Capitulo 16

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Holos ♥ Bueno solo quería decirles que falta poco para el final...

¿Les esta gustando? Díganme, comenten no muerdo ewe♥ XD alkdjad 

Aqui el capitulo 16! ¡Es muy intenso! 

Enjoy it~ ♥

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Capitulo 16

Una vez dentro de la oscuridad de la casa, Hae buscó a tientas el interruptor de las lámparas de pared para encenderlas, y después conectó la alarma. Entonces, comenzó a deambular de un lado a otro por el suelo de mármol. La ira que le recomía por dentro le había declarado la guerra a su deseo de agarrar a Hyuk, ponerlo contra la pared para penetrarle y así obtener la liberación que necesitaba. ¿Qué era lo que Hyuk le estaba haciendo? Y lo más importante, ¿por qué? ¿Quería Hyuk estar con él? ¿O simplemente no quería que nadie jugase con sus juguetes? Sentía el peso de la furiosa mirada de Hyuk sobre él, pero se tendría que joder y esperar hasta que Hae estuviera listo para hablar para variar.
Era obvio que Hyuk no podía esperar, por lo que pudo deducir Hae. Después de que Hae le diera la tercera vuelta al vestíbulo, golpeteando con los zapatos en el suelo de mármol, Hyuk acabó rompiendo el hielo.

—¿A qué carajo ha venido eso?
—¿Qué?

Hae se detuvo y se giró para mirar a su jefe, cruzando los brazos. Estaba hecho todo un polvorín, y su mecha estaba ardiendo a toda velocidad.

—¿Qué? ¡Me sacaste a rastras de la discoteca! —se quejó Hyuk.
—Pensé que era lo más seguro. No quería matarte en un sitio lleno de testigos.

Hae no podía creerse que lo primero en lo que pensara Hyuk fuera en su propia experiencia frustrada. No se había parado a pensar ni un segundo en los sentimientos de Hae en todo aquello. Al fin y al cabo, él era sólo un "sirviente", ¿no? ¿Por qué le iba a tener en cuenta?

‹‹No puedo seguir más así››.

La frase le rondó por la cabeza, retumbando en sus oídos como un tambor, y se fue a la carrera sin mediar palabra. Subió los peldaños de las escaleras de dos en dos y abrió la puerta de su habitación. Tenía que salir huyendo, justo en ese momento. Sacó la maleta del armario y la tiró a la cama. Abrió un cajón del vestidor de un tirón, recogió lo que había dentro y lo lanzó a la maleta.

—¿Qué carajo estás haciendo? —le preguntó Hyuk, que había entrado a toda prisa a la habitación, dando un portazo tan fuerte que a Hae le sorprendió que sobreviviera el segundo asalto que Hyuk le hacía ese día.
—No puedo seguir con esta mierda. Me voy —respondió.

Hae siguió lanzando camisetas al interior de la maleta. Se giró para abrir el siguiente cajón y lanzar vaqueros y pantalones de chándal en la misma dirección.

—¡No te puedes ir! ¡Te lo prohíbo! —le gritó Hyuk.
—¿Me lo prohíbes? —Hae le lanzó a la cara varios calzoncillos que tenía en la mano—.¿Quién carajo te crees que eres? ¡No puedes prohibirme que haga nada! —Siguió sacando ropa y las prendas que tenía en las manos pagaron su enfado cuando las lanzó a la maleta—. Ya estoy harto de ti y de tus jueguecitos, estúpido mojigato. No eres mi jefe. ¡Yo soy mi jefe!

Hae estaba demasiado enfadado para detenerse a pensar en lo ridículamente infantil que era esa frase, y siguió sacando sus pertenencias del vestidor. Entonces, Hyuk agarró varias prendas de ropa y empezó a ponerlas de nuevo en los cajones, con la misma rapidez que Hae los vaciaba.

—¡Quieto! ¡Deja de tocar mis cosas! —le gritó Hae.
—¿Deja de tocar mis cosas? —dijo Hyuk imitando a Hae con un tono de voz agudo—. ¿Cuántos años tienes? ¿Doce?

Hae gruñó frustrado al ver que Hyuk le empujaba en el pecho y después le hablaba de forma violenta.

—Y ahí es dónde te equivocas, señor guardaespaldas. ¡Yo soy tu puto jefe! ¿Quién te crees que firma tus cheques? Te pago para que me protejas, no para que te la chupen en una discoteca, y no te vas a ir hasta que yo te diga que puedes irte. ¡Deja de hacer la maleta, estúpido!

Un gesto de desprecio se dibujó en el rostro de Hae, quien le devolvió el empujón, haciéndole tropezar.

—¡Oblígame, jefe! —le dijo, y le volvió a empujar—. ¿A qué esperas, eh? ¿Creías que ibas a detenerme? ¿Creías que ibas a prohibirme que me fuera? No eres tan duro cuando tienes que hacerlo, ¿eh? No me sorprende que alguien quiera matarte. Si por mí fuera, nunca encontrarían el puto cuer...

La diatriba de Hae fue interrumpida cuando Hyuk estampó sus labios contra los de Hae. Ni por asomo fue un beso de ternura, sino una fuerte unión de las dos bocas, sacando todo el aire de los pulmones de Hae, y transmitiendo la excitación por todos y cada uno de los nervios de su cuerpo. Hae interrumpió el beso y se quedó mirando a Hyuk, jadeando fuertemente con la boca abierta.
Estaban tan cerca el uno del otro que la respiración de Hyuk ventilaba la boca de Hae, y esa sensación hacía gemir al grandullón. Alargó los brazos, agarró las caderas de Hyuk y tiró de él, haciendo que sus cuerpos se pegaran el uno al otro; con fuerza. Hyuk deslizó sus dedos por el pelo de Hae y agarró varios mechones, tirando de él hacia sí mismo y haciéndole jadear.

—Hyuk...

Hae exhaló el nombre como un suspiro mientras sus labios volvían a unirse. El beso fue caliente y desesperado, con sus lenguas batiéndose en duelo por tener el control del beso. Hae gruñó de satisfacción cuando Hyuk admitió su derrota y le dio todo el control, dejando que le inclinara la cabeza hasta donde necesitara exactamente. El deseo que se había ido generando durante toda la noche estaba llegando a su punto de ebullición, y Hae tenía la sensación de que Hyuk no paraba de intentar arrimarse aún más, como si tratara de meterse bajo su piel.
Hae jadeó cuando los dedos de Hyuk trataron de desabrochar los botones de su camisa. Interrumpió el beso y dio un paso atrás, agarró el bajo de la camisa y se la sacó por encima de la cabeza. La tiró al suelo y alargó el brazo para intentar desabrochar el botón de los pantalones de Hyuk. Reclamó de nuevo sus labios de forma impaciente, y su lengua trazó cada curva y cada protuberancia al adentrarse en ese calor húmedo que se abrió para él; tan familiar, tan nuevo, tan embriagador.
Mientras se deleitaba con el roce de la lengua de Hyuk por su boca, que lamía la suya con rápidas y ansiosas sacudidas, Hae jadeó al sentir el roce de esos largos dedos sobre la piel, que le hacían sentir escalofríos cada vez que le tocaban. Había pensado que nunca volvería a tener algo así. Que nunca abrazaría a ese hombre. Debía parar. Debía contarle a Hyuk quién era, lo que eran el uno para el otro, lo que habían sido el uno para el otro, pero no podía. No en ese momento. Sólo necesitaba tener a Hyuk en sus brazos, abrazándole. Se lo contaría después. Le diría que...

—Hae —le dijo Hyuk con voz ronca.

Tras escuchar el sonido de su nombre saliendo de los labios de Hyuk, supo que no sería capaz de parar ni aunque su vida dependiera de ello. Como pudo, le bajó los pantalones y los bóxers, y se puso de rodillas para ayudarle a quitárselos. Sus dedos recorrieron las pantorrillas y la parte trasera de sus muslos, deleitándose con el sonido de los jadeos que Hyuk daba cuando le tocaba. Agarró sus firmes nalgas con las manos y le estampó unos besos húmedos, y con la boca abierta, sobre el hueso que sobresalía de la cadera de Hyuk.

—¡Dios! —susurró cuando la sedosa verga de Hyuk se rozó con su mejilla—. ¡Eres tan precioso! —Levantó la mirada hacia esos ojos verdes, que estaban tan oscurecidos con el deseo, que parecían del color del mar en un día de tormenta—. ¡Mírame! —le dijo con voz ronca.

El gruñido que dio Hyuk por la orden fue casi salvaje, pero su mirada no titubeó una vez que Hae se inclinó y lamió su hinchada erección desde la base hasta la punta.

—Sí..., en la boca..., vamos, Hae..., métetela en la boca.
—No estás en la sala de juntas, jefe —le replicó Hae—. Ahora es mi momento.

Los ojos de Hyuk parecieron oscurecerse aún más cuando Hae le miró y le rodeó la cabeza de la verga, y después deslizó su boca sobre ella y bajó lentamente hasta que rozó con la nariz los bastos pelos de la base de la tranca.

‹‹¡Cómo echaba de menos su sabor!››.

Hae agarró con las manos los cachetes del culo de Hyuk, le agarró con fuerza y lamió la gruesa vena que palpitaba en la parte baja de la polla, tratando con mimo los nervios de debajo de la cabeza.

—¡Qué bueno! —gimoteó Hyuk, agarrando el pelo de Hae—. Sí, así... Me encanta tu boca... ¡Dios! Me encanta tu boca.

Hae sintió satisfacción y sonrió en torno al duro miembro que tenía en la boca cuando Hyuk gritó con voz ronca. Se apretó la palma de la mano contra su propia entrepierna, que ya estaba endureciéndose, para frotarse un poco, ya que los sonidos que emitía el tembloroso hombre que tenía sobre él le estaban volviendo loco. Quería que Hyuk perdiera el control, que le suplicara que parase, y aceleró sus movimientos. Le encantaba la forma en la que los gemidos de Hyuk se fueron convirtiendo en pequeños gimoteos poco a poco. Hae se quejó cuando los dedos de Hyuk le tiraron con fuerza del pelo, haciéndole ponerse en pie.

—¿Qué pasa?
—No me quiero correr todavía —le dijo Hyuk con un gemido.

Hizo que Hae caminara hacia atrás hasta que dio con las rodillas en el borde de la cama. Hae jadeó cuando se vio tumbado en ella, con Hyuk a horcajadas sobre sus caderas, con la cabeza de su verga rozándole en el vientre y con el goteante presemen dejando un rastro sobre su piel.

—No me voy a correr hasta que te la haya metido hasta las pelotas —le dijo Hyuk con voz baja.

Hae refunfuñó cuando Hyuk le abrió el botón de los vaqueros, bajó la cremallera de forma terriblemente lenta y recorrió con sus dedos la dura protuberancia de su polla, haciéndole sentir una especie de chispazos por todo el cuerpo. Trató de empujar la cinturilla del pantalón en un intento de alentar a Hyuk, pero él le apartó las manos, agarró los ajustados vaqueros, tiró de ellos bruscamente por las piernas de Hae y los lanzó al suelo.

—Hyuk..., vamos..., por favor.

Hae escuchó el tono de súplica en su propia voz y no le importó. La desesperación fluía por sus venas como lava hirviendo, prendiendo un fuego que se extendía a todas sus terminaciones nerviosas. No quería coqueteo, no quería ir lento; quería que Hyuk le follara de inmediato.

—¡Dios, Hae! —suspiró Hyuk.

Hyuk comenzó a recorrer con sus dedos el musculoso pecho de Hae, que no pudo evitar arquearse al notar el contacto.

—¡Estoy muy caliente!

Hae se inclinó para poder besar a Hyuk, y le metió la lengua hasta el fondo de la boca, con las manos enredadas en su pelo.
Era como si cada matiz de la voz de Hyuk estuviera conectado de algún modo con su verga, y Hae no podía evitar los quejidos que se escapaban de sus labios cada vez que la lengua de Hyuk recorría su pezón, con esos dientes afilados mordisqueándole, y luego suavizaba el mordisco con un lengüetazo, una y otra vez, hasta que hizo que Hae creyera que iba a perder la cabeza. Sólo tuvo unos segundos de gracia de esa deliciosa tortura antes de que Hyuk centrara su atención en el otro pezón y se explayara con él, provocándole la misma mezcla de dolor y placer. Hae agarró a Hyuk por el pelo y tiró de él hacia sus labios, a sabiendas de que el movimiento debía de haberle dolido, aunque en ningún momento se quejó, excepto al morder suavemente el labio inferior de Hae, antes de volver a invadir su boca con los arrolladores movimientos de su lengua.

—¡Oh Dios! —dijo Hae con un gemido, apartando sus labios de los de Hyuk para tomar un poco de aire, y con la presión del muslo de Hyuk sobre su durísima polla, volviéndole loco—. Para, no... voy a durar —le dijo con la voz entrecortada.

Agarró los hombros de Hyuk e hizo que el esbelto hombre se diera la vuelta fácilmente, invirtiendo sus posiciones. Bajó por el cuerpo de éste y tomó la cabeza de su verga entre los labios, chupando suavemente, y con la lengua centrándose en la raja.
Hae gimió con la gruesa tranca en su boca y se deslizó arriba abajo por toda su longitud, ejerciendo la presión adecuada, justo como a Hyuk le gustaba: entre demasiada e insuficiente. Cómo había echado de menos a ese hombre. Sentir sus manos sobre su piel. El tacto de sus labios, su sabor. Lamió las gotas de presemen que le caían en la lengua y agarró las pelotas de Hyuk, acariciando con un dedo detrás de ellas, en la piel que había entre ellas y en la entrada de Hyuk.
Hyuk estaba moviendo las caderas, acelerando el ritmo, ya que Hae le permitió un poco de movimiento para empujar dentro del húmedo calor de su boca, dejando que le entrara hasta que empujó las caderas de Hyuk para volver a dejarlas sobre la cama. Hae emitía sonidos de placer con la tranca de Hyuk en su boca ante los tacos que emanaban de la boca del hombre que se retorcía debajo de él. Dejó que la gruesa polla cayera de su boca cuando Hyuk le tiró del pelo.

—Touché —murmuró Hae, y le metió la lengua hasta la campanilla, le rodeó con sus brazos y se fue hacia un lado llevándoselo con él.
—Hae..., supercaliente, cariño —dijo Hyuk con voz gutural, y mandó ondas de calor directamente hacia la polla de Hae al empezar a chupar la parte de detrás de su oreja.

Tras poner las manos sobre el culo de Hyuk, Hae unió sus caderas con las de él, que estaba centrado en su oreja, alternando entre chuparla entera con la boca y morder el lóbulo. Hae no sabía cuánto tiempo más podría aguantar. Sentía que se le estaba escapando el control, y sabía que si Hyuk seguía con esta tortuosa exploración, todo habría acabado antes de que ni siquiera llegaran a más.

—Hyuk..., te deseo... ahora... Qué bueno, por favor.

Hae miró esos oscurecidos ojos verdes y besó los labios de Hyuk, lamiendo el inferior y sorbiéndolo con la boca.

—¿Sí? ¿Qué es lo que quieres, señor guardaespaldas? —le dijo Hyuk lentamente, agarrando con los dedos la erección de Hae—. Dime..., ¿quieres clavarla en este dulce culo?

Hae gimió sólo de pensarlo, pero gimoteó cuando Hyuk cambió de opinión.

—No, esta vez no.

Los dedos de Hyuk se adentraron entre sus nalgas, y Hae casi dio un salto en la cama cuando le acariciaron el agujero y lo sintió palpitar bajo los dedos de Hyuk.

—Primero, voy a follarte yo. Tan fuerte que no seré el único que tenga amnesia.
—¡Joder! ¡Hyuk! ¡Oh, Dios! —dijo Hae con un gemido cuando de repente Hyuk le dio la vuelta y volvió a deslizarse por su cuerpo.

Hyuk lamió con la punta de la lengua la parte inferior de la espalda y cada nalga. Con la primera pasada de la lengua de Hyuk sobre su palpitante agujero, Hae gritó con voz ronca, con tantas sensaciones nublándole el cerebro que no sabía cuál sentir primero.

—¡Joder! ¡Dios! Hyuk, no pares..., por favor, no pares.

Hae sabía que estaba balbuceando, pero no podía evitarlo. Con cada lengüetazo de Hyuk, se sentía un poco más cerca del cielo, por lo que se aferró a las sábanas que tenía debajo. Hyuk no le había hecho un beso negro nunca, y estaba seguro de que iba a salir volando literalmente. Justo cuando pensaba que no podía aguantar más, Hyuk volvió a arrastrarse por su cuerpo y le chupó la parte carnosa del hombro.

—Lubricante, condones, ya —le susurró Hyuk, inclinándose hacia un lado para sacarlos de la mesita de noche.

Hyuk volvió a inclinarse sobre Hae, echándole su cálida respiración en la oreja y en el cuello, y se pudo oír el clic del bote al abrirlo.

—Voy a deslizarme dentro de ti, señor guardaespaldas, y hasta el fondo; te voy a hacer ver las estrellas.

Su voz sonaba alta y profunda, con un acento incluso más pronunciado, y a Hae se le puso lo más dura posible al escucharle.

—Necesito sentirte a mi alrededor, necesito perderme en ti.

Hae asintió y giró la cabeza para que Hyuk le diera un beso; fue apasionado y salvaje, con los gemidos de Hyuk mezclándose con los suyos. Él siempre había sido el primero en encular, al menos antes de que Hyuk entrara en su vida, y la idea de tener a Hyuk dentro de él, rellenándole, tomándole, hacía que tuviera las pelotas tan cerca de su cuerpo que creía que se iba a descargar en cualquier momento, antes de que el otro hombre se le acercara.

—¡Hazlo, fóllame el culo, cariño!

Las palabras salieron con facilidad de su boca. Contoneó su culo contra la verga de Hyuk, que estaba apoyada contra su agujero.

—Vamos..., hablas mucho, ¿pero podrás llegar hasta el final?

Su impertinencia fue premiada con un escurridizo dedo rodeando su agujero, untando el lubricante antes de adentrarse con un rápido movimiento. Su culo se comprimió rápidamente por la intrusión, haciéndole dar un suspiro de dolor.

—Qué prieto, señor guardaespaldas —le dijo Hyuk, dándole besos entre los omoplatos—. Te va a gustar mucho mi polla. ¿Es eso lo que quieres? ¿Quieres mi dura y gorda polla en tu agujerito prieto?

Hae gimoteó al agachar la cabeza entre los hombros e intentar respirar profundamente.
Deseaba relajarse y dejar que Hyuk pudiera metérsela. Hacía tiempo que no había tenido los dedos de nadie ahí, excepto los suyos, y tenía que acostumbrarse a tener a alguien abriéndole. Siendo sincero, le resultaba difícil concentrarse mucho en algo que no fuera la voz de Hyuk y ese dedo dentro de él, al que se unió un segundo. Durante todo el tiempo, Hyuk estuvo diciendo tantas guarradas que hizo que a Hae se le encogieran los dedos de los pies. Éste era un lado de Hyuk que él no había conocido, pero le encantaba. Su forma lenta de hablar, diciéndole lo que le iba a hacer, estaba haciéndole sentir un fuego por dentro.
Intentó aferrarse a sus últimos vestigios de control, pero cuando un tercer dedo se unió a los otros y Hyuk encontró ese maravilloso punto dulce que transmitía calambrazos a todo su cuerpo, lo único que pudo hacer fue seguir gimiendo, parando sólo para decir algún que otro taco o rugir como si fuera un animal.

—Hyuk..., te... te necesito —le dijo con voz ronca, y alargando la mano hacia atrás para azotar a Hyuk en el brazo, apresurándole—. Si no te... das prisa y... me follas, lo voy... a hacer yo mismo.
—Eso me gustaría verlo.

La risita de Hyuk acarició la oreja de Hae, que gimoteó de forma impaciente y gritó cuando le sacó los dedos del culo.

—Vaya puto dominante, qué impaciente —le dijo Hyuk, azotándole suavemente el culo.

Hae bajó la mano para tocarse su propia verga, con el corazón acelerado, al escuchar el sonido del envoltorio del condón abriéndose.

‹‹¡Joder!››.

De un momento a otro, Hyuk estaría dentro de él. Podía oírle manipulando el lubricante y la especie de chapoteo al untárselo por su verga.
Hae dio un gemido y se soltó la verga para mojarse la mano con saliva.

‹‹¡Joder, me tiene babeando por la idea de tenerle follándome››.

—¡Hyuk, vam...! ¡Oh Dios!

Hyuk se la metió en el agujero de forma rápida y fuerte, y le hizo sentir el golpeteo de sus pelotas sobre el culo mientras le embestía hasta la base de la verga.

—¡Joder, Hyuk, sí!

Nunca había sentido nada así. Hyuk le llenaba por completo. Estaba en todas partes de repente.
Sanándole. Haciéndole suyo.

—Hae —dijo Hyuk jadeando, agarrado a las caderas de Hae—. Dios mío, estás muy prieto. Es increíble.

Hae se levantó de forma que sujetara su peso sobre las manos, colocándose de manera que pudiera empujar contra la verga de Hyuk, que había tomado un ritmo severo, golpeándole como le había prometido, fuerte y hasta el fondo. La primera vez que probó a flexionar su músculo sobre Hyuk, el grito gutural que dio el hombre que tenía detrás hizo que se le dibujara una sonrisa de satisfacción en los labios. Hae lamió una gota de sudor de su labio superior y giró la cabeza para mirar a Hyuk por encima del hombro.

—¿Es lo único que tienes, señor Lee? —preguntó, y dio un largo gemido cuando Hyuk comenzó a empujar con más fuerza—. Yo creía que... todo era más... grande en Texas.

Hyuk respondió con una risita y sacándosela. Le dio la vuelta a Hae, que se quedó tumbado sobre su espalda, y le agarró de las rodillas para subírselas hasta el pecho y volver a metérsela. Hae gritó extasiado cuando la verga de Hyuk se clavó brutalmente en la próstata, alcanzando el ángulo adecuado con el cambio de postura.

—Lo estabas pidiendo, chico duro —le replicó Hyuk.

Hae se unía a Hyuk con cada empuje. Tenía los dedos aferrados al cabecero de la cama, incapaz de hacer nada que no fuera disfrutar mientras el hombre le daba sacudidas. Los únicos sonidos en la habitación eran sus tenues gemidos, sus jadeos y palabrotas mientras que una piel empapada de sudor se deslizaba sobre su piel empapada de sudor. Cuando Hyuk se inclinó hacia atrás y se agarró a los tobillos de Hae, abriéndole bien las piernas, Hae creyó que se iba a desmoronar literalmente. Hyuk la metía tan profundamente, que no sabía dónde terminaba su cuerpo y empezaba el de él.

—Hyuk —gimoteó—. Necesito... Estoy a punto... Más fuerte, Hyuk. ¡Más fuerte!
—Menéatela, cariño —le pidió Hyuk, quedándose casi sin voz—. Quiero... verte correrte, quiero verte... yéndote con mi polla.

A Hae no le hizo falta que se lo dijera dos veces. Alargó el brazo y agarró con los dedos su hinchada erección, girando la muñeca para meneársela con movimientos amplios. Tenía los huevos tan encogidos, que estaban casi ahogándole al acercarse al clímax.

—Hae —dijo Hyuk con un gemido, mientras el sudor de su frente caía sobre la mano de Hae—. Ya estoy, cariño. Ya estoy. Córrete..., vamos..., hazlo..., córrete conmigo.

Hae dio una especie de rugido; sus caderas empezaron a tambalearse y empezó a correrse, chorreando unas cálidas hileras blancas sobre sus dedos y su vientre, llegando incluso algunas a su barbilla por la intensidad del orgasmo. Su culo se cerró involuntariamente sobre la verga de Hyuk, y sintió el empuje del orgasmo de su amante al rellenar el condón y desplomarse sobre su pecho como si le hubiera impactado un rayo.
Cuando sus respiraciones alcanzaron un nivel en el que se podía tener una conversación medianamente coherente, Hyuk salió de Hae, que hizo un gesto de dolor y espiró. Hyuk se echó a un lado y rápidamente se quitó el condón para tirarlo a la basura, antes de inclinarse a un lado de la cama. Hae agarró la camiseta que Hyuk le lanzó para limpiarse con ella, sin ni siquiera molestarse en decirle que era una de las limpias que se había caído de la maleta cuando la había apartado de la cama.

‹‹Bueno, ya no está limpia››.

Terminó de limpiarse y lanzó la camiseta al suelo junto a la cama, jurando recogerla antes de que Hannah viniera a buscar la ropa sucia.
Se movió un poco en la cama e hizo una mueca al acomodarse sobre la almohada; levantó la mirada cuando Hyuk tiró de la cisterna y volvió a la habitación. Hae levantó el brazo y Hyuk se deslizó bajo las sábanas. Sus labios se unieron en unos besos relajados, abrazándose el uno al otro, agarrándose con fuerza.

—Ha sido jodidamente increíble —murmuró Hyuk junto al cuello de Hae.
—Sí, lo ha sido —respondió Hae, pegándose más a Hyuk y dándole un beso en la cabeza—. Me has follado muy bien. Te voy a estar sintiendo durante una semana.

Hyuk soltó una risita y lamió el cuello de Hae.

—Entonces es justo que me devuelvas el favor —le dijo, poniendo la pierna sobre Hae y sentándose a horcajadas sobre él—. ¿No crees?

Hae sonrió y pasó la mano por la curva del culo de Hyuk. Su verga se apuntó rápidamente a la idea.

—Bueno, tú eres el jefe —respondió Hae, tirando de Hyuk hacia él y suspirando de felicidad sobre su boca.

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Una fe inquebrantable [ADAP]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora