos mientras Hae abría la puerta del coche antes de que se detuviera.

—DongHae...

Hae ya había llegado a la puerta principal, la había abierto y había entrado a la carrera en el momento en el que Michael, el chófer, apagó el motor. Hyuk introdujo el archivo rápidamente en su maletín y se dispuso a seguirle al interior. Ignorando por completo a Michael, que le había abierto la puerta, Hyuk se bajó de la limusina, subió los escalones de la entrada y cerró la puerta al entrar. Tiró el maletín y la chaqueta en la mesa del vestíbulo y fue hacia la cocina, de donde venían unas voces.
Hyuk se paró en la puerta al ver los enormes brazos de Hae envolviendo a un hombre rubio, que estaba mirando a su guardaespaldas con brillantes ojos azules, y tenía los brazos sobre la cintura de Hae. Y todo mientras brincaban como niños entusiasmados. Algo no deseado empezó a revolverle el estómago, algo que le hacía querer abalanzarse sobre esos dos hombres y ponerse en medio de ellos, rompiendo su conexión.

—No puedo creer que estés aquí —dijo Hae mientras abrazaba al rubio. Se echó hacia atrás y besó unos sonrientes labios de forma ruidosa—. Te he echado de menos.

El rubio soltó una risita y le devolvió el beso.

—Yo también te he echado de menos, GGA. Yo también te he echado de menos.

Hyuk tosió al entrar en la cocina y los dos hombres se giraron para mirarle. Al rubio se le pusieron los ojos como platos al verle, y Hyuk tuvo que reprimirse y no dar un suspiro; estaba muy acostumbrado a que su aspecto llamara la atención, pero creía que no era muy apropiado cuando el novio del chico estaba justo a su lado. En ese momento, se percató de que el hombre le estaba tendiendo la mano para presentarse.

—Tú debes de ser HyukJae. Encantado de conocerte. Yo soy Shin DongHee.

Hyuk trató de obviar que Hae tenía todavía el brazo encima del hombro de Shin, y miró la mano que estaba tendida entre ellos. Se paró, y por un momento pensó en no estrecharla, pero sintió cómo Hannah le observaba a sus espaldas, y se lo pensó mejor. Le estrechó la mano y asintió.

—Igualmente —dijo bruscamente, mirando a Hae—. Me voy a mi habitación.
—Vale —le respondió Hae tímidamente, ya que su atención había vuelto al hombre que tenía entre sus brazos, para enfado de Hyuk—. ShinDong y yo vamos a salir a tomarnos unas cervezas, así que ya nos vemos por la mañana.
—Eh, espera un segundo —dijo Hannah con la mano levantada—. Yo voy a salir con Carlos esta noche. No podemos dejar a Hyuk solo.

Tras unos segundos meditando, Hae dio con una idea.

—Bueno, entonces Hyuk tendrá que venir con nosotros. A ti no te importa, ¿no, Shin?
—Por mí, bien, tío.
—¡Eh, estoy aquí! No soy un crío que se vaya a poner a berrear. Me las puedo apañar durante unas horas. Prometo que no jugaré con cerillas ni abriré la puerta a vendedores desconocidos de caramelos.

No le apetecía lo más mínimo ir a un bar con Hae y su novio, muchísimas gracias.
Hae negó con la cabeza.

—Tu madre me los cortaría si te dejo en casa solo. Te vienes, fin de la discusión. Tenemos tiempo para darnos una ducha y cambiarnos antes de irnos.

Hae y Shin ya estaban subiendo las escaleras antes de que Hyuk pudiera responder, lo que le hizo soltar una grosería.

Bueno, bueno, bueno, eso te cayó como una patada, ¿no? —El marcado acento tejano de Hannah sonó con suavidad a sus espaldas.

Hyuk se volvió y frunció el ceño al ver que se inclinaba sobre la encimera, con los brazos cruzados y la cabeza inclinada a un lado, con un aire de pillería en los ojos. Un aire que a él no le gustaba. Significaba que Hannah estaba pensando algo.

—¿Qué?

Habló con una despreocupación que muy seguramente no sentía, rezongando para sí al ver que Hannah se estaba divirtiendo con ello.

—Te gusta —sentenció Hannah.
—¿Qué? ¿Quién? —dijo Hyuk fingiendo sobresaltarse.
—No me vengas con "qué y quién". DongHae. Le has tratado como a un paria las últimas dos semanas. Me debería haber dado cuenta antes —dijo Hannah asintiendo—. Se te veía claramente en la cara cuando le viste abrazando a ShinDong. Ni siquiera te molestes en negarlo. Te conozco muy bien, chico.

Hyuk movió la cabeza en lo que esperaba que se entendiera como estupefacción, y resopló una risa burlona. Agarró un plátano del cuenco que había en el centro de la mesa y lo agitó delante de ella.

—Creo que Carlos está usando demasiado herbicida, debes estar colocada.

Se dio la vuelta y se dirigió a su habitación antes de que Hannah le pudiera comentar nada más.
Cuando entró a su habitación, escuchó las voces de Hae y Shin y unas risas escandalosas provenientes del otro lado del vestíbulo. Gruñó y tiró el plátano sin pelar a la papelera que había junto a la cama, porque ya no tenía apetito, y abrió el armario. Rebuscando entre las perchas, sonrió ligeramente al encontrar los vaqueros que estaba buscando, y los sacó. Sacó una camiseta ajustada color verde oliva y lanzó los pantalones a la cama, antes de ir al cuarto de baño. Si tenía que pasar la noche viendo a Hae y su juguetito follarse con la mirada, iba a asegurarse de que se vestía para la ocasión.
Ya en la ducha, Hyuk echó hacia atrás la cabeza, suspirando de alivio al sentir el agua caliente recorriéndole el cuerpo. Todavía tenía las costillas doloridas aunque curándose bien. Las magulladuras ya eran de color amarillo claro y verdoso, no moradas y negras como eran antes. Al menos podía moverse más y se podía vestir solo. Las últimas dos semanas también trajeron algunos momentos incómodos cuando Hyuk necesitó la ayuda de Hae. Respondía sus preguntas con monosílabos y trataba de ignorar el hecho de que tenía las manos de Hae encima de él. Ese hombre estaba empezando a hacerle sentir cosas que no había sentido en mucho tiempo.
Le gustaba su pequeño mundo aislado, con paredes que no permitían que cualquiera las trepara para entrar al lugar. Pero Hae era muy alto y estaba allí en todo momento; siempre que se daba la vuelta, allí estaba. Sabía que ése era el trabajo de Hae, pero era más que eso. El chico era jodidamente simpático, con una sonrisa siempre en los labios para todos, la cual le había servido para ganarse a Junsu y Hannah, de quien esperaba que hubiese tenido más reticencias, y al chófer, por no hablar de su madre. Estaba convencida de que Hae era la octava maravilla, y flirteaba con él siempre que tenía oportunidad, para diversión de Hae y bochorno de Hyuk.
Encogió los ojos al cerrar el grifo de la ducha, y alargó el brazo para coger una toalla; se la lio alrededor de la cintura. Se secó el pelo con otra toalla y después se vistió, decidiendo obviar ponerse bóxers bajo los vaqueros. Hae no tenía que ser el único que tuviera suerte esa noche. Se metió la camiseta por la cabeza y la deslizó sobre su cuerpo. Hyuk no era idiota; sabía que tenía buen aspecto, y había escogido los vaqueros desgastados que tenían un agujero en la parte del bolsillo trasero a propósito, a sabiendas que se podría ver su piel desnuda por el agujero. Y la idea de tener a Hae mirando sus carnes hizo que un escalofrío recorriese su cuerpo. Se arregló un poco el pelo con los dedos, sonrió al verse en el espejo y agarró su cartera y su chaqueta, para entonces bajar las escaleras y esperar a los otros dos.

---------------------------------

ShinDong les iba a llevar a un bar del centro de la ciudad en su coche, pero Hae no pudo reprimirse y dio un resoplido cuando Hyuk se lo pensó antes de subirse al asiento trasero del viejo Chevrolet amarillo, aunque no dijo nada. Simplemente trató de contener su júbilo cuando Shin echó hacia atrás el asiento del conductor y se puso al volante.

—Te puedes poner cómodo si quieres, HyukJae —dijo Shin alegremente—. Siempre es mejor sentarse detrás de mí. GGA ocupa demasiado espacio con su peculiar culo.
—¿GGA? —inquirió Hyuk, pasando la mirada de uno a otro.
—Es sólo un estúpido mote que me puso —respondió Hae, lanzando una miradita a Shin, que, afortunadamente, simplemente sonrió y encendió el motor.

Iban a seguir las indicaciones de Hyuk hacia un bar llamado JP's Bar and Grill. Se hizo el silencio en el coche una vez que pasaron por las puertas. Hae cruzó la mirada con Shin y se encogió de hombros, pero no tuvo energías para intentar iniciar la conversación. Hyuk no había estado especialmente hablador durante las últimas dos semanas, y no había nada en la conducta del hombre que indicara que había cambiado de parecer. Mientras llegaban al bar, Hae revivió la conversación que él y Shin habían tenido en su habitación mientras se cambiaba de ropa.

—¿Cómo lo estás haciendo para contenerte, tío? —dijo Shin con un tono compasivo al sentarse en el borde de la cama.
—Estoy bien —dijo Hae, sacando unos vaqueros de la cómoda y eligiendo una camiseta de color bermellón—. No ha sido exactamente un camino de rosas, pero estoy bien.
—Y una mierda —dijo Shin—. Se me vino el alma a los pies porque no me reconoció, y yo no estoy enamorado de él. ¿Me lo puedes volver a explicar?
—¿Qué quieres que te diga, Shin? —Hae se arrancó la ropa y se puso los pantalones, metiendo cada pierna con furiosos movimientos de frustración—. ¿Que me estoy muriendo aquí? ¿Que cada día que despierto y no me recuerda hace que cada vez se me escape más? ¿Que ojalá pudiera dejar de quererle? —Se metió la camiseta por la cabeza, metió los brazos por las mangas casquillo y se la pasó por el resto del cuerpo—. Bueno, todo eso es verdad y la última no va a pasar de aquí a poco tiempo, como te dije. —Respiró profundamente, espirando poco a poco, y se colocó una gran sonrisa en la cara—. Estoy bien. Así que vámonos, necesito pasármelo bien y emborracharme.

La mente de Hae regresó al asiento de copiloto cuando Shin tomó una salida y siguió las indicaciones de Hyuk para llegar al bar. Le dio un toque en la rodilla a Shin al entrar al aparcamiento y le pidió que aparcara lo más cerca posible de la salida. Cierto, no habían visto nada fuera de lo normal en dos semanas, pero no quería arriesgarse. Una vez que Shin paró en un hueco bien iluminado y apagó el motor, Hae miró en todas direcciones antes de bajarse del coche.

—¡Por el amor de Dios, DongHae! —gimoteó Hyuk—. ¡Déjame salir del puto coche! ¡No estás de servicio!

Hae apretó tanto los dientes que sintió cómo el dolor le recorría la mandíbula y le llegaba a la sien. Echó el asiento hacia delante y esperó a que Hyuk saliera del asiento trasero; le tendió la mano para ayudarle. Le volvió a doler la mandíbula cuando Hyuk le apartó la mano de un tortazo y salió del coche torpemente, soltando el aire que había estado guardando.

‹‹Le voy a matar con mis propias manos››.

Agarró a Hyuk del antebrazo, agachó la cabeza y con voz baja le habló al oído.

—Si yo no estoy de servicio, tú tampoco. Te agradecería que fueras capaz de fingir que eres un ser humano durante las próximas horas. —Hae tuvo que morderse la lengua para evitar decir mucho más que eso.

Hyuk se soltó el brazo que le agarraba Hae y le miró con desprecio; después se fue hecho una furia él solo hacia la entrada.

—Tenías razón en una cosa —dijo Shin al cerrar el coche de un portazo, lo cual hizo que Hae se sobrecogiera—. Es más fanfarrón que yo.

Hae rio con ternura y le puso el brazo encima del hombro, tirando de él hacia la entrada, donde Hyuk les estaba esperando con aspecto malhumorado y con los brazos cruzados, obviamente irritado.

—Estoy muy contento de que estés aquí, tío.
—No sé cómo lo haces, colega —le dijo Shin mirando a Hyuk. Después se quitó el brazo de Hae de encima y le susurró al oído—: Sigo esperando a que me abofetee la cara, o a que me eche en cara algo, pero no está aquí... ¿No?

Hae le dio un beso en la frente y dejó la pregunta sin responder porque llegaron a la altura de Hyuk. Hae abrió la puerta y le hizo un gesto ostentoso con la mano a su jefe.

—Después de usted, señor Lee —dijo cordialmente, ignorando la fría mirada que le echó Hyuk, y después empujó a Shin, que tenía una sonrisita, hacia el interior.

Una vez dentro, Hae se paró en seco al ver que Shin se había detenido nada más dar unos pasos. Con la confusión en el rostro, siguió la mirada de su amigo, y no pudo contener la risa al percatarse de la causa de la estupefacción de Shin. Hyuk les había llevado a un bar gay. Hae rio disimuladamente y puso el brazo encima del hombro de Shin, que le susurró al oído.

—No te muevas de mi lado en toda la noche, ¿entendido? Mi culo es totalmente virgen, y pretendo que lo siga siendo.
—No te preocupes, nene. Yo te protegeré —le prometió Hae.

Hyuk estaba ya en la barra, y Hae pudo observar las miraditas que ya estaba recibiendo Hyuk de los que le rodeaban, y por la sonrisa de pillo que tenía, estaba claro que Hyuk también lo sabía.
Un arrebato de celos, ardiente y ácido, le recorrió al ver cómo Hyuk captaba la atención del camarero y pedía una bebida.

‹‹¿Desde cuándo tienes que mojarte los labios veinte veces y sacar el culo para pedir una bebida?››.

—¡Hola! ¿Me sirves un cóctel Orgasmo? —dijo Hyuk con voz baja y sugerente, haciendo que el camarero le sonriera, para fastidio de Hae.
—Cariño, te puedo servir el tipo de orgasmo que quieras —le respondió el camarero con gesto también sugerente y mirando sus ojos verdes.

Al ver la situación, Hae sintió cómo se le revolvía el estómago, convirtiéndose en una especie de volcán a punto de entrar en erupción. Tuvo que reprimir el ansia de meterse entre la barra y Hyuk para decirle lo que pensaba de él. Hyuk le devolvió la sonrisa al camarero, y se volvió para dirigirse a Hae y Shin.

—¿Qué queréis vosotros, chicos?

Pidió una Coca Cola para Shin, ya que era quien tenía que conducir, y soltó una risa burlona cuando Hae pidió una cerveza.

—¿Sólo una cerveza? Vamos, ¿dónde está tu sentido de la aventura?

Hae negó con la cabeza y murmuró que con una cerveza estaba bien. Se mordió el labio al ver a Hyuk flirtear con el camarero mientras le pedía las bebidas. Éste era un Hyuk que nunca había visto, ya fuera antes o durante esas dos semanas, y no sabía por qué, pero tenía el presentimiento de que algo iba a pasar. Lo que no sabía era el qué.
El camarero le sirvió su bebida a Hyuk, que le dio un sorbo para probarla.

—¡Espera, colega! —dijo—. Te has olvidado el Tía María.

El camarero se disculpó y se dio la vuelta para añadirle el alcohol. Les dio las otras dos bebidas a Hae y Shin, y se encogió de hombros.

—¿Qué?
—Nada —dijo Hae, y miró a Shin antes de señalar hacia una mesa que estaba junto a una cristalera abierta—. Estaremos ahí.

Hae atravesó el bar y sacó una silla para él y otra para Shin, que se sentó a su lado.

—¿Oíste eso?
—Sí —respondió Shin—. Recordaba los ingredientes. ¿Había dicho algo así antes?
—No, nunca —admitió Hae, que se llevó la botella a los labios y dio un buen trago.

Hyuk había pasado horas estudiando a fondo los ingredientes de los cócteles cuando decidieron poner la hora de los cócteles la noche de los viernes en el bar, y el cóctel Orgasmo había sido el único que hacía sin tener que mirar sus notas. ¿Estaba una parte de su vida juntos, por muy insignificante que fuera, volviendo al presente?
Hae no le quitó ojo a Hyuk mientras pagaba las bebidas, pero los ojos le hicieron chiribitas cuando Hyuk se levantó la camiseta para guardarse la cartera en el bolsillo trasero y pudo entrever algo de piel a través del agujero de los pantalones.

—¡Joder! —farfulló entre dientes al ver que dos hombres diferentes paraban a Hyuk en su camino hacia la mesa, uno de los cuales le susurró algo al oído y le pasó la mano por el pecho—. ¿Has visto lo que lleva puesto? Está buscando echar un polvo. Todos los que están en el bar lo saben.

Se llevó la cerveza a los labios, se la bebió de un trago y se secó la boca con la mano.
Agradeció que Shin le agarrara la pierna bajo la mesa, y aunque le tranquilizó, no hizo nada para apaciguar los ataques de celos que estaba sufriendo.

-------------------------

Hyuk se sentó en la silla vacía y le dio otro trago a su cóctel, sin prestar atención a la frialdad latente en el rostro de Hae.

‹‹¿Qué carajo le pasa? Ha conseguido pasar tiempo con su osito rubio, ¿no?››.

Echó un vistazo a todo el bar, cruzando la mirada con el chico que le había susurrado al oído cuando había ido hacia la mesa. Hyuk vio que el hombre le sonreía y levantó el vaso a modo de respuesta. Sin embargo, se le fueron los ojos hacia Hae cuando éste dio un golpe con la cerveza en la mesa y se puso en pie.

—¿Todo bien, señor guardaespaldas?
—Voy a por otra ronda —respondió Hae, haciendo un gesto con la cara hacia la bebida de Hyuk—. ¿Lo mismo otra vez?

Hyuk negó con la cabeza y se tragó lo que le quedaba de cóctel en el vaso.

—Me tomaré un whisky con hielo. ¿Vas a paladear algo un poco más emocionante que una Budweiser?
—Te sorprendería saber qué es lo que me gusta paladear —dijo Hae mirándole a los ojos de forma insolente antes de ir hacia la barra.

Hyuk se volvió, dando un jadeo involuntario, al sentir el firme muslo de Hae rozándole el brazo al pasar. Se le fue la mirada a las líneas de la espalda de Hae, siguiendo por la curva de su firme culo posado sobre sus muslos. Un calor, como si fuera algo candente, se le encendió en el estómago, yendo directamente a su miembro como si estuvieran conectados por una soga invisible. Al calor le siguió otro tipo de calentura al ver cómo otros muchos ojos recorrían el mismo camino que los suyos cuando Hae se puso en pie. Una palabra se le iluminó en la cabeza como si fuera una señal de neón:

‹‹Mío››.

Se sacudió los pensamientos de la cabeza y se giró para encontrarse con que Shin le miraba de forma contemplativa.

-------------------------

Una hora y media después, Hyuk estaba meneándose y bailando al ritmo de la música con un hombre alto de pelo oscuro, que creía que se llamaba Sam, o quizás fuera Max. En cualquier caso, se lo estaba pasando bien. Estaba desatado y se estaba divirtiendo, y pensaba que lo mismo se podía decir de Shin y Hae, ya que les vio moverse al ritmo de la música a pocos metros de él. Shin se rio de forma ruidosa cuando Hae le rodeó la cintura con los brazos y lo levantó del suelo. Hyuk trató de disimular que se retorcía por dentro al ver a Hae poniendo la cara en el cuello de Shin.
Sam/Max aprovechó ese momento para inclinarse y proponerle algo al oído, y Hyuk le miró con ojos de sospecha. El joven que meneaba las caderas junto a las suyas era algo más alto que él y tenía el pelo del color del chocolate negro. Tenía ojos azules, pero si entornaba los ojos podían pasar por color avellana, ¿no?

‹‹Puto estúpido Lee››.

Hyuk se pensó la oferta de Sam/Max durante casi un nanosegundo antes de que la punta de la lengua del otro hombre empezara a mojarle los labios, haciéndole mover la cabeza como uno de esos perros que se ponen en el salpicadero. Entrelazaron los dedos, sonrió y siguió a Sam/Max a los servicios.
Dentro de ellos, las luces eran tenues y había otras parejas liándose a la vista de todos. Hyuk no era exhibicionista, así que se dirigió a uno de los cubículos, tiró de Sam/Max hacia dentro y cerró la puerta al entrar. Hyuk se vio empujado contra la puerta con una cálida lengua revoloteando dentro de su boca, unos dientes mordisqueándole los labios y unas manos haciendo que sus caderas se juntasen.
Gimió en la boca de Sam/Max y le metió los dedos en la abundante cabellera, tomando control del beso, trazando el interior de su boca con el rápido empuje de su lengua. Tenía unas manos en la hebilla de su cinturón, y jadeó cuando le bajaron la cremallera y unos cálidos dedos se sumergieron en sus vaqueros, sacándole la polla más o menos dura y empezando a meneársela. Sam/Max paró el beso y le quitó la camiseta, de forma que pudiera lamerle el torso.
Cuando Sam/Max envolvió con sus labios la verga de Hyuk y empezó a deslizarse, metiéndosela dentro, Hyuk gimoteó y echó la cabeza hacia atrás sobre el panel de madera del cubículo, cerrando los ojos y metiendo los dedos entre unos suaves y frondosos mechones de pelo. Si la cara del estúpido y enorme Lee DongHae flotaba en su mente, nadie necesitaba saberlo, ¿no?

------------------

Hae le dio otra vuelta a Shin mientras terminaba la canción. Se tropezó entre risas con la mesa y se dejó caer en la silla.

—¡Estoy deseando contarle a Nari que te chocaste con un oso! —Se puso las manos en la cintura mientras se reía de forma histérica, gimiendo por el dolor que empezaba a sentir por las costillas—. ¡Oh, Dios! La cara que pusiste fue genial. Casi me meo en los pantalones.

Una miradita de Shin le hizo volver a reírse a carcajadas, y alargó el brazo para coger su bebida mientras sentía como si le faltase el aire. Estaba pasándoselo en grande, pero para nada estaba borracho, al menos no de alcohol, sino por la oportunidad de liberarse con alguien que sabía que le quería. De ser el auténtico Hae durante unas horas. Estas dos semanas con Hyuk habían...
¿Hyuk? Hae se quedó paralizado y echó un vistazo a todo el bar. El estado de felicidad que tenía se disipó rápidamente. No le veía. Hae miró a su amigo y notó cómo se le formaba un nudo en la garganta.

—¡ShinDong! ¡No veo a Hyuk!

Se puso en pie rápidamente y le pidió a Shin que echara un vistazo en el jardín y el aparcamiento, mientras él miraba entre la gente de la pista de baile del bar. No prestó atención a las manos que le agarraban el culo mientras deambulaba por la pista. Tras verificar que Hyuk no estaba allí, subió por las escaleras hacia la zona de la terraza para asegurarse de que no se había ido a esa otra parte del bar. No. Hae notó como le zumbaba un poco la cabeza y le entraban nauseas. El pánico se apoderaba de él según pasaban los minutos.

—Mierda —murmuró en voz alta, ignorando al hombre que tenía al lado, que le miró sorprendido—. ¿Dónde carajo estás?

Se dirigió de nuevo a su mesa y se puso en tensión al ver que Shin volvía por la cristalera negando con la cabeza, un movimiento que significaba un millón de cosas. Hae tragó saliva, sintiendo como una especie de pellizco en el corazón. Sólo había un sitio en el que Hyuk podría estar.

‹‹¡Por favor, por favor, que no esté allí!››.

Inspiró, rechinó los dientes y se dirigió hacia los servicios.
Una vez dentro, ignoró a las demás parejas al comprobar que Hyuk no era parte de ellas, y se fue hacia los cuatro cubículos. Sólo uno tenía la puerta cerrada, a pesar de que en otro había una pareja fornicando a la vista de todos. Hae los miró, pero su mirada se fue hacia la puerta cerrada del último de los cubículos. El estómago se le revolvió y el alcohol que había bebido amenazaba con escaparse de los confines de su estómago. Tras la puerta podía oír gemidos y jadeos, un jadeo que había escuchado en muchas ocasiones. Demonios, no sólo lo había escuchado, sino que había sido su causa. Era el delator suspiro y gemido que Hyuk no podía controlar cuando estaba a punto de irse.

‹‹¿Por qué sigues parado aquí?››.

Por una vez, Hae hizo caso a su voz interior y decidió que tenía que salir de ese lugar lo más rápido posible.
Cuando Hae regresó a la mesa, sabía que Shin ya se había imaginado lo que había sucedido por el gesto que tenía en la cara. El gesto de rabia de Shin y el repentino ardor de sus ojos le hicieron darse cuenta a Hae de que, cuando Hyuk volviera, tendrían que irse o arriesgarse a que Shin le diera una paliza a Hyuk. Cuando Hyuk volvió a su asiento unos cincos minutos después, y se bebió de un trago el resto de su cuarto whisky, Hae dio gracias de que lo único que hiciera Shin fuera terminarse su tercera Coca Cola y fingir un amplio bostezo.

—Vamos, chicos. Ya está bien por hoy, necesito echar un sueñecillo —dijo Shin con rotundidad.

Hae miró a Hyuk y se fijó en el color de sus mejillas y su pelo alborotado, mientras se le retorcía el estómago.

—Sí, vámonos.

Los tres subieron al coche y regresaron a casa de Hyuk en silencio. Hae le dijo a Shin los números que tenía que marcar para abrir las puertas de seguridad, y se adentraron, aparcando el coche detrás del Bentley. Hae desconectó la alarma al entrar a la casa, y esperó a que entraran los demás, aunque Hyuk iba tambaleándose ligeramente. Echó la cerradura de la puerta principal, volvió a conectar la alarma y lanzó las llaves a la mesa del vestíbulo. Sin ni siquiera mirar a Hyuk, subió los peldaños de la escalera de mármol de dos en dos y se fue a su cuarto, cerrando de un portazo al entrar.
Hae se quitó con furia los zapatos y se puso en posición fetal sobre la cama, con los ojos cerrados, y agarrándose con los brazos su dolorido pecho. Le tendría que pedir disculpas a Shin por haberle dejado a solas con Hyuk, pero ya no podía seguir poniendo cara de póquer, y lo último que quería era soltarlo delante de Hyuk.
Respiraba bruscamente, avergonzándose por ello, cuando la puerta se abrió y se cerró, y sintió la cama hundirse; Shin se tumbó a su lado. Con el primer contacto de los dedos de Shin sobre su pelo, no pudo contenerse más, y se dio la vuelta y se acurrucó junto a su costado. El dolor que sentía en el pecho era acuciante al intentar reprimir el llanto que le hacían contorsionar el torso. En ese momento se vio la sombra de Hyuk pasar cerca de la puerta y luego la puerta del dormitorio principal se cerró con un fuerte ruido.
La voz de Hae sonó fuerte y profunda en el silencio de la habitación, y posó el rostro sobre la camiseta de Shin.

—No es como si él... me hubiera engañado... porque no sabe que... somos pareja. Pero... — Tragó saliva, incapaz de mantener el control—. Pero estoy pero que muy seguro de que... duele igual.��ƙ]�~�

Una fe inquebrantable [ADAP]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora