Capítulo 4

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Estaba en un lío, en un lío muy grande, y todo por actuar sin pensar en las consecuencias de mis actos.

-¿En qué demonios pensabas, Jason? -me preguntó Dylan lanzándome una mirada de reproche.

Yo solté un largo suspiro y luego me encogí de hombros.

-Ese es el problema, que no lo pensé.

Todo pasó muy rápido, para cuando me di cuenta de lo que había hecho, tenía a Kellan en el suelo con la sangre saliéndole a chorros de la nariz después de haberle propinado un buen puñetazo. Bueno, en mi defensa diré que no esperaba derribarle tan fácilmente, él me sacaba como una cabeza, y estaba claro que era más musculoso que yo. Después de eso, apareció la profesora de Química, comtempló la escena horrorizada, envió a Kellan a la enfermería, y a mi al despacho de la directora. Y aquí es donde me encontraba, esperando a que la directora me hiciera pasar y me diera mi sentencia.

Dylan movió la cabeza de un lado a otro, y yo solté un suspiro. La puerta del despacho de la directora se abrió de golpe sobresaltándonos a Dylan y a mí. Obviamente, era la directora, pasó su mirada entre Dylan y yo.

-Señor Bradbury, ¿usted no debería estar en clase? -le preguntó a Dylan.

Dylan tragó saliva.

-Yo solo... estaba acompañando a Jason...

-¡Váyase a clase! -le ordenó la directora.

-¡Sí, señora! -dijo Dylan.

Recogió su mochila del suelo y se la colgó del hombro para marcharse, pero antes de irse me lanzó una última mirada.

-Señor O'Connel -dijo la directora -a mi despacho, ahora.

Me levanté del banco y cogí mi mochila para dirigirme a su despacho. Entré justo cuando ella estaba acomodándose en su asiento y me observaba detrás de su escritorio, cerré la puerta y me senté en una silla frente a ella.

-Supongo que ya sabrá porque se encuentra aquí...

Sólo asentí a modo de respuesta.

-Las peleas están prohibidas en este instituto, señor O'Connel. -me lanzó una mirada autoritaria.

Lo sabía. Dios, creo que todo el mundo lo sabía, nos lo repetían una y otra vez todos los años. Aún así, nadie hacía caso a esa norma.

-Bueno, yo no fui el que empezó. -dije yo en mi defensa.

-¿Quién fue el que pegó al señor Stevens? -preguntó.

Agaché la cabeza.

-Yo... -susurré.

-Entonces es usted el que empezó la pelea. -sentenció ella. -No pienso consentir esta clase de comportamiento en mi instituto señor O'Connel, y he decidido que será expulsado... una semana.

¡¿Qué?! No, no, no, no. No podía expulsarme. La miré muy alarmado.

-Vamos, ¡han habido más peleas en este estúpido instituto... !

-Una palabra más, y no será una semana, será definitivo. -dijo ella.

Cerré la boca. Sí, lo mejor era quedarme callado como un niño bueno.

-Váyase a casa, voy a llamar a su madre.

Me levanté de la silla, y cogí mi mochila para marcharme. Salí del despacho de la directora para dirigirme a la salida, antes de salir vi a Harry, el conserje, que movió la cabeza de un lado a otro, como desaprobando lo que había hecho, seguramente también se habría enterado de mi pelea con Kellan. Me encogí de hombros en respuesta y seguí mi camino, ya fuera, una brisa otoñal me revolvió lo cabellos despeinándolos más de lo que ya estaban, bueno, lo que menos importaba ahora, era mi pelo. Caminé calle abajo, la verdad es que ahora mismo no tenía la más mínima intención de volver a mi casa, al menos de momento, no quería ni imaginarme lo que pasaría cuando mi madre llegara a casa. Ya podía darme por muerto...

AlexandraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora