- Ja ja ja.
- ¿Qué? Es lo que creo.
- ¿Y por qué lo crees?
- Por cómo te miraba.
- Me miraba normal.
- Anda ya. Hasta tú te has dado cuenta. Estás roja.
- Bueno... Igual... No sé. Dejemos el tema.- dije al notar que me ardían las mejillas.
- Tía, qué suerte.
- Yle, dejemos el tema.
- Yo también quiero.
Paré de caminar y suspiré. Ella retrocedió hasta mí, me cogió del brazo y me forzó a que caminara.
- Entonces, ¿te marchas mañana?
- Con suerte igual...
- ¿Hay alguna posibilidad de que te quedes?- dije interrumpiéndole.
- Sí. Llamando al centro.
- Genial, pues llamamos.
- No es tan fácil. Si lo cogiera la directora no me dejaría ni en sueños. En cambio, si lo coge otro encargado, sí.
- Pff, pues es cuestión de suerte.
Pasamos unos minutos en silencio.
- Ali, quiero volver.
- ¿Al centro?
- No, tonta. A la casa de Calum.
- Pero no podemos.
- ¿Mañana?
- Si no lo coge la directora, mañana.
Veía a Ylenia muy ilusionada, no paraba de sonreír. Llegamos a mi casa, donde piqué al timbre. Abrió mi padre. Subí a la habitación de Lania mientras Ylenia iba al baño.
- ¿Lania? ¿Por qué lloras?- dijé al asomarme a su puerta.
- Ven, siéntate.- dijo dando palmadas en su cama a su lado- te lo explicaré desde el principio.
Me senté a su lado y la rodeé con el brazo.
- A principio de curso Thomas me pidió salir y yo acepté, porque, ya sabes, me gusta. Estuvimos todo el curso juntos y...- hizo una pausa para secarse las lágrimas- Y ayer me dijo por WhatsApp que lo dejaba conmigo, y como no había cogido el móvil hasta ahora no me había enterado. Y... en fin, mira su foto de perfil.
Cogió su teléfono móvil de la mesilla y, tras dibujar el patrón, me dejó ver la foto. Salía un chico de pelo claro besando a una chica que, evidentemente, no era mi hermana.
- Me dejó por otra, Ali.- dijo abrazándome.
- Lo... lo siento mucho.
- Ella es... la puta del curso. Agh, la odio.
- Tranquila, seguro que encuentras a un tío mejor.
- Llevo enamorada de él desde hace dos años.
- Olvídalo.
- No podré.
- Lo harás, ya verás.
- ¿Se puede?- dijo Ylenia desde la puerta tras dar con sus nudillos en la madera- ¿Qué pasa?
Mire a mi hermana, pero esta negó ligeramente con la cabeza.
- ¿Puedes esperarme en el rincón?- le pregunté.
- Claro.
- Lania, si necesitas algo, estoy con ella, ¿vale?
- Vale.
Y, después de darle un beso en la frente, me dirijí a mi rincón.
- ¿Cosas de hermanas?- me preguntó Ylenia al verme aparecer.
- No exactamente.
- ¡A comer!- se oyó a mi madre desde abajo.
- ¡Ya vamos!- grité.
Bajé al segundo piso para preguntarle a mi hermana si bajaría a comer. Ella me dijo que más tarde. Bajé a la cocina seguida de Ylenia. Comimos sopa de pollo y arroz. Lania no apareció hasta el postre porque, como ella dijo, estaba mareada. Después de la comida salimos Yle y yo a dar una vuelta. Iba a presentarle a Ninette, mi amiga, así que nos dirigimos hacia su casa.
- ¡Alison!- gritó ella cuando abrió la puerta de su casa. Me abrazó fuerte durante un largo rato.
- Hola, geme.- le dije sonriendo.
- Hola, soy Ninette.- dijo ella mirando a Ylenia- Pero puedes llamarme Nin.
- Yo soy Ylenia. Llámame Yle.
Se notaba que tenía vergüenza. Cuando le dije nuestros planes no estaba muy de acuerdo con conocerla, pero aceptó.
- ¿Vamos a dar una vuelta, Nin?- pregunté.
- Claro.
- ¿No preguntas a tu madre?
- Ya se dará cuenta.
- Ay, Nin, nunca cambiarás.- dije riendo, rodeándola con el brazo.
- Ali.- oí decir a Ylenia.
- Dime.
- ¿Podemos..?
- Está bien. Sólo porque eres tú.
- ¿A dónde vamos?- preguntó Ninette.
- A la calle Santa Ponça.