VIII. Octavo deseo

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Eva

Las clases en el instituto habían terminado y por fin las vacaciones de verano habían llegado. Todo era perfecto. Roofy estaba con nosotros, y era muy feliz, incluso la familia de Roger parecía estarlo aun más. Además, había aprobado todas, bueno en realidad utilicé mis poderes. ¿Para qué estudiar teniendo poderes mágicos?  Pero no importaba, como nadie lo sabía. También dentro de unos días mi clase iba a hacer un viaje de fin de curso, y si no recordaba mal Allison  me dijo que su clase iría también. Edge y Will nos dijeron que se apuntaban. No obstante, Roger y Allison no podían ir porque no les alcazaba el dinero. Era una lastima porque yo tampoco iría ir sino iba Roger. Aunque me hubiera hecho mucha ilusión viajar en un crucero por todo el mediterráneo. Tampoco estaba desanimada porque Roger podía pedir algún deseo para viajar.

Aquella tarde Allison vino a casa de Roger, habíamos quedado. La verdad es que queríamos hablar de lo del viaje.

-Entonces os apetecería ir al viaje de fin de curso -les comenté.

-A mí me pondría nerviosa, porque se que las hermanas de Edge irán -murmuró Allison.

-Podríamos ir los tres a cualquier rincón del mundo. Con los poderes de los deseos será pan comido -contesté alegremente recordando como me gustaba explorar lugares nuevos.

-A mí también me parece una buena idea. Aunque, también me gustaría poder disfrutar un viaje con Will y Edge. -Roger estaba totalmente cambiado, daba gusto verle preocupado por Edge simplemente como un amigo.

-Hagamos lo que hagamos serán buenas opciones. -Allison parecía confusa a la hora de decidirse.

-¿Y sí le contamos a Will y a Edge que Eva que es un ángel de los deseos? -Si que estaba animado, Roger. Yo no quería que nadie más supiera que era un ángel, y sobretodo cuando realmente no lo era. Al menos por ahora. Tal vez si tuviera fe lo lograría y me convertiría en un ángel de verdad, al fin y al cabo, ese era mi propósito.

-Sinceramente prefiero que nadie sepa mi secreto. Tú te lo has tomado bien -miré a Allison-, pero me da miedo que ellos no lo acepten.

-Tranquila yo respeto eso -me contestó Allison con una sonrisa tierna.

-Bueno yo no me lo tomé bien al principio, y mírame ahora. Aunque sino quieres que nadie  lo sepa lo entiendo.

-Gracias. Bueno es hora de sacar a pasear a Roofy -silbé y al poco tiempo llego Roofy alegremente-. ¡Pero que guapo es mi pequeño boxer!

-De pequeño no tiene nada. Ha crecido un montón -dijo Roger.

-¿Vienes con nosotros a pasear? -le pregunté a Allison.

-Claro que sí.

Roofy empezó a saltar cuando le dije que íbamos a la calle. Estaba tan alegre que me costó colocarle la correa. Fuimos a un parque que estaba cerca de casa, y le solté un poco. No paraba de corretear de aquí para allá. También se puso a jugar con otros perros. Los tres nos sentamos en un banco.

-Da gusto verle tan feliz. -No podía dejar de mirar a Roofy jugando.

-Sí, ojala yo pudiera tener un perro.

-Seguro que algún día lo tendrás, Allison. En la protectora hay muchos perros sin hogar. Puede que algún día adoptes a alguno -le dije.

-No perderé la esperanza. Quien sabe cuando hayas hecho feliz a Roger, seas a mi a quien hagas feliz con tus deseos. -Ojala tengas razón, me gustaría poder ayudarte cuando Roger sea plenamente feliz. Está claro que Roger ha mejorado bastante, pero siento que aún tiene que superar cosas.

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