IV. Cuarto Deseo

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Eva

Al poco tiempo o no porque no recordaba cuantas horas o minutos habían pasado, desperté. Pero cuando abrí mis parpados vi unos ojos de un intenso color azul cielo. Jamás había visto una mirada tan preciosa, me pareció estar en el firmamento celestial al contemplar aquellas pupilas. Me percaté en su rostro de facciones suaves, y al mismo tiempo elegantes. Su pelo era oscuro y corto.

—¿Estas bien? —preguntó con su dulce voz, que al mismo tiempo tenía un tono viril.

—Eso creo. ¿Dónde estoy? —Me sentía débil y atontada.

—Estas en observación. Te desmallaste y cómo no recuperabas el conocimiento, pensábamos que estabas grave —me explicó con tranquilidad.

—¿Me desmayé? ¡¡Ah es verdad!! Cuando le cumplí el deseo... a Roger. —Ostras, casi me delaté, sería mejor que inventarse otra cosa—. El deseo de ir a visitar la protectora junto a Roger.

—Ahora que lo mencionas tus amigos están preocupados. Les llamaré para que vengan a verte.

Al poco tiempo Roger y Will aparecieron. Sus rostros reflejaban intranquilidad.

—¿Cómo estas Eva? —preguntó Roger preocupado, su comportamiento me pareció tierno.

—No veas el susto que nos has dado. Tuvimos que llamar una ambulancia porque no recuperabas la conciencia. —Will me cogió de la mano y sentí toda su calidez

Me sentía fatal porque estuvieran tan asustados por mí.

—Siento causaros tantas molestias —pedí disculpas.

—No pasa nada, tengo una buena noticia que te hará sentir mejor. Sabes que han entregado un generoso donativo a la protectora y no la cerraran —anunció Will con alegría.

—¡Eso es fantástico! —grité entusiasmada por saber que mi magia había funcionado.

—No deberías gritar así —me riñó el enfermero guapísimo.

—Perdona, señor enfermero —sentí que se ruborizaban mis mejillas.

—Puedes llamarme Adán. Prácticamente estas bien, lo análisis no muestran nada raro. De todos modos la doctora quiere hacerte otras pruebas. Por ahora lo mejor que puedes hacer es descansar —sugirió mientras a mí se me caía la baba.

Rato después viví uno de los momentos más aburridos y tristes. Intenté no pensar en lo me evocaba. Yo no era la única que estaba en una de esas camas. La estancia estaba llena de gente, todos esperando a saber si se iban a volver a sus casas, o tal vez los subieran a planta. O lo que es mucho peor a la unidad de cuidados intensivos. Por suerte Roger, y Will hablaban conmigo. Adán volvió y me dio la buena noticia de que podía volver a casa, aunque se me antojó como mala porque tenía muchas ganas de volver a ver a Adán.

—Seguro que no me puedo quedar un poco más. Me lo estoy pasando muy bien aquí. Además eres tan guapo y sexy. —¿Pero qué estaba diciendo? Adán parecía divertirse con mi descaro.

—Seguro que nos volveremos a ver —me dijo con un tono misterioso.

La madre de Roger nos recogió. La pobre también estaba preocupada por mí, pero no había podido venir antes por el trabajo. Cuando llegamos a casa lo primero que hice fue directamente meterme en mi cama. Había sido un día muy duro y mañana también tendría que madrugar para ir al instituto. Intenté dormirme pero me asechaban todos los recuerdos del día. ¿Por qué había perdido el conocimiento? Se supone que soy un ángel no debería desmayarme. La cara del hombre rubio igualmente me perturbaba, no quería pensar en él. Rato después pude conciliar el sueño y dormí tranquilamente.

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