Parte 3

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Unos golpes en mi puerta me despiertan, como no, Alan está detrás impaciente. Abro la puerta aún soñolienta, Alan se encuentra nerviosos, lo noto en su mirada.

-Mi señora, vuestros hombres os aguardan.

-¿Está todo listo? -Sí, daos prisa.

-Lo siento me he dormido, aunque parezca curioso.-me visto rápida como el viento, esta vez me pongo mi armadura, es sencilla, solo me cubre el pecho y es fácil de poner y de sacar, está gastada, tiene golpes y rajas, pero me sirve, aunque me aplasta el pecho y no me deja moverme bien. Me hago una trenza para que el pelo no me moleste, la ato con un trozo de tela, bien fuerte.

Salgo a la luz del día por el túnel principal, mis ojos se ciega por un instante. Cuando me acostumbro al resplandor veo a todos mis hombres con sus armaduras roídas, encima de sus caballos flacos, pero con una valentía sólida. Monto en mi caballo, una yegua negra como el carbón, es fuerte, pero le falta comida, como ha todos. Siento que todos los ojos están posados en mí, sé que quieren un discurso, quieren saber por qué arriesgan sus vidas, por qué no se quedan tranquilos en las cuevas con sus mujeres e hijos. Nunca se me ha dado bien explicarme, pero lo intento, lo hago por ellos y dejo que mis palabras salgan del corazón.

-¡Hermanos, hermanas! Vamos a proteger nuestra comida, nuestra dignidad y nuestro honor. Cabalgar con la cabeza bien alta, que vean que no tenemos miedo, que por cada pueblo, aldea o ciudad que pasemos sepan que les devolveremos lo que Opal les quita, la luz. Que sepan que el día volverá a brillar pronto, y que la noche no será tan oscura. -voy por buen camino, veo el fulgor en sus rostros, así que no me detengo. -Tenemos la misión más importante, por eso os pido que luchéis, no por mí, ni por vosotros, ni por Elba, sino por todos aquellos que faltan, por todos aquellos que tienen que regresar, así que si las fuerzas del viento, del agua y del fuego son tan poderosas como se dice, hoy les pido que nos traigan a nuestros guerreros distantes, que luchen con nuestras espadas y sientan nuestras victorias. No sé si hoy lucharemos, no sé que nos encontraremos en nuestro camino, pero sea lo que sea estaremos preparados. -me doy cuenta que estoy gritando, no era conciente, pero al mirar los ojos de todos ellos, veo que ha surgido efecto, su sangre hierve, igual que la mía. Los vítores, gritos y silbidos suenan por todo el valle, y así con el corazón miedoso por lo que me espera y la mente despejada empezamos a cabalgar.

El cañón del Sabio no está lejos, a medio día de viaje, igualmente estoy preocupada. He parado la marcha un par de veces ya que los caballos no aguantan, les hemos dejado comer hierbas salvajes, y beber de los ríos Claros, así también han podido descansar los hombres. A medio día llegamos al cañón y Marcus no me había engañado, esto fue una carnicería, hay cuerpos esparcidos por doquier, y mucha sangre. Cuando llega a mi nariz no puedo pensar, todo mi cuerpo se paraliza, pero soy más fuerte que esto, así que poco a poco empiezo a organizar para que recojan a nuestras hermanos y preparen la hoguera.

En otras tierras no queman a sus muertos, hay muchos rituales diferentes, los estudie con mi padre, pero aquí en las tierras de Elba creen que Agni, el fuego, les purificara la energía y así entraran en el Zerua. Yo hace tiempo que deje de creer. En un rato ya está todo preparado, enciendo la hoguera rezando a mis antiguos Dioses. Cada hombre presente reza a los suyos. Me acuerdo de mi padre, algo me oprime el pecho, sé que es mi corazón, lo tengo roto y con una gran cicatriz desde el día que Opal lo mató, solo pensar en su nombre siento fuego en mi sangre, tengo la horrible certeza que la energía de mi padre no se quemo como él quería. Debe estar enterrado, pudriéndose en alguna zanga. Lo único que puedo hacer por él es recordarlo, aunque cada día que pasa olvido un poco más su rostro, aunque nunca olvidaré la sensación de calidez y hogar que tenia con él. Cuando mi madre murió, mi padre se convirtió en mi mundo, el día que Opal me lo arrebató, todo mi mundo sucumbió con su perdida, a veces creo que yo también morí, que estoy prisionera en este frío constante.

Tierra OscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora