Parte 5

2 0 0
                                    

Enciendo la antorcha que quemará a nuestros muertos. Me acerco y les prendo fuego. Hoy no rezo. En estos cinco últimos días he perdida más hombre que en el ultimo año, ahora mis Dioses no puede ayudarme, en definitiva son solo dioses, ¿qué puedo esperar? Ahora solo estoy yo ante Opal, la muerte, la oscura y aún no sé como vengar a tanta gente. Ni siquiera su muerte sería suficiente para equilibrar todo aquello que ha hecho, lo único que puedo hacer es devolver la luz a Elba, pero ¿cómo?

Aún dándole vueltas a como vencerla me subo a mi caballo, inicio la marcha por el bosque. Veo a Aldair atado a la rueda de un pequeño carro, todos le miran con miedo, pero yo se que en él no hay magia, Opal no le ha tocado, lo sé porque le conozco y tiene la misma picardía que tenía de niño. Sus ojos son los mismos, aunque no tengo claro si ha cambiado de bando, si ahora es fiel a ella. Por eso esta atado y no cabalgando a mi lado. Me hago una promesa a mí misma, cuando pueda averiguaré cual es su historia, decidiré si creerle o no. Cuando llevamos media noche cabalgando, decido parar. Estamos demasiado cansados y la oscuridad no nos ayuda a avanzar, permito hacer una hoguera lejos de nosotros para que los recolectores cocinen el pescado que han cogido. Estamos hambrientos, sedientos y muertos de sueño, así que comemos algo, bebemos del río claro y dormimos. Hacemos guardias para no dejarnos desprotegidos, pero nada ocurre, yo no puedo dormir, aunque estoy exhausta me paso la noche mirando a un punto oscuro, Aldair está allí, pero no le veo.

Al alba nos despertamos y seguimos nuestro camino con pies pesado. Estamos cerca, llegamos a las granjas en pocas horas. En la entrada ya veo a uno de mis hombres. Said, hacía como tres años que no le veía, bajo del caballo y le abrazo como a un hermano.

-Mi señora, es un placer veros de nuevo. -dice con una ternura que me abruma.

-Igualmente, Said, ponerme al día.

-Por supuesto,. Somos ciento cincuenta hombres, y siguen llegando más. Los granjeros los están acomodando en sus casas, granjas y sótanos, hacemos guardias en las cuarto entradas todo el día y toda la noche. –se le ve orgulloso de mostrar su organización, veo que ha hecho un buen trabajo, a lo mejor permito que vuelva a casa con los suyos.

-Bien, ¿algún incidente? -No, mi señora, de momento todo tranquilo.

-Menos mal. –digo con alivio. –Nosotros hemos sido atacados en los caminos, hemos perdido veintitrés hombres, pero hemos salido victoriosos. -veo su cara de sorpresa, y de inmediato sé que me dejara descansar de organizaciones, gestiones y números.

-Entonces pasad, por favor, acomodaos, comer algo...

-Acomodad a mis hombres, que los médicos atiendan a los heridos, tengo que hablar con los granjeros, y Said, por favor, buscad algo parecido a una celda para un Kapa.

-¿Un Kapa? -veo la incredulidad en sus ojo.

-Sí, bueno, luchaba con ellos, pero no sabemos aún si es uno. Trabajaba para mi padre hace muchos años, quiero saber quien es ahora.

-Lo haré, mi señora. Entro en las granjas, nunca había estado aquí, sé como es por mis exploradores. Los agricultores y granjeros son los que más aprecio, trabajan el doble para prevenirnos de comida, por desgracia son difíciles de esconder, por lo que tiene que pagar el diezmo a la reina, a parte nos dan una buena parte de su cosecha, casi no les queda para ellos, no se como lo hacen pero cada luna llegan carros de comida, avena, trigo, huevos, alguna gallina para criar. Nos esconderemos en sus casas, en sus granjas y sótanos, no podemos quedarnos a la intemperie por si algún águila de la reina oscura nos ve, ¿Cuándo atacaran las granjas, como me digo Marcus?, no lo sabemos así que debemos cubrirnos las espaldas. Justo entro me giro de nuevo hacia Said.

Tierra OscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora