IX. Noveno deseo

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Roger

Will y yo nos estábamos vistiéndonos para la cena. Él y yo compartimentos el mismo camarote. Me hubiera gustado que se pudieran dormir tres personas en el mismo camarote, así Edge no estaría solo.

Esperaba que a Eva le fuera bien con Allison. Más le valdría que no hiciera ninguna trastada. Aunque conociéndola seguro que algo pasaría. Era demasiado inquieta, pero me tranquilizaba que al menos Allison fuese más sensata.

—¿Roger? ¿Qué tal estoy? —me preguntó Will.

—Bien. Tampoco hace falta que vayamos de etiqueta. ¿Qué tal te parece como voy vestido yo?

—Pues genial. Seguro que esta noche ligamos. Le he echado el ojo a una chica con el pelo violeta que es guapísima. Seguro que tú también triunfas esta noche. El chico de ayer parecía interesado en ti —dijo con picardia.

—¿Tú crees? Pienso que le gusta Eva, porque parecía muy picado con ella —reflexioné, hasta ahora nadie se había interesado por mí, así que no me hacía ilusiones.

Fuimos hasta el restaurante. Allí estaban casi todos nuestros compañeros de instituto. Incluidos los profesores, Luna también estaba entre ellos. Edge igualmente estaba allí esperándonos.

—Hola chicos. Os he guardado estos sitios —nos dijo Edge.

—¿Las chicas aún no han llegado? —le preguntó Will.

—Todavía no —contestó Edge.

—Seguramente lleguen pronto —dije yo.

Al poco tiempo llegaron Eva y Allison. Ambas iban vestidas con unos trajes preciosos. Me recordó a la vez que me convirtió en chica. Salvo que ambas vestían ropas más modernas y discretas. Las dos llevaban el mismo vestido pero de diferentes colores. El de Eva era de color rosa, se notaba que era su color favorito. El de Allison en cambio era de color negro.

Nos saludaron, y se sentaron junto a nosotros. Pude ver que Edge estaba demasiado nervioso cuando Eva se sentó a su lado. Hacía un tiempo me hubiera puesto celoso al verle reaccionar así. Ahora era capaz de ver las cosas de otro modo. En el fondo Edge estaba enamorado de Eva, pero ella no le correspondía. Esperaba que algún día lograra superar esos sentimientos, y encontrase a alguien quien le quiera de verdad.

—Parecéis dos princesas. —Will las piropeó—. Aunque con más estilo que la primera vez que te vi, Eva. Se echa de menos a tu amiga pelirroja, me pregunto dónde estará.

Miré a otro lado, para que no notara mi incomodidad.

—Gracias, queríamos estar elegantes —respondió Eva.

La comida estaba buenísima. La velada fue muy agradable. Estuvimos casi todo el rato hablando y riéndonos. Después de que termináramos de cenar. Había una discoteca, pero los profesores no nos dejaban ir. Porque supuestamente eramos menores de edad. Sinceramente a mí no me gustaban los sitios llenos de gente y con la música a todo volumen. Fuimos todos juntos a pasear por la cubierta. La noche estaba despejaba y la suave brisa marina era agradable.

—Mirad el cielo —dijo Eva.

Todos miramos hacía arriba. Nunca había visto tantas estrellas en el firmamento. Me quedé exhorto contemplando las estrellas, y tampoco fui el único. Los demás también estaban como yo. Una estrella fugaz apareció en el cielo.

—¡Es una estrella fugaz! —exclamó Allison.

Cuando hay una estrella fugaz normalmente había que pedir un deseo, pero en mi caso ya tenía un ángel de los deseo. Por eso no pedí ningún deseo.

Trece DeseosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora